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Historias del crimen

El sodero, sus dos mujeres y un asesinato dentro del Hospital Marcial Quiroga

El caso se remonta a abril de 1977. Una mujer asesinó a su amante, un hombre casado de Santa Lucía. La esposa sabía de esa relación. Todo se desencadenó cuando los tres se encontraron frente a frente en el lugar donde él se encontraba internado.

Por Walter Vilca

Por ahí desvaría y habla de su pasado. De que alguna vez vivió en el centro de San Juan, que sus parientes son gente de bien, que tiene hijos a los que ve poco y que eligió quedarse sola. Hay quienes creen que está algo demente. Lo que desconocen muchos es que esa anciana guarda un oscuro secreto, una historia de amor y drama por un asesinato cometido hace 44 años.

Estela fue la única sobreviviente de aquella desdichada trama que empezó por el fruto de una pasión y que el odio mismo llevó a un terrible final. En esa triste novela de la vida real tuvo mucho que ver un sodero. Sí, no es broma. Un sodero llamado Pablo Oviedo de Villa Don Arturo, el que un día enamoró a Estela y juntos iniciaron un largo romance que sería la ruina para todos.

Imposible saber cómo se conocieron. A lo mejor fue en una de esas ocasiones en que Oviedo salía por los barrios a repartir la soda arriba de su camioneta. Estela en ese entonces vivía sobre la avenida Hipólito Yrigoyen, en Santa Lucía. No muy lejos de allí Oviedo tenía su casa, su esposa y sus tres hijos.

Una relación de a tres

No era una aventura más, o quizás sí, pero la relación amorosa entre el sodero de 37 años y esa joven de 28 aparentemente iba en serio. A los meses se fueron a vivir juntos y nació una nena. Lo peligroso era que Oviedo seguía con su esposa. Dividía sus tiempos entre su familia en su casa en Villa Don Arturo y su otro hogar con Estela y esa hija extra matrimonial.

La homicida. En los registros judiciales aparece esta foto de Estela García.

Tarde o temprano su esposa se enteró, pero nada cambió. Oviedo continuó con sus dos mujeres y, al parecer, ellas aceptaron compartir al mismo hombre. Para 1977, el sodero llevaba al menos 3 años con esa doble vida. Pero algo pasó en el medio, su salud se complicó por una afección cardiaca. Una vecina de Villa Don Arturo contó que, encima, tuvo un ataque de presión y quedó casi ciego.

A principios de abril de 1977, Pablo Oviedo sufrió una descompensación y fue internado en la sala de cardiología del Hospital Marcial Quiroga a raíz de su aguda enfermedad del corazón. Alguien tenía que cuidarlo y, como era de esperar, las dos mujeres se mostraron dispuestas a hacerlo desde el primer día. Resulta curioso, Oviedo se las ingenió para que una lo visitara en ciertos horarios y la otra en el resto del día. Todo hace suponer que no se cruzaban en el hospital, pero tenían pleno conocimiento que ambas iban a cuidarlo.

Un conflicto en puerta

A la vista estaba que, en el instante menos pensado, todo podía estallar. La situación premonizaba que ante el mínimo motivo sobrevendrían las discusiones pendientes o los reproches por los rencores guardados por esa complicada relación del hombre y sus dos mujeres. Estela era la más disconforme, no le gustaba ocupar el lugar de la segunda, de la amante. Y un día se cansó, no por nada cargó un revólver en su cartera y pensándolo mil veces fue al hospital a ver a Pablo.

Fue la tarde del viernes 15 de abril de 1977. Sabina, la esposa de Oviedo, esa jornada estuvo cuidando a su marido hasta las 17 y se retiró. Al rato llegó Estela. No se vieron las caras. Sabina salió con la idea de marcharse a su casa, pero por alguna razón se detuvo en el camino, decidió volver sobre sus pasos y regresó al internado. O fue cuestión del azar o realmente quería arreglar cuentas con su esposo y la otra mujer.

Sabina declaró en la causa que entró a la sala de cardiología y vio a Estela sentada a los pies de la cama mientras charlaba con Oviedo, que permanecía acostado. No está claro si ahí se originó una discusión entre los tres o qué pasó.

Lo que contó la esposa fue que a los pocos minutos escuchó que Estela largó algunos insultos contra Oviedo. Éste reaccionó y se puso de pie al lado de la cama, pero por lo débil que estaba, trastabilló y cayó. Sabina intentó ayudarlo a levantarse y en ese instante sintió el estampido de un disparo. Cuando se dio cuenta Pablo Oviedo tenía un balazo en la cabeza. El tiro se lo había dado Estela, que estaba como paralizada al lado de la puerta y aun sostenía el revolver con sus dos manos.

Todo fue un caos. Juan Garay, el enfermero de la sala, corrió y se abalanzó por atrás de Estela hasta que la tomó de los brazos para quitarle el arma. En unos segundos aparecieron los policías de la Seccional 13ra y detuvieron a la mujer. El arma utilizada era un revólver marca Bagual calibre 22. Pese a que estaban en el hospital, nada pudieron hacer para salvar a Pablo Oviedo. El disparo en el cráneo fue mortal.

“Por cuestiones sentimentales, una mujer dio muerte de un balazo a su compañero”, tituló un diario. Otro matutino puso: “Una joven asesinó a un hombre casado que estaba internado”. Mucho se habló del conmocionante asesinato por el trasfondo amoroso entre un fallecido y sus dos mujeres. Lo que nunca se dijo cómo eran esas relaciones puertas adentro de cada hogar y todo lo que soportaban una y otra mujer.

Un triste final

Estela fue llevada presa a la Alcaidía de Mujeres en el penal de Chimbas, acusada del delito de homicidio simple. Ese mismo año fue enjuiciada por la jueza Mirtha Ivonne Salinas de Duano en el Segundo Juzgado en lo Penal.

Su abogado defensor planteó que la mujer actuó en un estado de emoción violenta. En su declaración, Estela reconoció que discutió con Oviedo, pero sostuvo que todo se desencadenó porque ese día se enteró que era casado y que, cuando éste se puso de pie, “creí que me podía hacer algo…”

Para la jueza no fue convincente esa explicación. La misma esposa del fallecido declaró que, tanto ella como la acusada, sabían de la doble vida de Oviedo. Por otro lado, la magistrada señaló que en este caso no se daban las circunstancias para considerar que la agresora reaccionó presa de un estado de emoción violenta y que esto fuese consecuencia de una agresión previa. “No tiene lógica tratándose de un enfermo grave”, además no desconocía que Oviedo era casado, expreso en su fallo.

El 18 de noviembre de 1977 dictó sentencia. Consideró como atenuantes, la falta de antecedentes penales y la juventud de la acusada. Y como agravante, la modalidad del hecho. Así fue que la condenó a cumplir la pena de 10 años de prisión.

Estela América García, tal cual es el nombre completo de la asesina de Pablo Oviedo, purgó su castigo en la Alcaidía de Mujeres. No se sabe qué fue de ella en los años posteriores. La viuda de Oviedo ya falleció y ahora vive otra familia en su casa de Villa Don Arturo.

A través de los datos recabados, hay registros de que Estela América García tuvo domicilio en la calle Entre Ríos, cerca del centro capitalino. También residió en barrio Los Andes, Chimbas. En el último tiempo vivió en un rancho de un asentamiento situado en las calles 16 y Aberastain, en Pocito. Los vecinos de esa villa dicen que la veían sola, que a veces hablaba cosas incoherentes. A fines del 2020 vendió su casa y se mudó a Rawson. Supuestamente vive, hoy tiene 72 años.

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