Caso Brenda: el silencio del marido ¿podría ser eterno?
Diego Álvarez se presentó a Tribunales pero decidió abstenerse a declarar frente al juez y su abogado defensor aseguró que su testimonio no es necesario por el momento, mientras el caso se instruye.
Después de que el principal sospechoso del crimen de Brenda Requena se presentara en Tribunales para ser indagado por el juez que investiga la causa y se negara a declarar, el abogado defensor del acusado sostuvo que no está dentro de las posibilidades inmediatas realizar el pedido de una ampliación indagatoria, en la que Diego Álvarez ofrezca su versión de los hechos.
Como cuando estuvo en los calabozos tras el brote psicótico que tuvo tras las rejas, en sede judicial esquivó las palabras. Con un silencio sepulcral, el sospechado podría permanecer en silencio durante la etapa de instrucción e incluso continuar así hasta el desarrollo del juicio. "Mi cliente no está obligado a declarar y no sucederá en lo inmediato", expresó Marcelo Abarca Gómez, al mismo tiempo que agregó: "Puede pasar que no declare y finalmente lo haga en un eventual juicio, o no. Todo eso se verá más adelante".
Para los investigadores, la palabra del acusado sería fundamental para conocer el minuto a minuto entre él y Brenda, cómo la albardonera terminó muerta por asfixia y por qué lo hizo, si es que algún día reconoce su autoría. Si esto no sucede, si no se quiebra y confiesa una eventual responsabilidad, los últimos suspiros de Brenda se reconstruirán a través de especialistas y sus aportes.
El único detenido por el asesinato de la joven madre quedó imputado por homicidio agravado por el vínculo y por femicidio, pese a las especulaciones de fuentes allegadas al caso que indicaban que se podrían considerar otros agravantes como el ensañamiento y la alevosía, por la forma en que hallaron los restos de la joven asesinada.
El letrado defensor manifestó que no pesan más cargos porque la conducta posterior que habría tenido -una vez consumado el hecho- no tiene incidencia en en la configuración del delito en sí que se está investigando. "Si se comprueba que fue el autor, lo que hizo después fue para ocultar el rastro", argumentó.
A pesar de los únicos dos agravantes, la pena que le cabría al imputado es la de prisión perpetua tal y como lo señala el inciso 11 del artículo 80 del Código Penal Argentino por la figura del femecidio, si es que resulta condenado tras un largo proceso judicial. Sin embargo, el letrado defensor apunta a los atenuantes para evitar el máximo castigo y así obtener una pena menor, en instancias de juicio oral y público.
Contra la imputación de femicidio
Abarca señala que no concuerda con la calificación con la que se imputó a su cliente, con el agravante de femicidio, pues sostiene que no hay pruebas concretas que haya existido violencia de género entre el sospechoso y la víctima. "Matar a una mujer no es femicidio. De lo que surge del expediente de la causa, no hay elementos probatorios que indiquen una violencia de ese tipo preexistente, a mi criterio. No se puede presumir livianamente, debe demostrarse", alegó.
Una defensa jugada
El abogado asegura que, tras tener en mano el expediente de la investigación, visualizó elementos que sustentan la atenuación en la consumación del hecho por lo que plantea las circunstancias extraordinarias. Si logra establecer que lo juzguen por un delito menor, la pena sería consecuentemente menor. Un antecedente de homicidio agravado por el vínculo atenuado es el fallo contra Claudia Moya, que replicó 15 años de prisión como condena, menos de la mitad que los 35 que impone la perpetua.