La historia de Brenda, idéntica al caso que marcó un hito en los femicidios de Argentina
Si bien todavía la Justicia no ha confirmado que el esposo de la joven albardonera es el asesino, su rol dentro de la causa se asemeja bastante al del femicidio que impulsó la Ley Brisa.
Mientras la justicia sanjuanina investiga quién asesinó a Brenda Requena y tiene al marido Diego Álvarez en la mira, como principal sospechoso del crimen, con pruebas y testimonios que lo comprometen y que -según señalaron fuentes judiciales- la tiene un tanto complicada por lo que se habla de caso cerrado, la causa que sacude a San Juan se parece cada vez más a otro que marcó la historia en Argentina, que impulsó una ley que protege a las víctimas colaterales de los femicidios: los hijos de las mujeres asesinadas.
El elemento clave que relaciona un caso con otro es el esposo, pues tanto en el que tuvo lugar en la localidad de Moreno, en Buenos Aires, en 2014, como en el que se situó en Campo Afuera, Albardón, y hasta el momento no encuentra resolución judicial los sujetos acusados por los crímenes tuvieron un alto perfil en los medios, contaron una historia parecida de desaparición y abandono y uno de ellos, finalmente, resultó condenado como femicida.
Al igual que lo hizo Álvarez en la Comisaría 18° el pasado jueves 11 de julio, en diciembre de 2014, Iván Adalberto Rodríguez denunció en la Seccional de Moreno que su mujer Daiana Barrionuevo, de 24 años, se había ido de la casa con un amante y había abandonado a sus tres hijos.
Tras presenciar marchas para que la mujer "desaparecida" sea encontrada, llorar con la familia durante los 20 días de búsqueda y pedir que vuelva a su hogar "por el bien de sus hijos", el 10 de enero de 2015, apareció su cuerpo sin vida adentro de una bolsa de consorcio y envuelto con una frazada en el arroyo Las Catonas. Su ex pareja la había matado de un mazazo en la cabeza.
De similares características, el caso que se desarrolla por estas latitudes tiene a la pareja de Brenda como el único detenido por el homicidio, que de comprobarse su culpabilidad sería catalogado como femicidio y aunque hay indicios en su contra, el juez que instruye la causa deberá demostrarlo de forma concreta.
Hecha la aclaración, Álvarez también se mostró consternado mientras se desconocía el paradero de la joven madre y por televisión ofreció una imagen de padre abandonado que quería que apareciera porque sus hijos la extrañaban. A los cinco días, aparecieron los restos de la muchacha de 24 años, descuartizados, calcinados y semi enterrados; dos testigos situaron al marido en la escena donde se halló el cadáver y el sujeto, que ya estaba detenido por lesiones contra el amante, permaneció tras las rejas como presunto femicida.
El componente del amante también existió aunque con un rol protagónico porque principalmente existe, no como ocurrió en el femicidio de Daiana que fue una mentira del asesino para desviar la atención. Otra diferencia entre tantos parecidos es la conducta de la familia, que en el caso de Brenda siempre creyeron la versión del marido y nunca sospecharon de él. El entorno de la mujer asesinada a martillazos sospechó del relato del femicida, cuando era buscada, porque hacía poco tiempo había sido madre y estaba obsesionada con el cuidado de la criatura porque había perdido un hijo con anterioridad. Para ellos era extraño que se fuera sin dejar rastro.
Después de la condena a prisión perpetua contra Rodríguez, los hijos de la pareja quedaron a la deriva y tras su historia se sancionó la Ley Brisa, que sustenta de forma económica a los hijos de víctimas de femicidio cuyos padres están presos, hasta cumplir la mayoría de edad. Esta legislación marcó un hito en la historia de los femicidios en el país.