Qué pasa por la cabeza de la asesina más sanguinaria de San Juan: violencia tras las rejas, sin fin
Rosa Videla es una de las homicidas más conocidas en la provincia que después de quedar presa fue noticia por protagonizar ataques contra sus compañeras de celda. Un psicólogo especialista en criminología opina.
"Ya me comí a una, no tengo problema en comerme otra", espetó alguna vez con tono burlesco Rosa Videla, considerada como la asesina más violenta de San Juan por el tremendo crimen que ejecutó y por el cual ya fue juzgada y cumple pena en el Servicio Penitenciario de Chimbas. Sin embargo, cuando se conoció la sentencia no fue la última vez que la homicida fue noticia pues protagonizó una gran cantidad de episodios violentos contra sus compañeras de celda y pabellón, a las que mandó directamente al hospital.
La semana pasada, específicamente el lunes 8 de julio, se cumplieron 7 años del macabro hallazgo del cuerpo de Cristina Olivares, asesinada a sangre fría de 163 puñaladas por Videla, quien era la amante de su esposo. Durante ese 2012, el hecho resultó un escándalo por tratarse de un triángulo amoroso pero también lo fue por el alto perfil de la autora de la masacre.
Es que durante el proceso judicial hasta la condena, la culpada jamás demostró remordimiento alguno ni se mostró compungida por la situación que le tocaba atravesar. Se la veía sonreír mientras caminaba por Tribunales y para colmo de males no escondió su ira, ya plasmada en la violencia de la muerte que le propinó a Olivares, y se desquitó con otras presidiarias.
Durante el juicio que la condenó a prisión perpetua por el sangriento crimen que cometió
Desde que quedó tras las rejas, Videla construyó un salvaje historial con palizas a otras reas y con más años de prisión en sus espaldas a consecuencia de ello. Por violenta recibió cuatro condenas de la Justicia Correccional por lesiones leves y graves, un poco más de cuatro años a la prisión perpetua que recibió el 5 de diciembre de 2014.
Ante tan tremendo prontuario, la pregunta que surge desde el sentido común es ¿qué es lo que motiva tanta violencia en alguien que ya paga por los errores que cometió? Por ese motivo, Tiempo de San Juan consultó al psicólogo especialista en criminología Santiago Salinas para entender -si es que se puede- ¿qué pasa por la cabeza de la asesina más sanguinaria de San Juan?
Para el profesional que desempeñó tareas en el Penal de Chimbas años atrás, el encierro en algunas personalidades afecta de forma tal que los conduce a estados emocionales violentos. "Es bien sabido que la reclusión no deja de tener efectos negativos en la conducta y personalidad de las internas; la misma prisionalización les lleva a desarrollar una visión pesimista del mundo y pierden mucho la confianza en los demás", señala al mismo tiempo que sostiene: "Situaciones cotidianas que allí viven como son el aislamiento afectivo, la vigilancia permanente, la falta de intimidad, la rutina o las frustraciones reiteradas, etcétera aumentan más aún esa desconfianza la que generalmente suele desembocar en violencia en la relación con sus pares".
La poca estabilidad, tanto emocional como cognitiva, conlleva frecuentes cambios de humor en personas como Videla y genera interpretaciones distorsionadas de la realidad (de allí que a veces vean cosas donde no las hay), según explica Salinas que argumenta que por eso surgen repetidamente las tan mentadas peleas o reyertas. "Cuando la interna se encuentra cumpliendo una condena efectiva que le implica además muchos años de condena, es probable que el pensamiento predominante en ella sea 'no tengo nada que perder, poco me importa dañar ya a alguien más', con el peligro grave y latente que eso conlleva", asevera.
La última vez que la mujer que cometió tan aberrante delito contra la esposa de su entonces amante 'mostró la hilacha' en la sala de visitas del Penal cuando atacó a Guadalupe Andrada, otra interna conocida por matar a su marido, porque supuestamente 'miró de más' a su nuevo novio. El episodio trascendió no sólo por la cantidad de testigos en el lugar sino también porque la víctima de su violencia terminó gravemente herida.
Con un esquema que se repite, es decir la agresión contra una mujer por celos que la llevó a matar, Videla parecería no poder controlar sus impulsos en similares contextos, desnudando su complejo de inferioridad, tal y como lo expone Salinas.
Cristina Olivares, la mujer acribillada por Videla, la despiadada amante de su marido
"Los celos son una emoción y se activan ante el temor real o fantaseado de perder a la persona deseada; quienes los padecen son personas muy posesivas, con extrema dependencia afectiva, con falta de autoestima y que generalmente padecen de un complejo de inferioridad. Celos y envidia tienen la misma motivación: la necesidad de poseer y asimismo, de imponer la voluntad de poder. Y la voluntad de poder, siempre es enemiga del verdadero amor", agrega.
Entre algunas de las apreciaciones del especialista, indicó también aditivos que afectan de forma negativa su conducta como el consumo de drogas. "No se debe olvidar tampoco que el consumo de sustancias tóxicas, como son el alcohol y las drogas, son elementos favorecedores de la conducta violenta en un contexto de encierro", cierra.
Con colaboración de Lic. Santiago Salinas - MP.435 - Psicólogo Especialista en Criminología
