Rosa, San Juan y moda: el ritual íntimo que vuelve cada Nochebuena
De la tradición popular a las vidrieras, el uso del rosa en la ropa interior revela cómo la moda acompaña deseos, memorias y nuevas sensibilidades en Navidad. Leé la columna de Raffa Andrada en este miércoles con "M" de moda y especial navideño en Tiempo de San Juan.
En San Juan, la Navidad se vive con el cuerpo. El calor, las telas livianas, las mesas largas y el tiempo que parece aflojar un poco su ritmo hacen que vestirnos para Nochebuena tenga algo especial. Pensamos el look, sí, pero también elegimos desde otro lugar: más emocional, más íntimo. Y es ahí donde aparece una tradición que se repite año tras año, casi en silencio: usar ropa interior rosa.
Lejos de ser una simple superstición, este gesto habla de algo más profundo. Porque cuando una costumbre se mantiene en el tiempo, la moda la observa, la interpreta y, muchas veces, la acompaña. El rosa en Nochebuena no es solo un ritual heredado: es también un color que la moda resignificó y sigue trabajando.
El origen de esta tradición se remonta a antiguas creencias populares europeas, donde el rojo simbolizaba suerte, fertilidad y protección. Con el paso del tiempo, ese rojo intenso dio lugar al rosa, una versión más suave, asociada al amor, a los vínculos y a la armonía emocional. La ropa interior, por su cercanía con el cuerpo, se convirtió en el soporte ideal de ese deseo íntimo: no para mostrar, sino para sentir.
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Pero ¿qué pasa hoy con esta costumbre en San Juan? Con curiosidad —y desde la mirada de la moda como fenómeno social— le pregunté a sanjuaninas y sanjuaninos si seguían esta tradición y qué significado tenía para ellos.
Ante la pregunta sobre si conocían el origen del uso de ropa interior rosa en Nochebuena, la mayoría de las mujeres respondió que no. No supieron explicar de dónde venía ni por qué se hacía. Sin embargo, casi todas coincidieron en algo revelador: “la uso porque es una costumbre”, “porque siempre se hizo”, “porque lo hacía mi mamá o mi abuela”. La tradición no necesitó teoría para sostenerse; se mantuvo viva por repetición y memoria.
Cuando la consulta fue directa —si usan o no ropa interior rosa—, más del 70% de las mujeres aseguró que sí. Y lo interesante es que muchas aclararon que no lo hacen tanto por creer en la superstición, sino por el gesto en sí. Por no romper el ritual. Por empezar la Navidad haciendo algo conocido, casi reconfortante.
Desde la moda, esto no es un dato menor. Porque el rosa dejó hace tiempo de ser un color ingenuo o exclusivamente romántico. En la moda contemporánea, el rosa representa sensibilidad, deseo, bienestar emocional y una nueva forma de poder suave. Aparece en pasarelas, en colecciones de lencería, en pijamas, en homewear y en cápsulas pensadas especialmente para diciembre.
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No es casual que, cada fin de año, las vidrieras se tiñan de rosas: empolvados, nude rosados, fucsias suaves, tonos piel. Las marcas no crean la tradición, pero la leen, la interpretan y la traducen en diseño. La moda entiende que ya no vestimos solo para vernos bien, sino también para sentirnos bien.
Entre los hombres, las respuestas fueron distintas pero igual de interesantes. Los resultados estuvieron divididos: aproximadamente la mitad dijo que sí usa ropa interior rosa en Nochebuena, mientras que la otra mitad aseguró no hacerlo. Algunos lo contaron con humor, otros con total naturalidad. Muchos admitieron conocer la costumbre, aunque no la practiquen.
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Desde la moda masculina, esto también habla de un cambio. El rosa dejó de ser un color tabú. Hoy aparece en underwear, pijamas, medias y pequeños detalles de diseño. Que algunos hombres se animen y otros no es parte de un proceso más amplio: la flexibilización de los códigos de género en la moda.
En una provincia como la nuestra, donde el verano se siente en la piel y las prendas se vuelven más livianas, la ropa interior cobra un rol aún más importante. Es la primera capa, la más cercana, la más personal. Y por eso no sorprende que este ritual siga vigente, adaptándose a nuevas miradas y sensibilidades.
Tal vez no se trate de creer o no creer. Tal vez el verdadero valor esté en elegir con qué intención empezamos el año. La moda, en ese sentido, funciona como un lenguaje silencioso: no promete milagros, pero acompaña deseos.
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Esta Nochebuena, en San Juan, el rosa vuelve a aparecer. No como una superstición ingenua, sino como un gesto íntimo que la moda supo leer y sostener. Porque vestirse —incluso en lo que no se ve— también es una forma de decir quiénes somos y qué esperamos de lo que viene.