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Análisis

Show must go on: lo que la política sanjuanina no quiere escuchar

Los tres espacios con más votos llegan con balances agridulces a fin de año, pero con búsquedas diferentes para el 2026: el oficialismo y la difícil tarea de reconfigurarse; el peronismo con la necesidad urgente del orden y La Libertad Avanza, anclada a la potencia de la gestión Milei. En el medio, una comunidad votante que desorienta a los más avezados y pocos parecen leer.

Por Natalia Caballero

El año político termina con buenas noticias para Javier Milei: la revalidación en las urnas de su condición de única fuerza consolidada en todo el territorio nacional y una oposición fragmentada -hasta atontada- con la cual lidiar, posibilitando vínculos circunstanciales pero utilitarios con gobernadores, diputados, intendentes y todo aquel dispuesto a negociar su pequeña cuota de poder, asegurando subsistencia en un escenario en el que pierde el que desaparece. Con dificultades para leer lo que quiere la gente y encuestas que miden hasta el nivel de autenticidad en sangre, en San Juan los tres espacios políticos que se reparten la mayoría de los votantes llegan a diciembre del 2025 habiendo pasado del triunfalismo extremo a la sorpresa y a la desorientación. El oficialismo, que cosechó victorias institucionales importantes pero que se le escapó la conquista electoral el 26 de octubre. En el peronismo pasaron por el arco completo de emociones, con una coronación que le hizo bien al ego en las legislativas, con candidatos posibles para el 2027 pero sin resolver la conducción de un espacio diseñado genéticamente para ser verticalista. Y La Libertad Avanza sanjuanina, con movimientos estratégicos que los llevaron a sumar un diputado nacional, que les permitió conservar la distancia justa con el oficialismo para mantenerse dentro del terreno de disputa, aunque atados casi completamente a la suerte del León. El año, que prometía mover el avispero, le explotó en las manos a la dirigencia. Entender al electorado, a marzo para todos menos para los libertarios, que aún con marchas y contramarchas albergan las esperanzas de los argentinos. Lo mismo, queda claro que no hay cheques en blanco. A no comerse las curvas, dirán los que miran desde afuera.

El oficialismo arrancó el año con expectativas altas, que se moderaron a fuerza de resultados en las urnas pero que repuntaron en el tramo final del 2025, con la definición de un cargo judicial clave por el que arrancaron jugando muy de atrás. Internamente definen un escenario de tablas: un empate entre lo que disputaron -y perdieron- y lo que consiguieron. El plus, la imagen de Orrego, que sigue manteniéndose alta y que califican como el mayor activo del frente. Los desafíos para el 2026 pasarán por aprobar la reforma electoral en la Cámara, por definir la estrategia nacional y por terminar de darle forma al casi ineludible adelanto de elecciones provinciales para el 2027. En el medio, bailar con Milei y compañía, un tango cuya melodía se escribe en Casa Rosada y que la política tradicional aún no descifra.

Desde el inicio de la era Orrego el objetivo político número uno pasó por construir una mayoría en Diputados. El oficialismo empezó con 12 votos propios, armó una alianza con el bloquismo que sumó cuatro legisladores y luego, fueron incorporándose al tándem oficial otros votos, lo que les permitió sacar normas importantes para el Ejecutivo. El vicegobernador Fabián Martín fue y es el portavoz de esta edificación de consensos, con la bendición del santaluceño y el soporte del secretario general de la Gobernación, Emilio Achem, uno de los alfiles de la estrategia O. En estos dos años, el orreguismo fue consolidando ese poder de maniobra. El corolario fue nombrar a Guillermo Baigorrí como Fiscal General de la Provincia, el cargo que concentra más poder dentro del Poder Judicial. Corrieron de atrás en el Consejo de la Magistratura, pero una vez abrochado el lugar en la terna, en el recinto obtuvieron los sí que esperaban, sumando a propios y ajenos.

Las elecciones representaron el mayor traspié para el oficialismo y mirando al futuro, incógnitas a develar. Confiados en la gestión y en no quedar entrampados en la agenda nacional, decidieron cantar “quiero vale cuatro” con dos decisiones arriesgadas: meter en la cancha como cabeza de lista a Fabián Martín y prescindir de una alianza con el mileísmo. Pasó lo que suele pasar en las elecciones de medio término. “Lo que pasa en Buenos Aires no se queda en Buenos Aires” y la topadora Milei arrasó en el país y en San Juan, se quedó con una importante porción de votos del orreguismo, relegando al oficialismo al segundo lugar. El peronismo consiguió pasar por el medio y ganar por dos puntos una contienda muy cerrada, mientras que La Libertad Avanza quedó en el tercer lugar, pero sumó un diputado en el Congreso.

Los números de las elecciones todavía son material de análisis y han generado internamente posiciones encontradas entre quienes apuestan por intentar cerrar para las próximas elecciones una alianza con Milei, que venga con bendición porteña y que incluya a Roberto Basualdo como articulador con el diputado José Peluc en San Juan. Del otro lado, están los que creen que hay que esperar, mirar con cautela el escenario y tomar una decisión después. En lo único que hay una coincidencia generalizada es que las elecciones 2027 serán antes en la provincia que en el país.

Durante tres décadas, con una breve interrupción que terminó en caída, el peronismo fue el dueño del poder en San Juan. Desde el empresario menemista Jorge Escobar, al popular José Luis Gioja hasta llegar al hábil Sergio Uñac. Todos con distintos niveles de peronismo en el ADN, pero todos con el sello de la conducción vertical a la que le rinden culto dentro del espacio político con sede en calle 25 de Mayo. Con más o menos internas, los tres pudieron timonear la cosa pública, con suerte dispar en Casa Rosada. Pero en el 2023, el peronismo terminó una larga historia de amor con los sanjuaninos, con refugio para pocos en las intendencias que ganaron en las urnas.

La interna más difícil que afrontó el peronismo fue la propia. A Escobar, le costó un juicio político que lo eyectó de la Paula, y el Gioja versus Uñac que de alguna manera aún no termina y hartó a la militancia. Hoy por hoy el liderazgo es gelatinoso. Las elecciones legislativas, con un ajustado triunfo -pero victoria al fin-, le dio aire al partido y una renovada esperanza, pero no logró definir un comandante en jefe. En el tablero aparece Uñac, a quien se le atribuye la construcción de la fórmula que terminó quedándose con el primer lugar en octubre. El electo diputado nacional Cristian Andino, que concentra las expectativas de otros tantos, incluso de quienes se fueron del partido peleados con el pocitano. El chimbero Fabián Gramajo con el intendente de Rawson, Carlos Munisaga, que no pierden ocasión de sacarse fotos juntos para dejar en claro la cuota de poder que manejan. Y el giojismo, que puede aparecer en la escena con un tapado.

La dispersión del liderazgo se pone en evidencia cada vez que los legisladores peronistas votan en la Cámara. Juan Carlos Quiroga Moyano, presidente del partido y presidente del bloque PJ en el recinto, no arría a los propios. Para cada votación importante, fue el propio senador Uñac quien levantó el teléfono. En dos años, lo que se proyectaba como una unidad granítica terminó desmoronándose con fugas casi inmediatas. Primero, los bloquistas; después el diputado de Angaco, Marcelo Mallea; al poco tiempo, el massista Franco Aranda y posteriormente el calingastino Jorge Castañeda y el vallisto Omar Ortiz.

Al variopinto grupo de dirigentes sanjuaninos que aspira a conducir y a estampar su cara en la boleta del 2027, se le suma la crisis peronista nacional. Cristina, golpeada por la Justicia y por los propios, pero con poder de convocatoria y también de voto. Y Axel, del otro lado del ring, el hijo que amparó el kirchnerismo pero que ahora reclama el centro de la cartelera con más apoyo bonaerense que otra cosa. A la disputa K, se suman otros nombres como el del senador Uñac, que tiene un triunfo que mostrar y una forma de ver al país distinta a la que propone el kirchnerismo. No hay que descartar a Sergio Massa. Y Juan Grabois, que enciende el fuego y hoy parece aportar a Kicillof. En esta realidad dispersa e ígnea conviven las aspiraciones locales. La prenda de unidad pasa por Milei No y es lo que le permitió no sucumbir a la fiebre libertaria en las legislativas, obteniendo menos representación, pero con poder de fuego suficiente para convocar y negociar.

La Libertad Avanza cerró un año con buena cosecha en San Juan. A Milei lo dieron por muerto desde el arranque de su gestión, pero no solo está lejos de cualquier funeraria, sino que incrementó su dominio en país tras las elecciones. Administra un activo como nadie: el de la esperanza, aun prometiendo sufrimiento. Peluc, diputado nacional y constructor de las estrategias políticas del espacio en la provincia, logró meter un legislador al Congreso, pero principalmente abrochar los contactos necesarios para garantizar maniobra propia. Nada más y nada menos que la hermanísima Karina.

La viveza de Peluc, que goza de muy buena salud, le ha permitido al espacio mantenerse lo suficientemente lejos en términos discursivos de la cosa provincial y lo suficientemente cerca de la cosa nacional. Pero solo en apariencia, nadie que sepa leer el tablero podría pecar de tal ingenuidad. Porque en el búnker de la Libertador y Urquiza lo que reina es la recepción de reclamos, de descargos, de análisis de propios y ajenos. Alguna vez, el periodista Carlos Pagni dijo que las mejores informaciones llegan de la mano de los despechados. Y por allí han desfilado muchos. Demuestra este camino no azaroso el transitado por el diputado de LLA en San Juan, Fernando Patinella, quien mostró distancia cuando hubo que mostrarla y cercanía cuando fue necesario.

En las elecciones, la LLA fue con candidato desconocido, pero abrazado a la potencia del León, de la que todos desconfiaban. Era lógico, si la política continúa viendo la película sin subtítulos. El mileísmo perdió en septiembre en la provincia de Buenos Aires, su candidato en primer término en ese territorio –José Luis Espert- fue vinculado con el narcotráfico más el escándalo LIBRA y los audios de Spagnuolo que develaban una supuesta red de coimas que salpica hasta a la hermana del Presidente. El mainstream diría que ganar era la mismísima Odisea de Homero. Pero sacaron chapa, conectaron y consiguieron hasta ganar en la hasta ahora esquiva Buenos Aires. Y en San Juan, perdieron caudal respecto de las presidenciales, pero metieron a Abel Chiconi en el Congreso contra la mayoría de los pronósticos.

El envión de octubre en San Juan y atados a una figura presidencial que mide a prueba de todo escándalo, en LLA local saben que su fuerza depende de la suerte de Javier, para su bien y para su mal. Hoy son dueños de la figurita difícil, se animan a soñar con disputar la provincia en el 2027 y saben que inciden en el armado de posibles alianzas, aunque la decisión final se tome en Casa Rosada.

En el frente con liderazgos verticales cultivan el diálogo con los márgenes. Esos mismos márgenes que les permitieron arraigar en el imaginario colectivo la imagen de honestidad frente a una casta alimentada por la doble moral y el privilegio silenciado. Hasta ahora, han sabido surfear en las aguas densas de la militancia inexperta, sumando a los valiosos y cerrándoles la puerta a los que no calzaron con la propuesta de obediencia.

El 2026 toma cuerpo no como un año de transición hacia la disputa electoral del 2027, sino como un año de cancha embarrada, en el que los distintos espacios competirán para adentro y para afuera. La hoja de ruta está sobre la mesa, habrá que ver si la dirigencia tiene la plasticidad suficiente para generar identidad con el huracán Milei como dueño absoluto de la agenda pública. La máxima del filósofo danés Soren Kierkegaard, que impulsa a "entender mirando hacia atrás, pero vivir para adelante" está anclada como buena guía para los cánones tradicionales. Pero para la dirigencia que mide, que suma votos de forma disruptiva, el imán en la heladera tararea cada mañana “Show must go on”.

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