El cáncer colorrectal (CCR) se posiciona como el segundo tipo de cáncer más frecuente en Argentina y también como el segundo con mayor tasa de mortalidad. Según datos oficiales, cada año se diagnostican más de 16.000 nuevos casos en el país, y más de 7.500 personas mueren a causa de esta enfermedad, lo que representa cerca del 12% de todas las muertes por tumores.
Las cifras ubican a Argentina, junto a Uruguay, entre los países con mayor incidencia y mortalidad por CCR en la región y dentro de los diez con tasas más altas del mundo, de acuerdo con el registro GLOBOCAN 2022 de la Organización Mundial de la Salud.
Una de las principales características de esta enfermedad es su aparición a partir de pólipos en el intestino grueso. Aunque en su mayoría son lesiones benignas, si no se detectan a tiempo, pueden transformarse en cáncer. Alrededor del 80% de los casos son esporádicos, es decir, sin una causa hereditaria clara. El 20% restante incluye personas con antecedentes familiares directos, y entre un 5% y un 10% responde a síndromes genéticos definidos, como el síndrome de Lynch o la poliposis adenomatosa familiar.
Otro dato alarmante es el aumento sostenido de casos entre personas menores de 50 años. En las últimas tres décadas, la incidencia creció un 50% en este grupo etario, especialmente en países occidentales. En Estados Unidos y Europa, por ejemplo, el cáncer colorrectal ya es el más letal entre hombres jóvenes y el segundo entre mujeres jóvenes.
Expertos vinculan este crecimiento a factores como la alimentación poco saludable, el sedentarismo, el consumo de alcohol y tabaco, el sobrepeso y las enfermedades inflamatorias intestinales. Además, advierten sobre el consumo excesivo de alimentos ultraprocesados, que podrían alterar el microbioma intestinal y favorecer el desarrollo de tumores.
La detección temprana es clave. En estadios iniciales, el cáncer colorrectal tiene tasas de curación superiores al 90%, pero cae drásticamente cuando se detecta en fases avanzadas. Aun así, más del 60% de los pacientes jóvenes recibe el diagnóstico cuando la enfermedad ya está muy avanzada.
Frente a este panorama, especialistas insisten en la importancia de realizar controles periódicos a partir de los 45 años, o antes en caso de antecedentes familiares. Las estrategias de prevención, el acceso a estudios de detección y los avances en medicina personalizada son herramientas fundamentales para reducir el impacto de este tipo de cáncer, que cada año afecta a miles de argentinos.