Durante más de treinta años, Matt Riddleston se dedicó a acompañar a quienes atravesaban el cáncer. Enfermero oncológico en Inglaterra, jamás imaginó que un día ocuparía el lugar de sus pacientes. En julio de 2022, con 59 años, recibió una noticia devastadora: cáncer de próstata metastásico en etapa cuatro.
Todo comenzó meses antes, cuando los primeros dolores de espalda y un cansancio extremo se hicieron presentes. Pensó que era consecuencia del esfuerzo acumulado tras la pandemia y del ejercicio físico. Sin embargo, los problemas urinarios lo llevaron finalmente a la consulta médica. Allí, un examen clínico y un análisis de PSA con valores alarmantes marcaron el inicio de un camino inesperado. Una biopsia posterior confirmó el diagnóstico y los estudios determinaron que la enfermedad ya estaba avanzada.
Matt reconoce que su experiencia como enfermero no lo protegió, sino que lo enfrentó a un conocimiento doloroso: “Sé demasiado y eso no siempre ayuda”, confesó. Aunque se permite bromear con sugerencias a sus médicos, admite que convivir con el cáncer es aceptar la falta de control, algo que lo aterra y a la vez lo impulsa a seguir adelante.
Desde entonces, inició un tratamiento intensivo: terapia hormonal para reducir la testosterona, seis ciclos de quimioterapia y sesiones de radioterapia diaria. Actualmente continúa con controles y medicación, y aunque sus niveles de PSA se mantienen bajos, vive con la incertidumbre de lo que vendrá.
Lejos de detenerse, Matt sigue trabajando, aunque evitó atender pacientes con cáncer de próstata porque la cercanía emocional le resulta demasiado fuerte. Al mismo tiempo, se propuso un desafío solidario: el 7 de septiembre participará en el Tour De 4 de Sir Chris Hoy, un exigente recorrido ciclista de 90 kilómetros en Glasgow. Lo hará junto a su amigo de toda la vida, David Abbott, con el objetivo de recaudar fondos para The Royal Marsden Cancer Charity.
Acompañado por su esposa Kate y sus hijas, Matt intenta reconciliar sus dos identidades: la del enfermero que brinda cuidados y la del paciente que lucha día a día. Y lo hace dejando un mensaje claro: “Las personas con cáncer en etapa cuatro no siempre lucen frágiles. Seguimos siendo capaces, queremos seguir participando y tenemos mucho para dar”.