El Club Sportivo Desamparados inició una nueva etapa el viernes 15 de agosto, tras las elecciones que consagraron a Martín Sassul como presidente con un contundente apoyo de casi el 70% de los votos. El flamante dirigente, acompañado por Raúl Sánchez en la vicepresidencia y respaldado por referentes históricos como Lucas Ceballos, Manuel Guirado y Silvio Prieto, asumió en un contexto complejo, con el desafío de resolver la millonaria deuda que dejó la gestión anterior.
Según adelantaron fuentes confiables, del 1 al 5 de septiembre se le abonará al plantel el mes de agosto y en los meses siguientes se irá regularizando el resto de los salarios adeudados. En total, el pasivo con los jugadores ascendería a unos 30 millones de pesos, correspondientes a los tres meses de sueldos sin pagar (el de agosto vence en los primeros días de septiembre).
La situación generó una gran grieta en Desamparados en las últimas semanas, sobre todo un malestar en los futbolistas, ya que la comisión saliente, encabezada por Augusto Pérez Garro, no solo no saldó los haberes sino que además justificó públicamente la medida. En un extenso y polémico comunicado, el ex presidente reconoció que decidió “no pagar un peso más” como sanción al plantel por haber expuesto en los medios la crisis económica del club.
“Si van a la prensa sicaria con los problemas del club, no cobra nadie más un peso”, escribió Pérez Garro en redes sociales, apuntando directamente contra los jugadores. En ese mismo texto, sostuvo que lo de los jugadores “no es una deuda registrable, a lo sumo un reclamo”, y remarcó que la medida fue avalada por la mayoría de su comisión directiva.
El final de su gestión quedó prácticamente marcado por este episodio. Mientras tanto, el nuevo equipo de trabajo ya definió que la prioridad será ordenar las cuentas y devolverle la tranquilidad al plantel profesional, que sigue vistiendo la pilcha puyutana a pesar de que lleva meses esperando cobrar.