El día después del campeón: pocas horas de sueño, ronda de milanesas y la felicidad por el cinturón de oro
Exequiel Fernández se adjudicó el título internacional Gold, luego de vencer a su rival de Venezuela en un Cantoni explotado que coreaba su nombre. Un fallo por tarjetas que favoreció a San Juan, las lágrimas de su mamá y el recuerdo de su padre, su mentor y su escuela. A casi 24 horas de la victoria, hubo reunión familiar en su casa del Barrio San Francisco.
Fue una noche soñada. Después de tantos meses de sacrificio y de horas de entrenamiento, Exequiel Fernández levantó lo brazos al final de la velada. Las tarjetas de los jueces fallaron a su favor y la noche se coronó de alegría para ese Pacman que de niño se formó en los pasillos del Club Julio Mocoroa. Hoy, tiene un 'cinto' internacional en la vitrina de su casa del Barrio San Francisco que lo mete entre los nombres poderosos. El día después del campeón: pocas horas de sueño, ronda de milanesas y la felicidad por el cinturón de oro.
"Tenía alegría y una satisfaccion muy grande, porque después de tanto sacrificio pude lograr lo que soñaba. Ese cinturón es el más importante, me reconoce en todo el mundo y me pone contento de que pueda seguir creciendo como deportista", contó Exequiel desde su casa a Tiempo de San Juan, después de una larga noche de caravana y celebración.
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La mañana para el boxeador sanjuanino arrancó pasadas las 11hs, es que la alegría lo desbordó, y después de cenar con su familia, la adrenalina estaba a tope por lo que había conseguido. Cientos de almas lo acompañanaron en el mítico Aldo Cantoni y aunque la pelea se tuvo que definir por las tarjetas de los jueces, la alegría fue total cuando los altavoces lo nombraron como el nuevo campeón. "Estaba muy feliz. Sabía que se podia dar, estaba dentro de las posibilidades. Me acosté como a las 3 de la mañana, pero me vine a dormir sobre las 6, me costó", relató.
Sobre cómo fueron los momentos previos a subirse al ring, el sanjuanino dijo que llevó su familia a almorzar al Hotel Del Bono donde se hospedó y que luego se dedicó a concentrarse cien por ciento en la pelea frente al venezolano. "Hablé mucho con mi mamá (Ángela), ella siempre me hace recordar a mi padre; me dijo que mas allá de como se diera la pelea, que estaba orgullosa de mí y que mi papá, que es quien se inicio conmigo en el boxeo, estaría muy contento por verme ahí".
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Ya de casero y dueño de la cocina en su casa del barrio San Francisco, en Chimbas, recuerda todos los detalles de la noche en el Aldo Cantoni que lo hizo brillar. "Cuando estaba en el camarín me encomendé a Dios; siempre lo hago, que sea a su voluntad, y aunque muchas veces no se den las cosas que uno desea, siempre estoy agradecido porque salgo con salud del ring".
Pacman fue el hombre de la noche e idolatrado por todos los presentes, es por eso que se mostró agradecido por poderlo disfrutar con su familia, pero sobretodo, con los chicos que siguen sus pasos: "Siempre quise ser ejemplo para los chicos del club, que ellos puedan ver que uno teniendo sacrificio y voluntad pueden cumplir sus sueños en el deporte. Ellos saben que me cuido bastate, no tomo, no fumo, no tengo esas cosas y que gracias a Dios me puedo subir al ring".
Por último, el boxeador, que aún tiene fresca la memoria de su padre Eduardo y recuerda cada vez que iban juntos al Mocora, dijo lo que significa ese cinturón dorado para él: "Lo miro permanente. Me lleva a los logros que obtuve y me traen a la mente recuerdos cuando me inicié como boxeador, que era un niño y decía por verlo a mí hermano, que yo queria ser como él. ¡Lo logré y para mí es una satisfacción enorme!".