lunes 22 de diciembre 2025

Alcanzaste el límite de 40 notas leídas

Para continuar, suscribite a Tiempo de San Juan. Si ya sos un usuario suscripto, iniciá sesión.

SUSCRIBITE
La vida fuera de la cancha

Campeón el domingo, vendedor ambulante de lunes a sábado: la historia de Juan Pablo, el pibe de Unión que no descansa

Fue titular en la final ante Desamparados que le dio el Clausura y el título anual. Horas después, con tápers cargados de budines y maicenitas, volvió a caminar las calles de Villa Krause. El recorrido silencioso de un defensor que sueña con cambiar su vida a través del fútbol.

Por Carla Acosta

Pasadas las 18.30, cuando el sol empezaba a bajar y el calor dejaba de quemar, Juan Pablo Alam Décimo llegó en una moto 110 cc junto a su hermano Pedro. Se detuvieron unos segundos, apoyaron el pie en el cordón y bajaron la mercadería. En el táper había masitas dulces, desde macitas hasta tabletas de dulce de membrillo y budines. Todo casero, hecho en casa, amasado y horneado por su papá, Gustavo, con recetas que aprendió en panaderías y perfeccionó puertas adentro. Para Juan Pablo, ese táper pesa tanto como cualquier trofeo.

Hacía apenas unos días había levantado dos copas en el Estadio del Bicentenario con Unión. Fue titular en la final ante Desamparados, jugó con los dientes apretados y terminó festejando un Clausura y un título anual que quedarán en la historia del club. Pero al día siguiente y al otro no hubo descanso. No hubo resaca de gloria ni permiso para quedarse en casa. Se puso el casco, cargó la mercadería y salió a la calle como todos los días. Villa Krause, ese rincón del departamento Rawson que se transformó en su segunda casa, no espera.

El recorrido arrancó sobre el Boulevard Sarmiento, antes de Mendoza, y siguió por cada uno de los locales ubicados por la calle principal. Juan Pablo camina lento, mirando a los costados, ofreciendo con voz tranquila. Saluda, conversa, pregunta cómo andan y hasta se permite charlar sobre fútbol. Algunos vecinos ya lo conocen desde hace años; otros lo miran dos veces, dudan, y recién después lo reconocen. “¡Vamoos, felicitaciones!", le dicen por el título que conquistó días atrás en Pocito. Él sonríe y agradece. La venta continúa.

La rutina es la misma de siemprem aunque ningún día es igual. Por la mañana, preparar los táperes, salir a vender y volver a casa cerca del mediodía. Almorzar, descansar un rato corto, lo justo. A las cuatro y media o cinco de la tarde, el entrenamiento. El cuerpo, a veces, lo siente. El día después de la final, los calambres se hicieron notar. “Mi viejo se puso una mano en el corazón y nos dio libre en la mañana", cuenta entre risas. Por eso la mañana quedó libre, pero a la tarde había que salir igual. “Había que cumplir sí o sí”, dice el chico.

WhatsApp Image 2025-12-22 at 10.43.54
Juan Pablo y Pedro salen a vender todas las tardes por Villa Krause. Una ayuda fundamental para sus padres, Gustavo y Juana, sus dos sostén.

Juan Pablo y Pedro salen a vender todas las tardes por Villa Krause. Una ayuda fundamental para sus padres, Gustavo y Juana, sus dos sostén.

El emprendimiento familiar nació hace tres años, cuando su papá quedó sin trabajo y decidió apostar a lo que sabía hacer. La cocina se llenó de latas, moldes y bandejas. Juan Pablo y Pedro se sumaron como pudieron. No aprendieron las recetas, pero sí el oficio del sacrificio: armar semitas, pintar facturas, limpiar, ordenar, salir a vender. Aprendieron también que no hay números seguros. Hay días en que la mercadería sobra y otros en que se vende todo. Por eso, muchas tardes se estiran hasta que cae la noche y se vende lo último. "A veces es complicado, porque no es plata que tenés fija todos los días", cuenta.

Mientras camina, Juan Pablo escucha comentarios de fútbol, recuerdos del partido, felicitaciones. También recibe el saludo simple del vecino que compra una masita para el mate. En ese cruce de mundos, el título convive con la necesidad. El estadio quedó lejos, pero Villa Krause es el escenario cotidiano, su escenario. Entre los negocios, juega otra final, menos ruidosa, pero igual de exigente.

"No me quejo de salir a vender, es algo que a los dos nos gusta. Interactuamos con la gente, nos hacemos amigos, así que es normal todo".

A los 22 años, el pibe no reniega de su realidad. Sabe que el fútbol puede ser una oportunidad, una revancha, un salto que cambie la historia de su familia. Sueña con otra categoría, con un golpe de suerte. Pero no desprecia el presente. Le gusta salir a vender, hablar con la gente, sentirse parte del barrio que lo vio crecer.

Y cuando el táper empieza a vaciarse y el sol termina de esconderse, el pibe del "Azul" mira el reloj. Todavía queda vender, todavía queda camino. Campeón reciente, defensor de agallas, vendedor ambulante por convicción y también necesidad. Él sigue caminando, porque aprendió que los sueños grandes no se sostienen solo con goles, sino con trabajo diario, silencioso y constante.

Embed - Vendedor ambulante y jugador de Unión
Seguí leyendo

Dejá tu comentario

LO QUE SE LEE AHORA
riquelme acelera por delanteros y boca apunta al mercado externo: los nombres que suenan

Las Más Leídas

Imagen ilustrativa
Cuando la herencia tira más que la sangre: las escalofriantes coincidencias de dos crímenes que sacudieron a sus pueblos
El blooper de un ex arquero de River que terminó en gol de los rivales
Imagen ilustrativa
Tras una discusión de pareja, un joven provocó destrozos en varias viviendas y terminó detenido

Te Puede Interesar