“No le cierro las puertas a nadie”. La frase de Lucas Pratto podría leerse como un cliché. Sin embargo, su declaración en el ciclo Jaque y Mate de La Plata tiene una lectura más profunda: se da en un momento en el que el Oso comprende que su futuro ya no estará ligado a River.
Gabriel Pellegrino, el presidente de Gimnasia LP, lo contactó. Aldosivi y Vélez también merodean. Aunque antes el delantero deberá esperar a que se resuelva el fin de su relación con el club que hace tres años pagó € 11,5 millones por su ficha y que ahora siente que se olvidó de él.
Pratto -según sus íntimos- está decepcionado o, cuanto menos, dolido con Marcelo Gallardo: piensa que hubo una ruptura con el DT que se fue profundizando. Que nada fue igual luego de la lesión en el sacro con la que había tenido que jugar -dice su entorno, por pedido del propio Muñeco- la final de la Recopa 2019.
Incluso después de haber fichado en Feyenoord, el gélido trato se mantuvo a punto tal de que no hubo un llamado al Oso desde el smartphone de MG luego de la fractura de peroné con desplazamiento que sufrió en mayo (no así Rodolfo D’Onofrio, que sí se comunicó él). Una actitud que le resultó chocante a un futbolista que tres semanas antes había escuchado al mismo técnico confirmar sus contactos frecuentes con Sebastián Driussi.
Por eso de algún modo el Oso se convenció de que fue Gallardo el que le cerró las puertas de River. “Hoy no está dentro de las posibilidades de nuestro plantel”, aseguraba el Muñeco en marzo cuando le consultaban sobre qué sería de Pratto si Feyenoord -como ocurrió- decidía no comprar al ariete. Una frase encuadrada en un contexto pero que sonó a anuncio de fin de ciclo.
Al momento de partir, Pratto no era tenido en cuenta en los partidos ABC1: aunque titular en la Copa DAM -promedió 70’ en un elenco alternativo- no fue contemplado para cruces decisivos de la Fase Campeón (sólo jugó 67’ ante Argentinos) ni en la Libertadores: tuvo una media de 9’ en cinco partidos post cuarentena. Atándose a eso el jugador no admite como verosímil el supuesto enojo del DT por su éxodo a Países Bajos.
Ahora bien, la relación River-Pratto ya estaba desgastada desde antes de que volara a Rotterdam: su partida fue encarada por el jugador como una estrategia para despojar al CARP de un gasto que, entendía, la dirigencia no podía afrontar: el de su alto contrato.
Desde su entorno aseguran que el club mantiene con él una cuantiosa deuda (dataría de fines de 2018) y que, luego de un amague de acuerdo que se presentó en septiembre, cuando un alto dirigente le habría prometido un plan de pagos para saldar el déficit, no se produjeron avances significativos.
El éxodo en ese sentido aparecía como una solución: Pratto podría ir a sumar minutos a Europa, instalándose en un mercado poco afín a darles chances a futbolistas maduros. Incluso un club español ya estaba dispuesto a negociar. La fractura alteró todo...
La situación actual, entonces, es compleja: si bien al Oso le llegan sondeos de diferentes instituciones para que complete en ellas su rehabilitación, nadie presentó una oferta oficial. Y esto se debe a que tiene vínculo con River hasta junio de 2022.
Fuente: Olé