La cabina de teléfonos de Santa Fe y Tucumán es un rastro del San Juan analógico, de ese mundo en el que la gente no estaba permanentemente conectada. Esta es la última cabina que quedaba en el centro sanjuanino, ahora destruida por el vandalismo. La mayor parte de las cabinas se retiraron en el 2018, cuando los celulares reemplazaron este tipo de comunicación en todo el mundo y era imposible mantenerlas porque no generaban rentabilidad.
“Le dieron a una empresa tercerizada un trabajo: que levantara todas las cabinas y algunos quedaron por ahí como es el caso de este teléfono. De igual modo la mayor parte de esos aparatos ya no tienen línea, no funcionan más”, explicó el secretario general del Sindicato de los Telefónicos, Marcelo Trujillo.
La otra cabina que sobrevivió estaba ubicada en la puerta del Parque Faunístico, en Rivadavia. Era al estilo patagónico, recubierta de madera. Pero se terminó retirando.
Cuando se retiraron las cabinas en el 2018.
En la Peatonal estaban concentradas la mayor parte de las cabinas de teléfonos públicos de la provincia. Al principio, se usaban fichas que se compraban en kioscos. En un principio, solo se podían hacer llamadas locales y nacionales para posteriormente agregar las llamadas internacionales. Luego, se empezaron a usar monedas de 0,25; 0,50 y de un peso. Con la popularización de las comunicaciones por celular y el lanzamiento del WhatsApp, las cabinas pasaron a ser obsoletas.
Las primeras cabinas instaladas por Telefónica tenían forma de burbuja, eran de color naranja y la última estaba ubicada enfrente de la comisaría tercera, en Trinidad. Posteriormente sumaron cabinas anti viento, de estas tampoco hay más en ningún punto de San Juan.
En la década del ’90 con la llegada de Telefónica las fichas dejaron de circular y los teléfonos empezaron a usar monedas. Los viejos teléfonos naranjas y los negros con disco fueron retirados y cambiados por los azules.
La empresa Telefónica estaba a cargo del mantenimiento de los teléfonos públicos. Cuando el negocio dejó de ser rentable, la multinacional española contrató una firma para que se haga cargo de sacar las cabinas. Al mismo tiempo, despidió a todos los trabajadores que se encargaban de esta labor.
Tampoco quedan teléfonos semipúblicos, estos fueron los últimos retirados. Algunos estaban en la puerta de negocios, pero como nadie los usaba fueron devueltos. El mismo destino corrieron los locutorios, un negocio que supo florecer durante la década del ’90.