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Emocionante Historia

Detrás de una gran Embajadora, una gran familia

Tiempo de San Juan visitó la casa de Lucía Ponce para conocer a quienes viven con ella. Trabajadores de la tierra, muy unidos y con una sencillez que conmueve. Conocé a los Ponce de San Martín.

Por Santiago Staiger

Sin lugar a dudas Lucía Ponce se consagró Embajadora Nacional del Sol por lo que es, lo que representa y por sus proyectos. Detrás de su figura hay una familia que ríe, llora y se abraza por ella. Su mamá, su papá, su hermano, su hijo y dos de sus tres hermanas conviven con ella en una finca en San Martín. Todos ellos recibieron con mucha felicidad a Tiempo de San Juan a las pocas horas de la consagración de la nueva “estrellita” de la familia.

En casa todos trabajan y viven de la tierra. Crían a sus animales y José, el padre, está como encargado de la finca desde hace 12 años. De niño fue chacarero, trabajó la tierra con su papá en Pocito, se fue a San Martín a los 30 años y ahí se quedó. Ya de grande se casó con Anita, tuvieron cinco hijos y ahora tienen cuatro nietos. Son una familia muy unida y lo transmiten con mucha naturalidad. A cada pregunta responden con sentimiento: se emocionan mucho y relatan con pasión.

“Se podría decir que las lágrimas que he derramado anoche han sido las más dulces de mi vida”, sostuvo Anita ante la primera pregunta sobre las sensaciones de ver a “Lucy” como Embajadora. Le tenían fe, pero no tanta. Tenían la ilusión de que ganara pero sabían que era difícil. Ni bien se conocieron los resultados de la votación, sus teléfonos no pararon de sonar. Mensajes, llamadas y saludos de todas partes de la provincia, del país y hasta del mundo.

Mirá la primera parte de la entrevista a la familia de Lucía Ponce:

Sobre cómo fueron las últimas semanas, contaron que toda la familia se puso a disposición de la candidatura de Lucía. “Hemos dormido como mucho tres horas por día, pero todo valió la pena”, sostuvo su hermana Anita, que se llama como su madre. Todos hicieron su sacrificio, desde llevarla y traerla para todos lados hasta duplicar su esfuerzo en el trabajo porque, como en cada verano en San Juan, es época de cosecha y no pueden pasar eso por alto. Mucho esfuerzo, voluntad y esperanza dieron sus frutos, y así lo cuentan ellos en primera persona:

Todos están de acuerdo en que Lucía es muy “intensa”. Al menos así la definen quienes conviven y la conocen desde toda la vida. Aseguran que siempre había querido hacer cosas relacionadas con la salud y que quería estudiar medicina para darle una mano a sus abuelas. “Lamentablemente no pudo”, se lamentó Anita, quien admitió que la familia no pudo costearle la carrera: “La sentamos y le dijimos que no podíamos, por más que en La Rioja o en Córdoba era gratis, no teníamos para el alquiler, la comida, para nosotros era mucho gasto. Yo fui a averiguar y lo más cercano y parecido que podíamos sostener era radiología, y a ella le gustó”, contó.

A la izquierda está Lucía. A su lado está su hermana Fabiana y en el medio su abuela. Luego están su hermana menor, su hermano y su madre.

La figura de la abuela es muy importante en esta familia, y con mucha emoción y lágrimas en los ojos, Anita relató su historia: “Me cuesta hablar de ella aún. Mi mamá se ponía la mochila al hombro y hacía trabajos igual que un hombre en el campo. Pero la diabetes le ganó y le quitó la vista”. Esta situación familiar marcó mucho la vida de Lucía, que siempre le buscó la vuelta para hacer feliz a su abuela Marcelina Petrona Páez, quien falleció hace ya 12 años: “Lucy iba y cortaba una florcita de cada planta y le hacía tocar y oler a mi mami. Y le contaba de qué color era. Después iba y le hacía conocer otras las plantas”, agregó.

Como podrá apreciarse, muchas son las anécdotas que marcaron a fuego la vida de la familia Ponce y, particularmente, la de Lucía. Estas son algunas que sus familiares quisieron compartir con los lectores de Tiempo de San Juan:

Por último, vale la pena contar que la flamante Embajadora está casada con Carlos y tienen un pequeño hijo que está por cumplir tres años. Él es diseñador gráfico y comparten el proyecto de Escritura Braile ESBRA, por el cual buscan que toda la gente que sufre de ceguera pueda acceder a todos los recursos que las personas con visión pueden. De cara a lo que viene, seguramente habrá desafíos nuevos para la joven sanmartineana y para todo su entorno familiar, que la acompañará inclaudicablemente a donde sea que vaya.

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