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Informe

En San Juan hay 26 chicos en adopción que no encuentran una familia

Estadísticamente los postulantes prefieren adoptar bebes y niños que no superen los 5 años. “Es realmente triste e impactante”, dice un funcionario sobre esta realidad en la provincia.

Por Pablo Amado

Según los datos del Registro Único de Aspirantes de Guardas, en Argentina, el 92% de los postulantes prefieren adoptar bebes en detrimento de chicos y adolescentes. En nuestra provincia esa estadística también vale. Porque “actualmente hay 26 niños de entre 12 y 17 años en residencias estatales que no fueron adoptados”, afirmó Marcelo Bartolomé, a cargo de la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia de San Juan.

“Es realmente triste e impactante cuando los niños se quedan a vivir en las residencias del Estado. La mayoría de los postulantes buscan chicos recién nacidos o de corta edad, de entre los 4 y 5 años”, agregó el funcionario. Otro dato visible que deriva de esto es que mientras más grandes son, menos chances de ser adoptados tienen. Así muchos pasan su vida en diferentes residencias hasta que alcanzan la mayoría de edad a los 18 años. Pero hasta que eso sucede, hay un largo camino de desilusión para estas personas.

En la provincia hay 12 residencias atendidas por empleados de la Dirección de la Niñez dependiente del Ministerio de Desarrollo Humano. En general albergan entre 6 a 8 menores cada residencia. Y al contrario de lo que suele pensarse, son muy pocos los bebés que ingresan en el circuito de la adopción: la inmensa mayoría de las chicas y chicos tienen más de 6 años y muchos son preadolescentes o adolescentes. Además, los profesionales que trabajan en estas residencias, aseguran que son habituales las crisis que tienen los más grandes que ven una y otra vez cómo las niñas y los niños más chiquitos, incluso los que habían ingresado al hogar después de ellos, son adoptados antes.

¿Cómo es el proceso de abordaje desde el origen?

El punto de partida es cuando se detecta que un menor o adolescente sufre algún tipo de violencia en su familia, desde maltrato o abandono, hasta abuso sexual. Ahí interviene el órgano de protección local, que en San Juan es la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia, para determinar la medida excepcional; el término legal que se utiliza para nombrar la decisión de apartarlos de su familia de origen.

Existe un proceso donde evalúan la situación específica y de ahí puede haber tres desenlaces:  que queden a cargo del Estado de manera provisoria, que una familia inscripta los adopte o ir a la casa de algún familiar (como tíos o abuelos) o, incluso, con otros referentes afectivos, que pueden ser, por ejemplo, una vecina o vecino del barrio.

En si la Dirección de la Niñez tiene 24 horas para comunicar la medida al magistrado que corresponda, quien debe hacer el control de legalidad desde ese momento y durante todo el tiempo que dure.

Según la Ley de Adopción 24.779, en Argentina, el plazo de las medidas excepcionales no debería superar los 180 días. En ese tiempo, se debería determinar si el menor vuelve con su familia de origen o se abre una declaración de adoptabilidad.

Al respecto, Bartolomé afirmó que “en la práctica esto suele extenderse un poco más porque en ese tiempo es donde también se empieza un trabajo interdisciplinario para conocer la realidad de las familias”. Aquí es donde aparecen casos de mamás y papás que necesitan tratamientos de adicciones, hasta algunos con problemáticas de salud mental más o menos complejas.

La Justicia toma una decisión 

Si en el proceso no se logra una revinculación con la familia de origen y la Justicia declara la adoptabilidad del menor o adolescente, la familia tiene el derecho de apelar; lo que muchas veces suele prolongar los asuntos legales. Al respecto, la decisión que toman los magistrados o los órganos intervinientes en reiteradas oportunidades no tienen perspectiva de infancia y estos chicos y chicas se quedan sin la posibilidad de ser escuchados.

Apenas un juez dicta la situación de adoptabilidad de un menor o grupo de menores, la búsqueda comienza en el registro de postulantes de la jurisdicción a la que pertenecen los chicos. En caso de que no se encuentre ninguna opción se amplía a las regiones cercanas y finalmente a todo el país. Y el último recurso para encontrarles una familia son las convocatorias públicas, que son llamados abiertos a toda la comunidad. Esta herramienta empezó a utilizarse en los últimos diez años, pero a muchos magistrados no les simpatiza mucho la idea; porque consideran que así están decretando que un chico ya es complicado de insertar en una familia.

La búsqueda de una familia: un largo camino por recorrer

Con la sentencia firme, empieza la brecha entre lo que quieren los aspirantes y la realidad. Las estadísticas nacionales marcan que los postulantes prefiere bebés o menores de 4 a 5 años, pero la mayoría de las chicas y los chicos que esperan ser adoptados, tienen más de 6 años, o rozan o están en plena adolescencia. Incluso hay casos donde pueden ser parte de grupos de hermanos, o tener algún tipo de discapacidad o problema de salud. “Pero lo que buscan los postulantes es más bien un chicho pequeño, que este sano y que no tenga un pasado complejo”, sostuvo Bartolomé realizando una crítica.

Aparece una familia, pero primero hay que intentarlo

Si aparece una familia, el Estado dispone un tiempo para que las partes se conozcan. Y aquí suele darse algo llamado “vinculaciones fallidas”, que lamentablemente son muy comunes. Se dan cuando el niño o niña y la posible familia adoptiva empiezan a conocerse (en un plazo mínimo de seis meses) y no logran convivir como esperaban.

“La adaptación a una nueva familia lleva su tiempo; y hay casos donde los chicos comienzan el proceso de vínculo con otra familia y no llega a funcionar. Por eso tienen que volver a la residencia y algunos pasan 3 o 4 años en el hogar. Otros en cambio, se quedan a vivir esperando que algún día los adopten”, dijo el director de Niñez sobre esta problemática en la provincia.

Y agregó “si no aparece una familia y cumplen los 18 años no les abrimos la puerta y les decimos que se vayan. Los contenemos hasta que se puedan estabilizar y conseguir algún trabajo, pero en general los mismos chicos van creciendo y empiezan a tener sus propios proyectos”.

Las cuidadores y cuidadores de las residencias de menores dicen que muchos chicos se resignan y pierden la fe en ser adoptados cuando alcanzan los 8 o 9 años. Y es en esos momentos donde ellos tratan de contenerlos. Por citar un ejemplo, en la Navidad pasada, en la Residencia Capitán Lazo de Rawson propusieron a los chicos que escribieran en un papel sus deseos. Lo que sea, lo que quisieran. Es algo que hacen seguido y casi siempre las respuestas son variadas: desde un dispositivo tecnológico hasta unas zapatillas último modelo, pero en 2018, todos pidieron lo mismo: una familia.

Fuentes:
-Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia 
-Coordinación de Residencias del Ministerio de Desarrollo Humano 
- Hogar Capitán Lazo
-Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos 
-Ley de Adopción 24.779
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