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Juicio de Lesa Humanidad

La historia no contada de la tercera sobreviviente de La Marquesita

Su nombre no figurará por ahora en los diarios, por pedido suyo, pero ya declaró ante el Tribunal y contó su experiencia en ese Centro Clandestino de Detención. Su experiencia había quedado oculta por mandato familiar. Ahora empezó a sacar a la luz su propia historia. Por Viviana Pastor.

Por Redacción Tiempo de San Juan
Día de fin de curso de la escuela. Una docente se dirigía a trabajar con una torta para sus alumnos, premio a un año de estudio, cuando fue “chupada”, secuestrada, por un operativo del Ejército y llevada a La Marquesita, era noviembre de 1976.
Durante 36 años vivió en silencio, guardando el terror sólo para ella, hasta que en marzo pasado declaró en el juicio por delitos de Lesa Humanidad que se realiza en San Juan. Lo hizo acompañada de su psicóloga y sin público. Pero fue recién esta semana cuando se animó a volver al lugar de su infierno y participó en el recorrido de los campos donde estuvo secuestrada a fines del ‘76. Ella no participó en el primer recorrido que el Tribunal Oral, que lleva adelante el juicio por delitos de Lesa Humanidad, hizo en el mismo lugar, en marzo pasado.
La semana pasada esta testigo dio la cara, pero pidió al Tribunal que los medios no publiquen su nombre, para resguardar la débil salud de su madre, de 90 años. No se sale del ostracismo mantenido tantos años de un día a otro. La mujer había enterrado este capítulo de su vida a tal punto que su hijo de 30 años no supo nada hasta ella se decidió a declarar. Ella nunca se lo pudo contar antes.
Hasta el 2012, su nombre no estaba en las listas de los ex detenidos de la dictadura, no figuraba en las crónicas contadas por los que habían sobrevivido un secuestro, su historia había permanecido enterrada.
Quizás por eso, algunos dudaron de su “aparición”. ¿Por qué esta mujer se presentaba ahora cuando hasta el año pasado se pensó que sólo había dos sobrevivientes de La Marquesita? ¿Por qué se conoció recién ahora su historia? Margarita Camus, Juez de Ejecución Penal, víctima del terrorismo de Estado y querellante en su propia causa, contó que cuando la dejaron en libertad, se cree que en diciembre de 1976, la orden de su padre fue “de esto no se habla más”, como si el silencio alguna vez hubiera podido ayudar a borrar el horror. Lo cierto es que el mandato del jefe de la familia se cumplió hasta su muerte, y recién a partir de entonces esta víctima pudo empezar a elaborar su historia.
“Yo la conocía, era militante conmigo de Montoneros, pero hasta el momento de la instrucción no sabíamos que le había pasado, no habíamos tenido contacto en todos estos años. Yo había hablado con el fiscal y su causa estaba elevada  juicio, incorporada a mi causa, es decir que su caso ya venía de la instrucción, pero no es ningún testigo secreto”, contó Camus.
Cuando pudo declarar lo hizo a puertas cerradas y sigue pidiendo la reserva de su nombre, por su madre.
Camus contó que esta testigo hizo un proceso para poder recordar “lo que hoy se permite recordar” y poder declarar; “pero por la declaración, presumimos que hay más cosas que las está tapando, las está negando y no puede, aunque sí identificó a los militares”, señaló la Jueza.
Eso quedó comprobado en La Marquesita esta semana, cuando contó al fiscal, Mateo Bermejo, nuevos elementos que no había recordado en su declaración.
Su aparición fue muy valiosa para quienes sostienen el juicio, ya que hasta antes de su inicio se había asegurado que sólo dos personas habían sobrevivido a las torturas de La Marquesita, donde funcionaba el camping de suboficiales del RIM 22 que fue convertido en los años de plomo en un Centro Clandestino de Detención (CCD). Allí llegaban quienes no figuraban en ninguna lista oficial y eran pocos los que salían vivos.
Ahora, a los nombres de los sobrevivientes Jorge “el Polaco” Monroy e Hilda Díaz, se suma el de esta ex docente que arrojó más luz sobre lo que pasaba en ese lugar de suplicio y sobre quienes pasaron por allí.
“Era un piso de piedra y pasto duro. Cuando me traen entramos por una calle de piedra, me bajan del auto, me toman de los hombros, me arrastran y ahí siento el ruido de un canal, no de una acequia suave sino de una canal, me toman de las piernas y saltan. Yo decía que estaba en una carpa o algo similar a eso porque por ejemplo, cuando hacía mucho calor me daba cuenta que era la siesta, abrían una parte y entraba esta frescura”, contó la ex detenida en el mismo campo.
“Para el lado de los pies entraban, por ese lado corrían la carpa. En el juicio cuando declaro, me preguntan si había alguna mujer y después haciendo memoria, sí escuché  los dos primeros días a dos mujeres en la mañana. Era como que les daban desayuno, hablan un poco, eran voces de compañeras y luego el silencio”, dijo.
Margarita Camus advirtió que en esos lugares de tortura vivieron “cosas tan horrendas”, que cada uno hizo su proceso y cada uno lo llevó como pudo.
“Ella declaró lo que hasta ahora puede, hasta acá, y eso lo respetamos porque es tremendamente duro y difícil. Hay otros que han hecho otros procesos, que es hablar, como yo. Pero cuando silencias dentro del propio grupo familiar y se ordena que no se hable del tema para que no duela… ella lo pudo sacar recién ahora, tiene un hijo de 30 años que la acompañó a declarar y hace poco se había enterado de esto”, contó Camus.
La víctima contó que el de La Marquesita no era un grupo reducido, sino un grupo importante donde la mayoría eran varones. “Había un señor en muy malas condiciones, lo suponía por sus quejidos, sus lamentos, el llanto, era implorar y acordarse de la madre. En la noche eran las sesiones de picana, el trajinar, venir, picanear, tomar declaraciones, el submarino, después volvían. Y otra cosa que recordé es que había un perro que avisaba cuando venían”, relató.
También hizo referencia al ruido del viento entre los árboles, pudo identificar el muy característico ruido del pino que hay en ese campo; y el ruido de un canal cercano.
A Tiempo de San Juan la testigo contó que no sabe cuántos días estuvo detenida, “ese es mi gran problema, las fechas, fueron 15 o 20 días, la memoria me juga una mala pasada porque yo me cerré y no hablé, no puede elaborar eso”, dijo.
Camus agregó que tampoco pudo decir el día de su detención, “ella lo pudo reconstruir de esa manera, con eso recuerdos. Hay muchas cosas que no puede definir como los días que estuvo presa, suponemos que fue entre fines de noviembre y el 20 de diciembre”.
Hay piezas del rompecabezas que empiezan a encajar gracias al juicio; y gracias a la declaración de esta testigo sin nombre (para la prensa) hay nuevos elementos que podrían determinar que en el peor lugar de tortura y sufrimiento durante el ’76 y ’77, la temida  Marquesita, tal vez haya otros sobrevivientes.

 

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