Si googlean “yoga”, una de las primeras definiciones que aparecen es que se trata de una práctica que conecta el cuerpo, la respiración y la mente, por medio de posturas físicas, ejercicios de respiración y meditación para mejorar la salud. Estas prácticas son guiadas por personas que se forman para ello, y que hacen del yoga una filosofía de vida.
Tiempo de San Juan realizó un viaje al interior de la disciplina. Zulma Navea, Belén Sánchez, Fernanda Palacio y María Flores comentaron cómo fue que llegaron a ser instructoras, qué significa el yoga en sus vidas, los pros y contras de enseñar y qué tanto las ha marcado yoga.
Primer acercamiento al yoga, un viaje de ida
Las cuatro profesoras sanjuaninas coincidieron. Dentro de la disciplina encontraron una pasión, un camino para transitar no sólo sobre la mat o colchoneta sino en todas las instancias de la vida.
Todas tuvieron un primer acercamiento por distintos motivos, como modo de entrenamiento, por similitudes con otras prácticas, para sumar con el objetivo de lograr bienestar. Pero a medida que fue pasando el tiempo, tuvieron la necesidad de compartir sus beneficios con otras personas. Así fue que decidieron realizar distintos cursos para poder ponerse frente a un grupo y guiar las prácticas.
Contras, casi ninguno; los pros, todos
“Pros, todo. Las bendiciones más grandes y manifestaciones más grande las he tenido a través del yoga. Hay cosas que son impagable. Ver señoras grandes con edad avanzada es impresionante, impagable. Contras, ninguna. Hasta ahora no puedo decir que haya algo que no me guste”, señala Zulma.
En la misma línea opinaron Belén, Fernanda y María; aunque Belén rescata que más que contras son desafíos, por ejemplo, los prejuicios en torno al yoga y la creencia que es una religión, o es que es solo para sanar algunas molestias físicas. Fernanda por su parte señala que muchas veces las personas no se acercan a la disciplina por lo que consumen en redes sociales. “Hoy en día las redes sociales ayudan mucho, pero también contaminan. Nos encontramos de repente con una postura súper acrobática. Las personas se encuentran con eso y creen el yoga es tener flexibilidad, y no es así. Y no es solo flexibilidad física, sino también mental y emocional”, aseguró.
Con relación a los pros, lo que más destacan es no solo el bienestar personal que han notado desde que llevan adelante la práctica, sino también el agradecimiento constante de quienes aceptan al yoga en sus vidas.
“Se me han quedado dormidos un montón de veces”
Anécdotas miles. Desde la persona que se enoja porque no le salen las posturas, hasta los que abandonan y luego regresan como si no hubiera pasado nada, las cuatro profesoras de yoga comparten una que parece ser moneda corriente: el alumno se duerme en clase.
“Gracias a Dios no me ha pasado de tener gente con lesiones, pero si se me han dormido. Al principio me desesperaba porque se me dormía la gente, pero es algo que pasa”, remarca Zulma; mientras que Belén asegura “yo entro y salgo de la meditación fácilmente, pero hay gente que se duerme. Es gracioso en ese sentido, gente que está dispuesta a estar más relajada, que está bien. Hay gente más disponible para la relajación. Al comienzo me costaba darme cuenta de eso, pero es algo que pasa en yoga”.
María agrega “se me han quedado dormidos un montón de veces, muchas personas. A veces haces sonido y los ves completamente entregados al sueño. Es lo más común que me ha pasado”.
Una vida dedicada al yoga, hasta el fin de los tiempos
Cuando las profesoras aseguran que el yoga es un camino de vida, lo sostienen porque lo ven como parte de sus futuros. Las cuatro señalaron que esperan verse hasta el último momento de sus vidas no solo enseñando, sino aprendiendo, capacitándose todo el tiempo.
“Me veo como prácticamente, profe, alumna y aprendiz hasta el final”, señaló Belén.
Pregunta obligada a profes de Yoga