Para la mayoría de los sanjuaninos, un recuerdo típico de infancia es haber pasado por la esquina de Avenida de Circunvalación y General Acha, y observar aquel chalet con su alto techo a dos aguas, las paredes blancas y las columnas marrones, como si fuera una casita de chocolate tan hermosa que podría haber formado parte de una página del cuento de Hansel y Gretel. Ahora, después de haber pasado por un proceso de subasta, su aspecto cambió. En los últimos días fueron eliminados del lugar el verde, las pérgolas y los caminitos de piedra que le daban un toque especial a su fachada.
La antigua casona fue rematada a finales del año pasado, removiendo recuerdos profundos para la familia González Rodríguez, dueña del lugar. En ese momento, Alejandra, una de las nietas del matrimonio que la habitó durante décadas, no pudo contener la emoción al hablar de la propiedad durante una entrevista con Destino San Juan, publicada en este diario.
La subasta del pintoresco edificio, declarado Patrimonio Cultural, lo que limita cualquier tipo de modificación estructural en la casona, fue realizada por el martillero Juan Pablo Arabel Trucco, y finalmente fue adquirido por uno de los condóminos, dueño del 50 % de la propiedad, por 430,8 millones de pesos. Así, el chalet permaneció dentro del círculo familiar.
Actualmente, el espacio está siendo reparado. Todo el terreno está rodeado por una tela verde, y detrás de ella se pueden ver los cambios en el lugar. Más allá de que la casa conserva su aspecto original (salvó el tono de algunas de sus ventanas), todo a su alrededor cambió. Se quitaron las pérgolas y las plantas que trepaban por sus columnas, al igual que los cercos de madera pintados de blanco, los macetones, las farolas negras, los caminitos de piedra, los arbustos, las flores y la totalidad del parquizado.
Del mismo modo, los antiquísimos árboles que la rodean y estaban cubiertos por flora verde, ahora se ven marrones.
Según contaron vecinos de la zona, los trabajos en el área verde comenzaron hace casi dos semanas, y todos creen que la idea es replantar el espacio que rodea a la casona para que recupere su brillo.
Una historia de 93 años
La casona de la transitada esquina fue construida en 1932 por un hombre de apellido Pujol, quien, después del terremoto de 1944, decidió venderla y abandonar la provincia, según consta en los archivos de Tiempo de San Juan. Fue entonces cuando la adquirió Héctor González Rodríguez, médico sanjuanino, tras una señal de fe: mientras evaluaba su compra, presenció una procesión mariana. Pese a los daños del terremoto, decidió conservarla, y la vivienda fue consolidada por un técnico que aseguró su estabilidad. Desde entonces, resistió varios sismos y fue el hogar de una familia que marcó una época.
El chalet, que tiene 2.200 m² de superficie total y 500 m² cubiertos, fue también sede de eventos sociales y culturales organizados por Nélida Rodríguez y, posteriormente, por su hija Mabel.
Sin embargo, la historia no está exenta de heridas: en los años '80, la construcción de la Avenida de Circunvalación implicó una expropiación que redujo el terreno y afectó la armonía del parque, ese mismo en el que hoy solo se ve tierra. Aun así, la casa se mantiene como un símbolo de memoria familiar y patrimonio colectivo.