Doña Galinda, la biblioteca ambulante que rueda por el país y festejó sus 10 años en su paso por San Juan
La historia de Laura Visciglio (39) dio un giro rotundo en 2015. Sin saber conducir, compró una emblemática Kombi Volkswagen del ’81, la llenó de libros y salió a compartir lecturas. Desde 2022 recorre las provincias argentinas con propuestas literarias y rescatando historias de cada rincón del país.
“Los detalles hacen la diferencia”, dijo Laura Visciglio (39), docente oriunda de La Matanza, que hace 10 años decidió cargar sus libros en una Kombi Volkswagen del ’81, compartiendo y recopilando historias. No solo las historias de papel que nutren su biblioteca, sino las de las comunidades y personas que ganan su corazón en cada paso, en cada kilómetro del camino desde 2022, cuando decidió dejarlo todo y rodar por la Argentina.
Una torta, muchos abrazos y amigos nuevos esperaron en San Juan el pasado 28 de noviembre a “Doña Galinda”, esa casa itinerante de cuatro ruedas que Laura llama hogar. “Las personas empatizan con el proyecto y sin toda esa gente que colabora, participa, se comunica conmigo, sería el camino mucho más difícil”, reflexionó y no escatimó en agradecimientos tras su paso por la provincia.
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Uno de los destinos locales fue la Escuela de Capacitación Laboral Balvé, que funciona en el turno nocturno del reconocido establecimiento céntrico de calles San Luis, entre Güemes y Caseros. “Para nosotros es importante no solamente todo lo que traemos y contamos, sino todo lo que la historia, los mitos y las leyendas que los lugares tienen para compartir”, aseguró, convencida. El encuentro con los estudiantes se dio gracias a Néstor, un profesor de cerámica: “Nos contó que la profesora Analía, de dibujo publicitario, había realizado con los estudiantes la ilustración de diferentes leyendas de la provincia de San Juan”.
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El segundo destino fue el Instituto de Bibliotecología Mariano Moreno; la docente Jesica abrió las puertas para compartir una clase única. "Llevamos un montón de objetos poéticos donde los estudiantes pudieron conocer la experiencia de la biblioteca rodante como un espacio más de formación”. Fue la conocida titiretera sanjuanina Verónica Almirón quien le dio hospedaje en San Juan.
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El origen de una aventura sobre ruedas
"Yo era docente de nivel inicial y con el tiempo, trabajando con las infancias, me di cuenta del poder y la magia que propone la literatura", expresó Laura Visciglio a Tiempo de San Juan.
Una década atrás iba a Banfield a buscar su destino. "Ni siquiera sabía manejar, pero sabía lo que quería", escribió en su cuenta de Instagram @galindabibliotecarodante para recordar aquel día que compró la emblemática camioneta en el mes de mayo. Meses más tarde, a fines de noviembre, llena de vida, llena de magia, llena de libros, recibiría un nombre.
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Su espíritu aventurero se desbocó en 2022: "Renuncié al trabajo, devolví el departamento que alquilaba y decidí recorrer Argentina con la Biblioteca Rodante". Desde entonces, Córdoba, San Luis, Mendoza, entre otras provincias, conocieron su historia. "Hacemos funciones de narración oral enriquecidas con títeres y teatro Kamishibai. Realizamos un taller para docentes, mediadores o personas interesadas en literatura infantil y juvenil". Una verdadera bomba cultural, que explota en cada lugar a donde va: "Dejamos que las infancias conozcan esta biblioteca rodante, que se puedan subir, que la puedan explorar".
Sin apuro, "llegar" no es solo contar: es escuchar, mirar, percibir todo lo que los lugares tienen para convidar. El propósito real: "habitar el espacio público" y "encontrarnos". De repente, vecinos y vecinas hacen una ronda en una plaza, calle o vereda, donde sea, con la literatura como excusa para ofrecer la historia de uno y conocer, también, la del prójimo. "El objetivo de Doña Galinda es transformar el espacio cotidiano en un espacio poético. La literatura va a buscarte, la biblioteca va a donde vos estés, en cualquier rinconcito", agregó.
Un horizonte que se mueve con el andar
En el itinerario de Doña Galinda hay planes, pero también mucha intuición. Laura lo dice sin vueltas: “En la ruta voy tomando las decisiones de a dónde quiero ir, también un poco me dejo llevar por el camino”. Las direcciones aparecen en forma de invitación, de oportunidad artística o de casualidad. Así llegó a Catamarca, por ejemplo: “A veces me encuentro con propuestas, un encuentro de títeres, por eso fui a Catamarca, también me convocan”.
El viaje se sostiene en el movimiento y en la apertura. No hay un mapa rígido, sino un rumbo que se traza solo, paso a paso. “Ahora vengo bajando por el calor, hay mucha incertidumbre. Hay un mínimo horizonte y a veces es entregarme a lo que va apareciendo”, confiesa. En esa entrega, la ruta devuelve regalos: “El camino tiene muchas propuestas y eso está bueno, ver qué ofrece el andar”.