Con una misa cargada de emoción despidieron a las monjas del Colegio La Inmaculada, que se van de San Juan tras 139 años
Las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús celebraron una última eucaristía junto a la comunidad sanjuanina antes de cerrar una etapa de 139 años en la provincia.
Con profunda emoción y gratitud, la comunidad educativa y religiosa del Colegio La Inmaculada participó este jueves de la misa de despedida de las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús, que tras 139 años de presencia ininterrumpida en San Juan dejan la provincia. La celebración se realizó en la capilla del colegio y fue presidida por el arzobispo de San Juan, monseñor Jorge Lozano, quien acompañó a las religiosas y a los fieles en un clima de recogimiento y agradecimiento por décadas de servicio.
La ceremonia reunió a docentes, alumnos, exalumnos, familias y miembros de la comunidad en general, que colmaron el templo para rendir homenaje a una congregación que marcó la historia educativa y espiritual. Durante la misa, no faltaron los gestos de cariño, los recuerdos compartidos y la emoción visible entre quienes formaron parte de este largo camino.
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El motivo detrás de la salida y cómo seguirá el vínculo con el colegio
En diálogo con Tiempo de San Juan, la hermana Valeria, de la comunidad Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús, explicó que la decisión no fue repentina, sino el resultado de un proceso de discernimiento que la congregación viene realizando desde hace años, vinculado principalmente a la disminución en el número de religiosas.
“Hace mucho tiempo las comunidades se fueron achicando. Yo llegué a vivir en una comunidad de ocho hermanas y en estos últimos años acá en San Juan éramos tres”, señaló. En ese marco, explicó que también se dio un proceso paulatino de delegación de funciones en equipos laicos, tanto por la menor cantidad de hermanas como por la creciente especialización que requieren los cargos de gestión educativa.
Según detalló, a nivel nacional la congregación cuenta con dos grandes delegaciones y, tras evaluar la situación, se resolvió mantener comunidades estables solo en dos lugares, por lo que San Juan y Salta dejarán de tener presencia permanente de hermanas. La elección, explicó, se apoyó en que ambos colegios cuentan con equipos de gestión sólidos y consolidados.
No obstante, la hermana Valeria remarcó que el Colegio La Inmaculada seguirá perteneciendo a la congregación y que no se trata de una desvinculación. “No es que nos vamos y el colegio queda solo. Va a haber una hermana designada que va a visitar San Juan con frecuencia, al menos mensualmente durante el primer año, para acompañar al equipo de gestión”, explicó.
Además, el colegio continuará integrado a las líneas educativas y pastorales de la congregación a nivel nacional, con participación en encuentros, capacitaciones y actividades conjuntas, tanto en lo institucional como en lo pastoral. “Para la comunidad educativa no va a haber diferencias en ese sentido. La obra sigue igual, lo que cambia es que no habrá presencia permanente”, aclaró.
La religiosa reconoció que la partida no es sencilla. “Para nosotras tampoco es algo indiferente. Tenemos afectos, amistades e historias en San Juan. Duele, pero creemos que era una decisión necesaria”, expresó, al tiempo que explicó que, por el carisma de la congregación, priorizan la vida comunitaria, por lo que no consideran viable que quede una sola hermana en la ciudad.
La misa de este jueves fue el acto formal de despedida, aunque las hermanas permanecerán aún algunas semanas más en la provincia. Tras las fiestas y el período de vacaciones, el cierre definitivo de esta etapa se dará durante los primeros meses del año próximo.