El gobierno argentino está preparando activamente un nuevo viaje oficial del presidente Javier Milei a Israel, con el objetivo central de avanzar en el polémico traslado de la Embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén. Este movimiento, que se proyecta para 2026, ha generado un intenso debate interno y serias advertencias sobre sus posibles consecuencias diplomáticas y geopolíticas.
El ministro de Relaciones Exteriores, Pablo Quirno, confirmó que se está organizando la visita presidencial para "terminar de trasladar la Embajada a Jerusalén". El propio Quirno tiene previsto viajar a Israel en febrero para delinear la agenda del Jefe de Estado, que tendrá como eje principal el cambio de sede diplomática. El anuncio se da tras la reciente visita del canciller israelí Gideon Sa’ar a Buenos Aires, donde Milei le comunicó su intención de inaugurar la nueva Embajada en Jerusalén esta primavera (según el comunicado de ese momento).
Milei, quien ha demostrado ser abiertamente pro-Israel y tiene un fuerte interés por el judaísmo, ya ratificó la intención de trasladar la sede a Jerusalén Occidental desde el Parlamento de Israel. Si esta decisión se concreta, Argentina se convertiría en el octavo país en reubicar su embajada, siguiendo los pasos de naciones como Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Kosovo, Papúa Nueva Guinea y Paraguay.
Advertencia geopolítica: Alineamiento y riesgos
La decisión del presidente Milei es interpretada por analistas como un alineamiento incondicional con el gobierno de Benjamin Netanyahu, una postura que conlleva graves riesgos geopolíticos debido a que Jerusalén es una ciudad en disputa según el derecho internacional.
La comunidad internacional, incluyendo potencias como la Unión Europea y organismos de la ONU, sostiene que el estatus de Jerusalén debe ser resuelto mediante un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos.
Las consecuencias de este gesto son profundas:
- Tensión Diplomática: Especialistas han advertido que el traslado puede tensar severamente los vínculos de Argentina con países árabes y otras naciones del mundo islámico, lo que podría acarrear posibles repercusiones comerciales y diplomáticas.
- Pérdida de Equilibrio: Esta postura reduce la capacidad de Argentina de mantener un rol equilibrado en foros multilaterales. Tradicionalmente, el país apoyó la solución de dos Estados (Israel y Palestina), con Jerusalén como capital compartida.
- Controversia Internacional: El alineamiento ocurre en un momento en que el gobierno de Netanyahu enfrenta graves cuestionamientos por su accionar en la Franja de Gaza y la ocupación de territorios palestinos.
La necesidad del aval legislativo: Un frente de batalla interno
Más allá de las ramificaciones internacionales, el plan de traslado enfrenta un obstáculo legal crucial en el ámbito doméstico. El movimiento no puede ser una decisión unilateral del Poder Ejecutivo.
La ley argentina establece de forma clara que la ubicación de una embajada, al ser un asunto sensible de política exterior, requiere el aval legislativo. En otras palabras, la decisión de trasladar la embajada a Jerusalén Occidental debe ser aprobada mediante una ley del Congreso argentino.
Este requisito legal asegura que el debate sobre las relaciones exteriores del país no se resuelva únicamente por decreto presidencial, sino que pase por el cuerpo legislativo.
Los sectores opositores en Argentina ya han anticipado que rechazarán una iniciativa que consideran "peligrosa para los intereses de Argentina", lo que augura un intenso debate en política exterior y en el plano interno.