A veces no tiene que pasar por el Parque de Rivadavia, pero lo hace. Lo hace para empujarse a sí mismo, para recordarse que junto a su equipo pudo construir esa obra que reúne a los vecinos para tomarse un respiro de la presión de la diaria. La anécdota la cuenta el mismo Fabián Martín, candidato a vicegobernador del sublema Cambia San Juan. Por primera vez, el Intendente de Rivadavia reveló cómo fue su infancia, la influencia que tuvo en su vida el deporte y sus inicios en la política. La charla fue en su oficina, frente al Parque que le infla el pecho.
El rincón favorito de Fabián Martín en Rivadavia
De juventudes y deporte
Fabián pasó su infancia en el barrio Camus, fue a la primaria del barrio, a la escuela Mosconi. Su padre era viñatero y su madre ama de casa. Tiene una hermana mayor, que se dedica a la docencia. De niño y adolescente, era un fanático del deporte y sin dudarlo afirmó que era mejor en las canchas que en las aulas. Entrenaba en Sportivo Desamparados y en Huaziul.
“Soñaba con ser jugador de fútbol, jugué en Desamparados de los 13 a los 16 años, empecé a jugar al rugby y tuve que optar por uno de los dos. Jugué hasta los 35 años. Hoy juego al fútbol en la Liga Profesional, nos sentimos que jugamos la final del mundo, creemos que corremos rápido pero ya no corremos rápido, la pasamos muy bien”, contó. Parte de los mejores recuerdos de su juventud están en la plaza Desamparados, cuando salía de entrenar con sus compañeros y compartían una Coca en los escalones.
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Fabián Martín con su madre.
“He tratado de ser la misma persona, voy a llevar ocho años de intendente, hasta hace dos años me despertaba los primeros cinco segundos y no podía creer que hubiese llegar a ser intendente, parecía un sueño tan lejano”
Fabián viene de esas típicas casas de clase media en las que los padres insisten con sus hijos estudien, con que terminen una carrera universitaria. Nunca le gustó estudiar, pero decidió cumplir el deseo familiar. Se decidió por abogacía. Empezó en la Universidad Católica de Cuyo y terminó la carrera en la Universidad Nacional de Tucumán, a los 24 años. No cursó y rindió meteóricamente porque le encantaran los libros, sino porque pensaba que estaba más cerca de cumplir con el mandato. No fueron muchos los meses que pasaron desde que obtuvo el título para que le diera la razón a sus padres. “Si no hubiera sido abogado no hubiera sido intendente”, concluye.
Su camino en la política
No viene de una familia relacionada con la política, tampoco había debates familiares ni ideologías definidas en su casa. Al contrario, los Martín miraban con cierta desconfianza ese mundo. Por eso, cuando Fabián arrancó, hubo muchas advertencias.
No fue sencillo para Fabián asentarse en el mercado laboral. No venía de una familia con contactos, ni nada parecido. Fue su vinculación con el deporte lo que generó ese lazo con la política, de la mano del ex intendente de Rawson, Carlos Fernández. “Me involucré en la Federación de Boxeo y ahí conocí a mucha gente, entre ellos a Carlos. Cuando asumí como presidente de la Federación, me dijeron que el intendente de Rawson que era Carlos Fernández, ayudaba. Fui a verlo, siempre que necesitaba un camión, el ring, acudíamos a él. En una de esas me preguntó adonde trabajaba, le dije que tenía mi estudio, me informó que necesitaban un abogado en el municipio. Lo empecé a acompañar e incursioné en política”, detalló.
En 1999 se aprobó la Ley de Lemas. Fernández le dijo que había una lista en Rivadavia y que les faltaba un candidato a diputado. En un principio, no quiso. “Le dije que no, de candidato no, siempre fui una persona de perfil bajo, de poca exposición. Pensaba qué voy a hablar, qué voy a decir, no me sentía preparado, tenía 30 años. Pero me animé y esa se transformó en mi primera experiencia en política”, recordó.
Esa campaña del ’99 lo marcó. A pesar de que no le fue bien en las urnas, sintió que era el inicio de algo y decidió junto a un pequeño grupo de amigos encarar un proyecto para convertirse en algún momento en intendente de Rivadavia. Quince años tardó en conseguirlo. Cuando lo logró, se despertaba bien temprano en la mañana y le costaba caer: “Soy intendente de Rivadavia”, se repetía a sí mismo.
“Creo en el país del sacrificio, mis abuelos llegaron sin nada, pudieron comprar sus fincas, pudieron desarrollarse. A mi abuelo José María Martín y a mi abuelo Ramón López les preguntaba si querían que ganara Argentina o España, que es el país en el que ellos nacieron. Me decían que Argentina, porque ellos vinieron jóvenes y Argentina les había dado todo”
Fueron 15 años de trabajo, muy duros porque era el apogeo de José Luis Gioja como gobernador. En las urnas no conseguían buenos resultados. En esos momentos, Roberto Basualdo era el jefe de la oposición sanjuanina. Hoy, a la distancia, Fabián lamenta que el empresario no haya gobernado la provincia.
Conjugar política con familia no es sencillo: “Es difícil, la familia se va acostumbrando, se va adecuando, trato de optimizar los tiempos, dejo el domingo para ellos. Tengo 6 hijos, de 25 a 5 años, tres hijos varones y tres mujeres. Mis dos hijos mayores ya se están haciendo un camino en la vida, son chicos sanos”.
Fabián Martín y el deporte como cable a tierra
Su rutina diaria empieza bien temprano, cuando entra al municipio; a la salida se toma una horita de la siesta para hacer actividad física. O anda en bici o sale a correr en el club de sus amores, en Huaziul. Después, continúa abocado a la política. Ahora, en plena campaña, la agenda explota y todos los días hay compromisos que cumplir.
Es amiguero. Confesó que, aunque él no quiere hablar de política en los asados, son sus amigos los que le sacan el tema y siempre terminan debatiendo.
Fabián es muy creyente. Cree en Dios y es un devoto fiel. Define su vida como muy tranquila, sin demasiados contratiempos. Se siente un optimista por naturaleza.
Otra vez en la charla salió el tema del Parque de Rivadavia. Escena invernal. Noche fría, sin nadie en la calle. Fabián Martín cansado. Se desvía y para el auto en ese multiespacio. Lo mira y no lo puede creer. Enciende el motor y duerme en paz. Porque lo hizo.