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Judicial

El pasado de la fábrica de galletitas de San Juan: el robo de la Dictadura y un giro en la causa

Era de Sasetru, un conglomerado de empresas de alimentos que dominaba el mercado en Argentina. Los militares presionaron a los dueños de la fábrica hasta que la hicieron quebrar. Novedades tras la denuncia de uno de los propietarios de la firma.

Por Natalia Caballero

Nuevamente la fábrica de galletitas estuvo en el ojo de la tormenta. Es que la gigante albardonera casi quiebra por una deuda de más de 600 millones de pesos con el Banco San Juan. Gracias a un rescate financiero de último momento, Dilexis se salvó de lo peor y los más de 300 empleados pudieron respirar. Pero no es la única novedad que involucra a la empresa. La fiscal federal Paloma Ochoa dio ejecución a las primeras medidas de prueba destinadas a establecer si la quiebra del grupo económico Sasetru, propietario original de la fábrica de galletitas de Albardón, debe investigarse como delito de lesa humanidad, en respuesta a un dictamen elaborado por la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad. ¿Cuál es la conexión del golpe militar con la quiebra de Sasetru? Según el hijo del dueño, Jorge Salimei, los militares los empujaron a quebrar y se quedaron con la plata de un rescate financiero bancario que nunca llegó a sus manos.

En la década del ’70, Sasetru era la principal productora de alimentos del país. Tenía más de 10.000 empleados, 10 fábricas y presencia en Europa y América. Todo el prestigio cosechado proyectó a la firma como la multinacional de orígenes nacionales más importantes de Argentina. En 1976 Sasetru empezó a construir la fábrica de galletitas de Albardón. Con el objetivo de expandirse arrancaron con la edificación de una mole de cemento que permaneció durante años inactiva.

El inicio de la Dictadura fue demoledor para Sasetru. Los militares presionaron a los propietarios de la firma, Jorge Salimei (padre), Ángel Seitún y Fermín Trucco Aguinaga, para que informaran las nóminas de empleados de la compañía como así también de los 256 delegados sindicales. Ante la negativa de los dueños, empezó una etapa de persecución que fue en crecimiento.

La dictadura militar impuso un modelo de valorización financiera ejecutado por la gestión de José Alfredo Martínez de Hoz, que aumentó de forma exponencial la tasa de interés y tuvo un efecto devastador para las empresas que necesitaban financiación. Para contener la inflación, el equipo económico del gobierno de facto definió un instrumento que se conoció como "La Tablita". La “herramienta” servía para calcular el porcentaje de la devaluación de la moneda argentina. Sin embargo, la inflación aumentó mucho más que la devaluación programada, por lo que el peso siguió sobrevaluado y el retraso de la paridad cambiaria afectó al sector exportador y tuvo un efecto demoledor para Sasetru.

La firma entró en convocatoria y, desde el Banco Central, su vicedirector Alejandro Reynal, presionó para la creación de un fideicomiso conformado por "un club de bancos" que se haría cargo de la gestión de Sasetru. Sin embargo, el verdadero objetivo era despojar a Sasetru de unos de sus activos más importantes: el BISA, el banco que tenía la compañía.

El banco fue obligado a endeudarse y a girar créditos a firmas vinculadas al Gobierno que nunca fueron cancelados. El El Banco Central y el Banco Provincia se negaron a financiar al conglomerado y la llevaron a la quiebra. A principios de 1981, la empresa con una deuda de más de 500 millones de dólares fue a la quiebra y obligada a vender el BISA al Bank of América, en una operación por la cual Sasetru no percibió ni un peso.

Sin su principal activo y sin el dinero de la venta, Sasetru cerró sus puertas en todo el país. La noticia salió publicada en los diarios más importantes del mundo. Del esplendor a la debacle financiera, tituló el español El País.

En Albardón Sasetru invirtió 25 millones de dólares. A medida que fueron decayendo sus activos, la gran fábrica fue alejándose de la posibilidad de funcionar. En 1997, Dilexis compró la fábrica en un remate derivado de la quiebra de Sasetru.

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Jorge Martín Salimei, el hijo del fundador de lo que fue un imperio con ramificaciones en San Juan.

Jorge Martín Salimei, el hijo del fundador de lo que fue un imperio con ramificaciones en San Juan.

Tras la quiebra de la empresa, 15 directivos de la compañía fueron acusados de violar la ley de subversión económica, pero finalmente todos fueron sobreseídos en democracia, y la empresa cesó sus actividades.

Los funcionarios civiles del terrorismo de Estado empujaron a Sasetru a una quiebra plagada de irregularidades que constituyó un despojo, según la denuncia que impulsa Jorge Salimei hijo, uno de los últimos directivos que tuvo este conglomerado de empresas.

La fiscal Ochoa solicitó a la Unidad especial de Investigación de Delitos de Lesa Humanidad que le remita todos los antecedentes que posee de la cesión de las acciones de Sasetru a un "comité de bancos" encabezado por Roberto Bullrich (entonces titular del BCRA), Juan Ocampo Reynal (presidente del Banco Nación), Alberto Huergo (interventor del BISA nombrado por la dictadura) y Jorge Pedro Chirstenesen (representante de la banca privada en esa maniobra). Y por primera vez, la quiebra de una empresa que tuvo lazos con San Juan será juzgada como delito de lesa humanidad.

La historia tuvo un giro el 25 de marzo del 2004, cuando el ex presidente Néstor Kirchner llegó a San Juan para despachar el primer camión con galletitas de la ex Sasetru. Dilexis inició una próspera etapa: en su inauguración contaba con un staff de 123 trabajadores y producía 6.000 toneladas de galletitas.

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