Alberto Fernández eligió México como destino para su primer viaje como presidente electo, para reunirse con Andrés Manuel López Obrador, el hombre que tras varios intentos logró arrebatarle la presidencia a la derecha azteca desde la alianza de izquierda Juntos Haremos Historia.
El intercambio comercial con México es mínimo para la Argentina, considerando las similitudes históricas entre los países que sirvieron, por ejemplo, para que durante la dictadura muchos argentinos encontraron refugio en esas tierras.
Sobre economía se habló, claro, y los dos presidentes mostraron una intención clara de profundizar un intercambio comercial que apenas llega al 1%.
Pero las definiciones que hicieron más ruido de Alberto Fernández tuvieron que ver con temas de estricto registro local.
Sobre el aborto, Fernández dejó explícito su postura a favor de la despenalización de una práctica “que yo siempre enseñé, como profesor de derecho Penal, que no debía ser delito”.
“El estado debe asegurar la práctica legal, segura y gratuita”, apuntó.
El tema medios de comunicación está en el centro de la grieta, y los ánimos están muy calientes, de un lado y de otro.
Sobre el particular, la reunión de Alberto Fernández con Carlos Slim, el magnate de las comunicaciones más un comentario acerca de que los medios en Argentina “están un poco concentrados”, erizó la piel de los generales de la hegemonía mediática nacional.
El otro tema sobre el que no dejó dudas fue sobre la “persecución” que sufrieron distintos líderes políticos en América Latina, en el proceso que se conoce como Lawfare, una guerra judicial para proscribir a importantes políticos, generalmente, identificados como “populistas”.
Fernández puso en un pie de igualdad a Rafael Correa, Dilma Roussef, Lula Da Silva, Evo Morales, y a Cristina Fernández de Kirchner, de la que sostuvo que no fue presa “porque estuvo el pueblo y el peronismo”.