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SUSCRIBITE Este martes por la mañana se llevó adelante una audiencia clave en el juicio contra el cura Walter Bustos, acusado de abuso sexual, ya que por segunda vez en todo el proceso habló y se defendió de las sospechas que pesan sobre él. Frente al juez Víctor Muñoz Carpino y al resto de las partes, la fiscal Marcela Torres y la defensora Sandra Leveque, el religioso se tomó su tiempo y por más de 3 horas declaró.
Pese a que antes ya había manifestado su versión de los hechos, cuando se desarrollaba la indagatoria en la etapa de instrucción del caso, esta vez fue la primera que se lo pudo escuchar y ver a detalle lo que dijo y cómo lo dijo, ya que lo hizo en la audiencia pública.
Todavía conmovido por la situación que le toca afrontar, luego de que el día anterior se descompensara y protagonizara una escena en pleno debate, el sacerdote que se mostró más calmado al momento de expresarse negó todo y apuntó contra los denunciantes.
De manera pausada, cual si ofreciera un sermón de misa, posiblemente acostumbrado a ello, Bustos expuso los argumentos de su defensa personal y los centró en las presuntas víctimas y su padre, como así también en el vínculo que mantenía con el más chico de los denunciantes.
Es que el hombre de fe de 46 años, que cumplía funciones en la parroquia de Angaco cuando estalló el caso, aseguró no haber tenido problemas nunca con nadie, excepto con quienes lo denunciaron. Contó que él había sido elegido como el padrino de Confirmación por el adolescente que lo señaló como agresor sexual. En ese sentido, manifestó que ningún niño tiene ese gesto con alguien que supuestamente lo abusa.
Justo en ese momento, abrumado por lo que decía, perdió los estribos, levantó la voz y se quebró en llanto. De todos modos, no hizo falta que le alcanzaran un pañuelo; tampoco un vaso con agua. Y con la continuidad de su relato, se recuperó para seguir con más tranquilidad su exposición.
También había recordado que le dio la Comunión de niño, por lo que para él resultaba inaudito que al mismo tiempo lo hubiera estado abusando sexualmente, según plantearon los denunciantes. "Nadie elige a un abusador de padrino, mire las fechas su señoría", sostuvo con la voz quebrada.
Con la mira en el origen de todo, aseveró ser el chivo expiatorio de un hecho grave. "Quieren tapar lo de F... y lo quieren tapar conmigo", expresó a viva voz en referencia al incidente que desató el caso. Resulta que el entonces menor que lo señaló como abusador ante su madre y su padre había sido descubierto por sus familiares manoseando a una prima. Entonces, cuando sus padres lo reprendían por esa situación, el chico confesó que Bustos había hecho lo mismo con él, según consta en la causa.
"No quiero hablar mal de ellos", sostuvo el cura. Sin embargo, le fue inevitable mientras ejercía su defensa y por ello lanzó: "El fruto no cae lejos del árbol. A esta gente, si uno les toca la oreja, reaccionan".
A lo largo de la sesión, el acusado, que fue advertido por uno de los denunciantes en pleno juicio, recordó anécdotas y situaciones que había vivido con los denunciantes, describiéndolos como personas con malas intenciones.
También destacó su reputación como sacerdote y su labor con niños y jóvenes. Con un relato que costaba ser entendido, puesto que no cerraba una idea para continuar con otra, (situación por la que su abogada pidió un receso para que el imputado descansara), confirmó que nunca antes había sido denunciado por nadie a pesar de que habría tenido oportunidades que delinquir durante los campamentos y encuentros que solía tener.
Además, contó que como padre de una Iglesia Católica estuvo en contacto con diversas realidades y conoció casos de abusos en familias del campo, por lo que cooperó con ellas para que cesaran.
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