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Bajo la lupa

Del sometimiento al temor: el caso de Lowrdes de Bandana y la similitud con una causa en la justicia sanjuanina

Los hechos que involucraron a la artista causaron revuelo en los medios nacionales y, aunque los episodios de violencia de género no resultan una novedad, lo que llamó la atención fue la actitud inicial de la cantante, que defendió al supuesto agresor. Sin embargo, ello responde a un accionar frecuente con raíces psicológicas, sociales y estructurales.

Por Redacción Tiempo de San Juan

El caso de Lowrdes Fernández, integrante del grupo Bandana, provocó revuelo en los medios nacionales, luego de que su madre denunciara que había sido secuestrada y que era víctima de violencia de género. Tras la intervención judicial, la artista fue rescatada y su pareja, que había negado saber dónde estaba -pese a que se hallaba en su vivienda- terminó detenida. No obstante, lo que llamó la atención fue la actitud que tomó la presunta víctima, que defendió al supuesto agresor.

Lamentablemente, este tipo de accionar es frecuente y resulta una consecuencia directa del ciclo de la violencia y del vínculo traumático que se establece con quien ejerce el sometimiento. Más allá de que los hechos -por el momento- son materia de investigación, especialistas en el tema señalaron que su conducta podría tener vínculo con el espiral de violencia, el cual se ofrece como una trampa para las víctimas y, en casos extremos, con consecuencias mortales.

Mujeres que denuncian y luego se arrepienten e, incluso, protegen a los atacantes es algo que se observa en las dependencias judiciales y, pese al sistema dispuesto para abordar los casos, las herramientas no son suficientes para hallar una solución. En San Juan, fuentes ligadas al CAVIG manifestaron que son muchas las denunciantes que desisten de continuar con el proceso judicial y a la fiscalía no le queda más remedio que archivar las causas.

Si bien se han conocido casos en los que se denunciaron violentos episodios y después las presuntas víctimas abandonaron la acción penal, ya sea por miedo o cansancio, uno de los hechos de más reciente data -sucedido el 15 de octubre- y que presenta ciertas similitudes es el que involucró al cantante sanjuanino Juan Cruz Rufino. Es que, aunque todavía está bajo la lupa del Ministerio Público y no se sabe a ciencia cierta si agredió a su pareja o no, se pueden establecer conexiones por las sospechas que tienen los investigadores.

En primer lugar, la joven que lo denunció ante la Policía con un llamado desesperado al 911 -del mismo modo que Lowrdes- negó haber sufrido violencia de su parte. Pese al pedido de auxilio que quedó registrado, la muchacha se desdijo frente a las autoridades y al fiscal Mario Panetta y la ayudante fiscal Verónica Recio no les quedó otra opción más que imputarlo por amenazas y daño.

Al tratarse de un delito de instancia privada, la acción penal solo puede iniciarse si la víctima presenta una denuncia formal por lesiones. En caso contrario, la fiscalía no tiene elementos legales para dar continuidad. No obstante, la llamada sirvió para sostener la acusación por amenazas y los objetos destrozados en el interior de la vivienda en la que se encontraba la presunta víctima y Rufino fueron motivo suficiente para endilgarle también el delito de daño.

El caso de Lowrdes y el del cantante sanjuanino podrían ser ejemplo de las dificultades que las víctimas tienen para encontrar una salida segura y sostenida en el tiempo. Es por ello que organizaciones feministas y especialistas en género insisten en que la salida de la violencia requiere más que una denuncia. Aseguran que se necesitan políticas públicas sostenidas, una justicia sensible al contexto, y una sociedad que no cuestione a las víctimas por hablar, ni por callar.

Expertos indican que la violencia de género no siempre implica violencia física, sino que puede estar vinculada a presiones, miedo, desgaste emocional o desconfianza en el sistema judicial. El fenómeno, con raíces psicológicas, sociales y estructurales, a su vez, presenta distintas etapas: muchas veces se inicia con el control, sigue con el aislamiento y culmina en agresiones físicas o simbólicas. Algunos hablan de círculo de violencia, mientras que otros refieren a espiral hacia abajo, lo que el formato gráfico lo hace ver más grave y difícil de sortear.

Frente a las respuestas de la Justicia, en el caso local, el juez que intervino (Guillermo Adárvez) le prohibió a Rufino tener contacto con la presunta víctima, la que podría ser contenida por profesionales. Por otra parte, en la causa de la cantante pop -que de inmediato regresó a los escenarios- se dictó la prisión preventiva para el supuesto agresor, mientras que desde el entorno de la misma no descartan que la pareja se reconcilie. En las redes sociales de la pop star no hizo más que defenderlo en todo momento.

Rufino, que negó haber ejercido violencia contra su pareja, tiene antecedentes por violencia de género. En 2022 el cantante que se hizo famoso de pequeño fue acusado por agredir a otra chica y, como no tenía registros penales, fue beneficiado con la probation.

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