En diciembre de 2018, un oficial principal del Comando Urbano, un sargento retirado y un cómplice simularon ser funcionarios judiciales y protagonizaron un allanamiento trucho en un comercio de Jáchal, en el que engañaron al dueño y se quedaron con 88 mil pesos para luego escapar hacia la ciudad y en plena ruta emprender una fuga de película, con balacera incluida. Tras ser atrapados, fueron sometidos y condenados por la Justicia de Flagrancia, pero apelaron la sentencia y ahora la Corte respaldó el fallo, por lo que no les quedará otra más que afrontar el peso de la ley.
La decisión del máximo Tribunal fue confirmar el castigo para los ex representantes de la fuerza de seguridad de San Juan, uno en actividad y el otro retirado, José Luis Morán y Ricardo González respectivamente, como así también para Ernesto Gélves. De todas formas, a los condenados les queda una instancia más para salvar su pellejo y será en la Corte Suprema de Justicia de la Nación donde podrán presentar la queja.
El policía Morán fue condenado a 7 años y 6 meses de prisión por extorsión y por tenencia ilegal de dos armas de fuego, mientras que el sargento retirado González y su cómplice Gélvez recibieron la pena de 6 años de cárcel por extorsión.
Detalles de una fuga de película
Digno de una escena cinematográfica, lo que sucedió durante la fuga de los delincuentes -tras dar el 'gran golpe'- marcó un precedente ya que las oficiales de la Comisaría 18º -que se encontraban en la vía a la altura del Matagusanos- reconocieron la camioneta en la que se trasladaban y se desató la hecatombe.
Ante la señal de 'alto' de parte de las uniformadas que sospecharon del vehículo que no tenía patente en su parte trasera, los forajidos -vaya que sí les cabe el adjetivo- que escapaban con la suma de dinero desde el departamento del Norte no hicieron caso a la orden y continuaron su marcha hacia la ciudad, por lo que comenzaron a seguirlos.
A gran velocidad, la persecución llegó a su fin después de que el móvil policial que conducían alcanzara a los fugitivos y les cerrara paso, cruzándole la trompa y acorralándolos contra la banquina. Acorralados y al estilo Far West, los "poliladrones" se bajaron de la Ford Ranger armados y dispararon contra las defensoras de la ley, quienes respondieron al fuego abierto.
Tras algunos minutos de fuego cruzado, lograron reducirlos y obtuvieron su rendición, mientras los refuerzos iban en camino. Según revelaron fuentes allegadas a los hechos, cuando llegaron más patrulleros al lugar del incidente, las integrantes del personal femenino de la seccional 18º tenían la situación bajo control.
A pesar de haber intentado hacer valer su fuerza física por encima de las habilidades de las oficiales, cometiendo otro delito atentando contra la vida de dos policías que ejercían su labor, los bandidos que encarnaron a los célebres Bonnie y Clyde fueron atrapados y quedaron a disposición de la Justicia de Flagrancia.