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Historias del Crimen

El santafesino que vino a San Juan a reconquistar a su ex esposa y la asesinó en la calle

Otro homicidio en un contexto de Violencia de Género ocurrido en la década del 90. Ella dejó Buenos Aires y regresó a la provincia para rehacer su vida. Él se vino por detrás intentando recomponer la relación y, como no pudo, la mató.

Por Walter Vilca

Sólo él creía que su complicado matrimonio de más de veinte años podía recomponerse. Porque por parte de su ex mujer, no había vuelta atrás. Ella estaba cansada de las constantes peleas y maltratos, veía que su vida no podía seguir así y con esa intención volvió con sus hijos a San Juan tratando de encontrar la paz que no tenía en Buenos Aires. Un deseo por el cual pagó un alto precio. Porque ese mismo hombre que decía amarla, a los pocos meses vino a buscarla con la idea fija de reconciliarse y, como no obtuvo la respuesta que quería, la asesinó a sangre fría en una esquina de Rawson.

La historia policial de los crímenes en contexto de Violencia de Género nos remonta a diciembre de 1992 al trágico caso de Nélida Mercado. Una mujer de 42 años que fue asesinada por el sólo hecho de pretender liberarse de ese santafesino llamado Oscar Saturnino Araya, quien la martirizó durante los años de vida conyugal.

Ella había conocido a Araya en Buenos Aires. Se casaron, formaron su hogar en el partido bonaerense de Florencio Varela y tuvieron tres hijos. Más de veinte años vivieron juntos, pero  las cosas no andaban bien. Araya era por demás posesivo y constantemente la celaba, encima la golpeaba.

El regreso a la provincia

Cansada de la violencia y viendo que su vida matrimonial no tenía sentido, en septiembre de 1992 Nélida Mercado abandonó su hogar y se mudó por una semana al domicilio de unos parientes en Berazategui. Después tomó coraje y en compañía de sus hijos regresó a San Juan para instalarse en la casa materna en calle Gobernador Castro en la Villa Avellaneda, Rawson. Araya tomó esto como una traición, aun así decía que la amaba y a toda costa procuró convencerla que volviera. Pero para ella lo era mejor empezar de nuevo sola y lejos de él.

Sin embargo, según la versión que daba Araya, en una charla telefónica ella como que le dio la esperanza de volver a estar juntos y entonces él decidió jugar su última carta, aunque nadie sabía lo que traía en mente. El carnicero -ese era el oficio de Araya- de 60 años puso en venta la casa de Florencio Varela y se quedó por unos meses en Buenos Aires preparando su partida.

Es que más allá de los bienes materiales, el hombre no tenía parientes ni más familia que Nélida y sus hijos y pensó que a sus 60 años la vida se le iba sin ella. Por eso apuró los trámites por la venta de la vivienda y en diciembre de 1992 se vino a San Juan arriba del mismo camión que trasladó los muebles y las pertenencias de la familia.

Se hizo la falsa ilusión que podían reconciliarse, pero la realidad era que la relación estaba rota. Cuando llegó a la provincia, Araya tuvo que hospedarse en la casa de un primo de Nélida, por el contrario ella siguió viviendo en la casa de su madre en Villa Avellaneda.

Él puso a disposición de su ex mujer el dinero por la venta de la casa de Buenos Aires para que  comprara un lote, soñando quizás que construirían un nuevo hogar y se puso a buscar trabajo dando por descontado que se quedaba a vivir del todo en San Juan. Para Nélida, su ex marido no estaba en sus planes.

Un vecino contó que el hombre andaba obsesionado y muy deprimido, a veces pasaba largos ratos esperándola cerca de la casa de la familia Mercado y contaba sus penas a más de uno. Él insistía en no apartarse y quería estar en todo. Así fue que cuando por fin ella compró un terreno en calle Lemos, Araya se puso a desmalezar el lugar para acompañarla en el proyecto. En paralelo, por dentro también se daba cuenta que Nélida no cedía y sus deseos de reconquistarla se desvanecían día a día.

El homicida. Este es Oscar Saturnino Araya

Es posible que eso desencadenó todo. No fue casual que el 21 de diciembre, Araya sacara su revólver calibre 22 y lo pusiera entre sus ropas. Venía pensando en lo que iba a hacer. Después dijo que, en realidad, andaba con el arma porque ese día había acordado encontrarse con una persona para vendérsela. Al menos esa fue su coartada.

Lo cierto fue que esa tarde, Oscar Araya regresó de trabajar en el lote y pasó por cerca de la casa de los Mercado para ver a su ex mujer. En la esquina encontró a su hija -de 10 años en ese entonces- y le preguntó por su mamá. La nena respondió que había salido a comprar, de modo que él se quedó aguardando en la esquina de Gobernador Castro y Carrascal en la misma Villa Avellaneda.

Encuentro fatal

Al rato apareció Nélida, que se topó de frente con Araya. Él la encaró impaciente y le preguntó  cuándo empezarían a construir. Otra vez saltó el tema de la separación y volvieron a enfrentarse verbalmente. Ella le dejó bien en claro que no quería estar más con él y pidió que desapareciera de su vida. Eso sacó de quicio al hombre, que herido por la contestación estalló de la bronca y de ahí en más no se contuvo. Araya extrajo el revólver en medio de la discusión y entre insultos le largó un tiro en la cabeza. Ese solo disparo hizo caer a la mujer sobre una cuneta.

Era plena tarde. Los vecinos salieron y empezaron los gritos, otros corrieron a avisar a los familiares de Nélida. Araya ni se acercó a auxiliarla. Creyendo que estaba muerta, se alejó caminando. Más adelante preguntó a un vecino dónde quedaba la Policía y enfiló hacia la Seccional 6ta en Villa Krause. Se entregó voluntariamente.

A todo eso, dos primos de Nélida de apellido Rosales la cargaron en un auto y la llevaron moribunda hasta la guardia del Hospital Guillermo Rawson. Todavía estaba viva, pero en estado crítico. La bala le había quedado alojada en el costado izquierdo del cráneo, según la causa judicial. Araya había cumplido su propósito, de hecho su ex esposa jamás pudo recuperarse y a las semanas murió en el servicio de terapia intensiva.

Oscar Saturnino Araya destruyó la vida de su mujer y de sus hijos, y con ese cargo de conciencia se sometió al juicio en su contra en la Sala II de la Cámara en lo Penal y Correccional en 1994. Jamás reconoció que tuvo la verdadera intención de matar a su ex esposa. Según él, las palabras de su ex mujer en esa discusión hicieron que perdiera noción de todo y se le nublara la mente. Aseguró que no recordaba en qué momento sacó el arma y le disparó. Su defensa trató de convencer al tribunal de que actuó en un estado de emoción violenta. Y en esa estratégica, procuraron cambiar los roles y pusieron a Araya en el papel de víctima, como el hombre sufrido que lo dejó todo por su ex mujer y solamente recibió el desprecio. Olvidaron mencionar los maltratos a los que sometía a Nélida y de la conflictiva relación de la pareja. Sobre esto, los familiares de la fallecida fueron claros. Declararon en el juicio que sabían que el matrimonio estaba en crisis hace años y que más de una vez Araya la había golpeado.

En marzo de 1994, Oscar Saturnino Araya fue condenado a 16 años de prisión por el delito de homicidio agravado por el vínculo. El santafesino cumplió su pena en el penal de Chimbas. Un familiar contó que pasado los años uno de los hijos fue a visitarlo a la cárcel, pero después no supieron más nada de él. Algunos de sus parientes aun hoy lo siguen maldiciendo. Nada queda de los Mercado en Villa Avellaneda, más que el recuerdo de aquel trágico episodio que intentaron borrar mudándose a otro barrio.

 

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