El ejército israelí busca destruir el centro de enriquecimiento nuclear de Fordow, ubicado en el norte de Irán, una instalación subterránea de alta seguridad a una profundidad que dificulta su destrucción con las armas convencionales que posee Israel. Para lograrlo, necesita la ayuda de Estados Unidos, que cuenta con las únicas municiones capaces de alcanzar ese objetivo.
Sin embargo, la decisión del expresidente Donald Trump de posponer un posible ataque contra Irán ha generado un escenario incierto para el gobierno israelí. Según adelantó, Trump esperará al menos dos semanas antes de tomar una determinación, lo que deja a Israel en una posición de espera con múltiples riesgos.
La demora representa una creciente presión sobre el sistema de defensa antiaérea israelí. Con el constante lanzamiento de misiles balísticos por parte de Irán, el país está viendo mermadas sus reservas de interceptores, lo que lo obliga a priorizar determinadas áreas para su defensa. A medida que se prolonga el conflicto, aumenta el riesgo de impactos sobre zonas civiles y objetivos estratégicos.
Además del desgaste militar, el cierre del espacio aéreo y la paralización de actividades económicas suponen un impacto creciente sobre la economía israelí. Cuanto antes termine el conflicto, señalan desde el gobierno, más rápidamente podrán reactivarse vuelos comerciales y operaciones empresariales.
Ante la posibilidad de que EE.UU. no intervenga, Israel evalúa alternativas: podría atacar la planta de Fordow por su cuenta, utilizando sus propios medios, o incluso desplegar comandos para intentar sabotear la instalación desde el interior. El primer ministro Benjamín Netanyahu insinuó esta posibilidad en una reciente entrevista televisiva, al asegurar que Israel “alcanzará todas nuestras metas, todas sus instalaciones nucleares. Tenemos el poder para hacerlo”.
No obstante, especialistas advierten que las capacidades de Israel para lograr ese objetivo son limitadas. “Si pudiéramos hacer lo que Estados Unidos puede hacer, ya lo habríamos hecho”, sostuvo Itamar Rabinovich, exembajador de Israel en Washington.
Otra alternativa sería que Israel ponga fin al conflicto sin atacar Fordow, una decisión que implicaría dejar en pie parte del programa nuclear iraní y mantener vigente la amenaza de que Irán logre desarrollar un arma nuclear.
La postura del gobierno israelí, por el momento, parece alejada de esa posibilidad. En las últimas horas, funcionarios comenzaron a referirse abiertamente a la intención de debilitar al régimen iraní e incluso eliminar a su líder supremo, el ayatolá Alí Khamenei. Aunque esa hipótesis resulte poco probable, refleja la voluntad de continuar con los ataques en los próximos días.
Los medios de comunicación israelíes y recientes encuestas también muestran un respaldo mayoritario a la ofensiva. Según los últimos sondeos, el partido de Netanyahu atraviesa su mejor momento desde octubre de 2023, tras el ataque de Hamás, el más letal en la historia del país.