Una investigación internacional liderada por la genetista Hayley Mountford, de la Universidad de Edimburgo, reveló 13 nuevas regiones genéticas vinculadas con la dislexia, un trastorno neurobiológico que afecta de manera persistente la capacidad de leer y escribir.
El análisis, que incluyó datos de más de 1,2 millones de personas provenientes de distintas regiones, constituye el estudio más grande realizado hasta la fecha sobre la base genética de este desorden del neurodesarrollo. Publicado en Translational Psychiatry, el trabajo combina información del metaanálisis GenLang y del estudio de 23andMe, Inc., alcanzando una dimensión inédita en la investigación sobre dificultades lectoras.
Principales hallazgos
El equipo identificó ochenta regiones del genoma asociadas con la dislexia, de las cuales trece son completamente nuevas para la ciencia y treinta y seis no habían sido reportadas antes. Muchos de estos genes están implicados en el desarrollo cerebral temprano y se vinculan con otros trastornos como el TDAH, e incluso muestran correlaciones genéticas con condiciones como el dolor crónico, lo que sugiere una posible base biológica compartida.
Qué es la dislexia y cómo afecta al cerebro
La dislexia afecta aproximadamente al 10% de la población mundial, con una prevalencia ligeramente mayor en niños. La condición implica dificultades en la decodificación fonológica y en el reconocimiento de palabras, afectando el rendimiento escolar a pesar de recibir instrucción adecuada.
Expertos como Esther López Carvajales, presidenta de la Federación Plataforma Dislexia, y Pablo Ruisoto, especialista en neuropsicología, explican que la lectura requiere la acción coordinada de áreas cerebrales como la VWFA (área visual de la forma de las palabras), el área de Broca (decodificación grafema-fonema) y el área de Wernicke (análisis fonémico).
La genética como factor clave
Estudios con gemelos sugieren que la heredabilidad de la dislexia se sitúa entre el 40% y el 60%. Genes previamente identificados, como DYX1C1, DCDC2 y DYX2, forman parte ahora de un mapa más amplio que incluye las nuevas regiones genéticas descubiertas. La investigación también indica que la dislexia no ha estado sometida a presión de selección reciente en poblaciones europeas, descartando cambios evolutivos marcados.
La importancia de la detección temprana
Solo el 4% de las personas afectadas conocen su condición, y aproximadamente un tercio recibe atención profesional. La intervención precoz es fundamental para fortalecer las conexiones neuronales responsables de la lectura y la escritura, mientras que la adaptación educativa y el apoyo emocional son esenciales para proteger la autoestima y mejorar el pronóstico escolar.
Próximos pasos en la investigación
El hallazgo de nuevas regiones genéticas abre la puerta a explorar cómo interactúan genética y ambiente en el aprendizaje. El equipo de Mountford destaca que la integración de grandes conjuntos de datos permitirá diseñar diagnósticos más precisos y desarrollar intervenciones personalizadas, fundamentales para abordar la diversidad de manifestaciones de la dislexia y mejorar la calidad de vida de quienes la padecen.