Australia atraviesa horas de profundo impacto tras el ataque armado registrado en Bondi Beach, una de las playas más concurridas de Sídney, donde al menos 15 personas fueron asesinadas y decenas resultaron heridas. Este domingo, la Policía de Nueva Gales del Sur confirmó que el atentado de carácter antisemita fue cometido por un padre y su hijo, un dato que agravó aún más la conmoción pública.
El hecho se produjo en una zona turística del este de la ciudad y obligó a un amplio operativo de seguridad. Según informaron las autoridades, uno de los atacantes murió tras ser abatido por la Policía, mientras que el segundo fue detenido y permanece bajo custodia. El área fue inmediatamente acordonada y se pidió a la población evitar el lugar mientras continuaban las tareas de emergencia y peritaje.
En un primer reporte oficial, la fuerza policial confirmó que el número de víctimas fatales ascendió a 15 y que al menos 29 personas resultaron heridas por disparos. Con el correr de las horas, las autoridades sanitarias precisaron que 42 personas permanecen internadas en distintos hospitales de la región, algunas de ellas en estado crítico.
El primer ministro australiano, Anthony Albanese, junto al premier de Nueva Gales del Sur, Chris Minns, brindaron declaraciones para confirmar la magnitud de la tragedia. Ambos detallaron que las edades de las personas fallecidas oscilan entre los 10 y los 87 años, un dato que refleja el carácter indiscriminado del ataque. “Es una de las jornadas más oscuras que recuerda nuestro país”, señaló Albanese.
Desde la Policía de Nueva Gales del Sur indicaron que el atentado está siendo investigado como un acto de odio con motivación antisemita. En ese sentido, remarcaron que se analizan los vínculos, antecedentes y posibles conexiones ideológicas de los agresores, además de determinar si actuaron de manera aislada o con apoyo externo.
El ataque reavivó el debate sobre la seguridad en espacios públicos y la violencia motivada por el odio religioso en Australia, un país que en los últimos años ha enfrentado episodios similares, como el atentado de Christchurch en 2019, que marcó un punto de inflexión en las políticas de control de armas en la región.
Mientras continúan las investigaciones judiciales, el Gobierno nacional y las autoridades locales decretaron medidas especiales de seguridad y acompañamiento a las víctimas y sus familias. En paralelo, líderes políticos y comunitarios hicieron un llamado a la unidad y repudiaron el ataque, al que calificaron como un golpe directo contra la convivencia y los valores democráticos del país.