Mientras la Argentina se entusiasma con el potencial de exportación de gas y petróleo de su inmensa reserva no convencional, un "tesoro" menos conocido se desperdicia a pesar de que permitiría una nueva y millonaria fuente de divisas. Se trata de los líquidos del gas natural o NGLs, componentes que hoy se consume en hogares e industrias cuando podrían generar hasta u$s5.000 millones anuales en exportaciones.
La industria está detrás de esta nueva fuente de monetización de los recursos de Vaca Muerta, lo que le permitiría al país capitalizar la oportunidad de industrializar y comercializar por separado productos como etano, butano, propano, gasolina natural y otros hidrocarburos que forman parte del gas que se extrae de la roca.
El enorme potencial de Vaca Muerta, que ya concentra más del 60% de la producción nacional de gas, no solo radica en el combustible en sí. El shale gas de la Cuenca Neuquina es excepcionalmente "rico", es decir, tiene una alta concentración de productos asociados que, de ser separados, podrían potenciar una cadena de producción local, sustituir importaciones, generar empleo calificado y abrir mercados de exportación de alto valor.
La industria estima que para 2030, con una producción de petróleo de 1,5 millones de barriles diarios, la producción de gas asociado rondará los 40 a 50 millones de metros cúbicos diarios. La particularidad de este gas, que lo hace tan valioso, es también lo que plantea un desafío urgente para el sector: se está consumiendo sin procesar. Esto significa que los hogares e industrias están recibiendo una mezcla de gas metano con valiosos subproductos que podrían estar siendo exportados o industrializados.
Pero además se advierte que hay un límite técnico en esa inyección de gas rico en los gasoductos sin previa separación de líquidos, por lo que se convertiría en un cuello de botella cuando se escale la producción de crudo, por ejemplo, con la puesta en marcha del proyecto exportador Vaca Muerta Oil Sur que multipliacara la producción de crudo.
Los NGLs, una oportunidad o problema
Este dilema se profundiza con los ambiciosos proyectos de Gas Natural Licuado (GNL) que la Argentina tiene en marcha. El consorcio Southern Energy, que nuclea a varias petroleras locales, prevé comenzar a exportar GNL en el último trimestre de 2027 con el buque licuefactor Hilli Episeyo. Y en una escala aún mayor, YPF junto a sus socios Shell y Eni planean las etapas 2 y 3 del megaproyecto Argentina LNG, que requerirá la instalación de otros tres buques de licuefacción y la construcción del gasoducto más grande del país.
El problema es que para licuefacer el gas y exportarlo, se necesita un combustible "seco". Esto exige que los líquidos asociados, o NGLs, sean separados previamente, lo que convierte la inacción en el temido cuello de botella.
El CEO de la mayor transportadora de gas de la Argentina, Oscar Sardi, alertó sobre esta urgencia: si no se gestionan adecuadamente los NGLs, se corre el riesgo de frenar la producción y bloquear inversiones estratégicas. "Si no sacás el etano, no podés hacer GNL", fue la clara advertencia.
La solución a este "problema amable" se presenta a través de inversiones específicas. Empresas como YPF, Pluspetrol y Mega ya tienen proyectos en carpeta, pero la propuesta más contundente es la de la propia TGS. La compañía presentó un plan estratégico de 2.500 millones de dólares que busca una solución integral para el procesamiento del gas en Vaca Muerta.
El proyecto de TGS incluye la ampliación de la Planta Tratayén, la construcción de un poliducto de 573 kilómetros hasta Bahía Blanca, y la creación de una planta de fraccionamiento y una terminal de refrigeración en el sur bonaerense. Esta infraestructura modular permitiría obtener propano, butano y gasolina natural de alta pureza para su exportación.
La nueva ola de la industria petroquímica
El verdadero potencial estratégico, sin embargo, se encuentra en el etano. La Argentina no debe ver el gas solo como una fuente de energía. El etano puede ser mucho más valioso como insumo industrial y su aprovechamiento estratégico podría diversificar las exportaciones y posicionar a la Argentina en el creciente mercado global de petroquímicos.
Separar y procesar el etano localmente permitiría la producción de etileno, la molécula base de la industria petroquímica. Este paso habilitaría el crecimiento de cadenas productivas en sectores como plásticos, fibras, resinas y solventes. Una mayor disponibilidad de etano podría expandir el complejo petroquímico de Bahía Blanca y del sur bonaerense, sustituyendo importaciones, atrayendo inversiones privadas y, sobre todo, generando empleo calificado.
Estados Unidos, en una década, pasó de quemar el etano como un residuo a convertirse en el mayor exportador global de este componente. Esta transformación les permitió fortalecer su industria petroquímica y generar un nuevo flujo de ingresos.
Para la Argentina, el costo de no actuar es elevado: implica resignar miles de millones de dólares en divisas, frenar los proyectos de GNL, limitar el potencial exportador de crudo y bloquear un desarrollo industrial que podría redefinir su perfil hacia los mercados internacionales. La decisión de aprovechar este "tesoro escondido" no es una opción, sino un imperativo económico.