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Producción

El trasfondo de la peronóspora en San Juan: dos informes de expertos, contundentes sobre el tema que desvela a viñateros

Informes técnicos desestiman las sospechas de viñateros sobre el daño histórico de la peronóspora en la vitivinicultura sanjuanina. Mirá qué dicen.

Por Elizabeth Pérez

La peronóspora, la enfermedad que ha afectado duramente este año a los viñedos de San Juan, generado un debate intenso en la provincia sobre sus causas. Pero esta mañana dos informes técnicos desmienten la teoría de los viñateros: los expertos atribuyen la plaga al clima.

Tanto el INTA como el Centro de Ingenieros Agrónomos dicen que la peronóspora no es culpa de los productos químicos utilizados por la campaña oficial para combatir la Lobesia Botrana o polilla de la vid, como sospechaban los viñateros sanjuaninos. Según los informes, las condiciones climáticas excepcionales de la primavera 2024, caracterizadas por altas temperaturas, precipitaciones irregulares y humedad persistente, crearon un ambiente propicio para el desarrollo de la enfermedad.

Las sospechas

La semana pasada, en este contexto, la Asociación de Viñateros Independientes (AVI) había emitido un comunicado reclamando respuestas del gobierno provincial sobre los productos utilizados para combatir la Lobesia Botrana, pero ahora parece que la realidad sobre la peronóspora es más compleja de lo que se pensaba.

La plaga ha afectado duramente la vitivinicultura sanjuanina, especialmente en el departamento 25 de Mayo, y ha generado pérdidas significativas en variedades como Moscatel, Pedro Giménez, Torrontés y Cereza.

Los viñateros están preocupados por el avance violento de la enfermedad y sospechan que podría estar relacionado con los efectos secundarios de los productos utilizados por el ministerio de Producción y el Senasa para combatir la Lobesia Botrana en la provincia. Por lo tanto, solicitaron información detallada sobre los productos utilizados, las dosis aplicadas y su posible impacto en las plantas.

Este lunes, el secretario de Agricultura, Miguel Moreno; dijo que la nota de AVI fue distribuida en los medios, pero no llegó al Ministerio de Producción. No obstante, él pidió a los expertos que analizaran el tema y las conclusiones son contundentes: la peronóspora es un problema climático, no químico.

Qué dicen los ingenieros agrónomos

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El documento del Centro de Ingenieros Agrónomos identificó cuatro factores climáticos que favorecieron el desarrollo tanto de la polilla de vid o Lobesia Botrana, como de la infección de peronóspora o “Plasmopara vitícola”:

  • Temperaturas más altas de lo normal: La primavera fue 2,8 °C más cálida que el promedio histórico, con aumentos notables tanto en las temperaturas mínimas (+2,2 °C) como en las máximas (+3,4 °C). Los meses críticos fueron Septiembre, que tuvo un aumento significativo de las temperaturas máximas (+5 °C). Octubre tuvo un incremento en las temperaturas mínimas (+2,7 °C).
  • Lluvias acumuladas: La precipitación total durante la primavera fue de 28,1 mm, un aumento notable respecto a años anteriores, con un pico de precipitaciones en octubre, donde se registró un aumento del 1100 % respecto a la media histórica.
  • Vientos: Se registraron velocidades superiores al promedio histórico: Noviembre: 84 % por encima de la media. Octubre: 75 % por encima. Septiembre: 64 % por encima.
  • Humedad relativa elevada: Las precipitaciones y el aumento en la humedad relativa (rocío) crearon un ambiente propicio para el desarrollo de enfermedades fúngicas, especialmente la peronóspora.

“Estas condiciones climáticas favorecieron el desarrollo de la peronóspora, especialmente durante octubre y noviembre, coincidiendo con el período crítico para la vid”, indicaron, y recomendaron evitar la desinformación.

“Es esencial evitar la desinformación y la asociación incorrecta de causas, ya que esto puede llevar a la adopción de medidas inapropiadas que pongan en riesgo la producción vitivinícola de la región. El trabajo coordinado entre productores, Ingenieros Agrónomos, organismos oficiales y científicos es clave para enfrentar estos desafíos de manera eficiente y sostenible, protegiendo la calidad y productividad de los viñedos en la provincia de San Juan”, señala.

La mirada del INTA

En sintonía, el grupo de viticultura de la Estación Experimental San Juan INTA dijo que durante la primavera 2024 se dieron condiciones climáticas propicias para el desarrollo de la Peronóspora de la vid (infección primaria y secundarias), en cuanto a precipitaciones, temperaturas y humedad relativa; y, en paralelo, el cultivo se encontraba en etapas fenológicas de mayor susceptibilidad al daño del hongo.

“Se debe hacer la salvedad de que la incidencia y severidad de la enfermedad puede variar según localidad o ubicación geográfica, variedad cultivada, estado fenológico al momento de los eventos y de las prácticas de manejo implementadas por el viticultor”, indican.

Destacaron que en la primavera sanjuanina 2024 se presentó con varios días con condiciones óptimas -principalmente ocurrencia de lluvias y temperaturas moderadas- para que se desarrolle la enfermedad. Y paralelamente, la vid se encontraba en un momento de alta sensibilidad al ataque del patógeno.

“El daño más sensible ocurrió en el mes de octubre, cuando la enfermedad afectó los racimos en floración, una etapa crítica para la formación del fruto; y, que continúo afectando también durante noviembre, donde daño a los racimos cuajados y con granos en crecimiento”.

Agregaron los datos obtenidos del Servicio Meteorológico Nacional: las precipitaciones en el mes de octubre del 2024 (aprox. 35mm), estuvieron muy por encima de la media histórica (aprox. 2,9 mm) registrada para la provincia desde el año 1991 al 2020 (serie de 29 años) al igual que la precipitación acumulada para los meses de octubre, noviembre y diciembre.

El manejo preventivo, con aplicación de fungicidas, ventilación del viñedo y eliminación de material infectado, es clave para el control de la peronóspora, aconsejan los expertos.

El terror de los viñedos

La Peronóspora o Mildiu de la vid es una enfermedad fúngica, causada por el patógeno “Plasmopara viticola”, que se desarrolla cuando se cumplen tres condiciones: 1) el patógeno presente en el cultivo; 2) la presencia de cualquier órgano verde y susceptible (brotes mayores a 15 cm de largo, hojas, racimos, flores, bayas); y 3) condiciones ambientales predisponentes como agua libre, de lluvia o rocío, sobres los tejidos vegetales durante al menos 2 horas, temperatura entre 12-25 °C, alta humedad relativa (mayor al 70%) y en preferencia días nublados.

Las temperaturas menores a 10-12 °C frenan el desarrollo de la enfermedad al igual que temperaturas mayores a 35 °C. Una vez instalado en el cultivo el hongo vuelve a atacar (reinicia su ciclo) cada vez que se repitan las condiciones predisponentes mencionadas anteriormente y también puede ser dispersado, entre fincas o viñedos cercanos, por efecto del viento.

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