Los 159 kilómetros de extensión de la primera etapa tuvo mucho público a la vera de la ruta. En cada sombrita hubo gente y la mayoría revoleaba su bandera, un clásico de cada carrera.
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SUSCRIBITELos 159 kilómetros de extensión de la primera etapa tuvo mucho público a la vera de la ruta. En cada sombrita hubo gente y la mayoría revoleaba su bandera, un clásico de cada carrera.
Algunos tardaron toda una semana en pintar letras verdes sobre un telón argentino. Es el caso de los Flores-Valdés, una familia de Rivadavia que combinó su pasión por los pedales con el sentimiento que hay por el Víbora de Puyuta.
En la cumbre de la Cuesta de las Vacas estuvo don Ricardo Naveda, quien junto a su familia esperó en la parte trasera de su camioneta. Junto a su esposa María y su hija Camila llegó desde Colonia Fiscal, Sarmiento, sólo para disfrutar el paso de los corredores en lo más alto de la cumbre de Vallecito, antes de llegar a Difunta Correa. Con melones y sandías, una marca registrada de su departamento, ellos combatieron los mas de 40 grados para ver al pelotón.
Pero hubo una multitud de banderas en todo el recorrido, los que mostraron su departamento, los que hicieron el aguante a los equipos sanjuaninos y los que simplemente escribieron sus nombres para ver si la imagen aparecía por las señal de ESPN. Pero hubo una que relució y fue la bandera argentina, que con inscripciones o con dibujos estuvo flameando en cada punto donde la gente espero para aplaudir a los gladiadores en súper bicicletas.
Sin dudas una postal de la primera etapa de la Vuelta.
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