Éver Banega nunca había tenido tanta continuidad en
el seleccionado argentino como cuando lo dirigió Gerardo Martino. Con el Tata
disputó 23 de sus 47 partidos con la camiseta celeste y blanca, desde su debut
en 2008. Se había consolidado como titular hace menos de un año, cuando le
quitó el puesto a Javier Pastore, uno de las debilidades de Martino, que lo
esperó con una paciencia que no pudo ser infinita ante las lesiones y el
rendimiento desparejo del volante de Paris Saint Germain.
Banega se hizo con el puesto en un momento muy complicado,
luego de que la Argentina obtuviera sólo dos de los primeros nueve puntos de
las eliminatorias. Fue una de las figuras en el vital 1-0 a Colombia en
Barranquilla, partido que fue una bisagra para reencauzar el camino al Mundial
de Rusia. Banega no salió más, fue titular en los encuentros restantes de las
eliminatorias y en la Copa América Centenario. Delante de Mascherano y Biglia volvió
a ser ese volante estilo enganche que fue cuando era un pibe y jugaba en Nuevo
Horizonte de Rosario. En Boca se probó y quedó como volante central porque no
había muchos para ese puesto. Por esa época, admiraba a Fernando Redondo. La de
volante que se para delante de un doble pivote también es la demarcación con la
que relanzó en las últimas dos temporadas su tambaleante trayectoria en Europa,
le permitió brillar en Sevilla -conquistó dos ligas Europa- y pasar hace poco a
Inter de Italia.
Se fue Martino, llegó Edgardo Bauza y Banega siguió en una
lista de convocados en la que el Patón hizo pocas modificaciones. Pero sí hubo
un cambio en el estatus del mediocampista dentro la formación. Ocupó el banco
el jueves y en su puesto apareció Paulo Dybala. No sólo es un reemplazo de
nombres, también de características: Banega tiene más pausa, conducción y pase
horizontal; el cordobés es más vertical, llega al área y busca más el arco por
su instinto de delantero.
La exagerada expulsión de Dybala ante Uruguay abrió un hueco
que, a la espera de la confirmación del director técnico, sería cubierto por
Banega para enfrentar mañana a Venezuela. Por Lionel Messi, Bauza ensayó con
Gaitán y Lamela.
Banega está acostumbrado a luchar por un puesto. Siempre
lacónico y reacio a la prensa, cuando llegó hace una semana a la Argentina para
incorporarse al plantel, dijo: "Lo importante es estar, cada convocatoria
me pone contento". Todavía es prematuro para saber la consideración
definitiva que Banega tendrá para Bauza, que promete ajustarse a las exigencias
y necesidades de cada partido, lo cual implica mover piezas. El Patón espera a
una Venezuela con un esquema 4-3-3, si bien en Colombia el entrenador Dudamel
plantó un clásico 4-4-2. Más allá de reconocerse inferior, Venezuela, última
con un punto en siete fechas, propondría un partido de búsqueda ofensiva, y
allí Banega podría ser importante para controlar la pelota y bajarle el ritmo
al rival.
Banega, que debutó en el seleccionado hace ocho años con
Alfio Basile, no fue tenido en cuenta por Diego Maradona y reapareció con
Sergio Batista, que lo sacó del equipo después de un flojo comienzo en la Copa
América de la Argentina 2011.
Esta es la segunda eliminatoria que disputa. Jugó en ocho
cotejos para el Mundial 2014, del que Alejandro Sabella lo dejó afuera en el
último corte del plantel, lo cual constituyó una de sus mayores frustraciones
de su carrera. No le sirvió jugar una temporada en su amado Newell's -tiene
tatuado el escudo del club en una de sus pantorillas-antes del Mundial de
Brasil para que Sabella lo siguiera de cerca. Su tristeza por la exclusión la
compartieron sus amigos rosarinos Messi, Di María y Lavezzi.
Martino supo ver y aprovechar sus excelentes dos temporadas
en Sevilla, lo mejor de sus casi nueve años en Europa. Un tiempo en el que le
costó madurar, adaptarse a la disciplina y ser responsable. Estar a la altura
de los 20 millones de dólares que Valencia le pagó a Boca por su pase en 2008,
cuando apenas tenía 20 años. Tuvo algunos incidentes callejeros a altas horas
de la noche, y se ofuscaba cuando la prensa española le preguntaba si tenía
problemas con el alcohol: "Ustedes los periodistas siempre buscan
problemas". Por negligencia o fatalidad tuvo un insólito accidente cuando
en una estación de servicio en Valencia, en 2012, dejó su automóvil sin freno y
al deslizarse le provocó una fractura de tibia y peroné izquierdos.
Pero Banega, a los 28 años, sabe lo que es sobreponerse y
subir desde abajo. No olvida que en la infancia compartía un par de botines remendados
con tres de sus cinco hermanos. Que uno de los primeros dineros importantes que
ganó en el fútbol lo utilizó para sacar a su familia de un barrio marginal y
peligroso de Rosario. "Criarme en ese ambiente fue complicado. El fútbol
me salvó", dijo hace unos años. Varios de los técnicos que lo dirigieron
en primera coinciden en que si Banega se salvó fue por su personalidad para
pedir la pelota y jugar, para dar pases con ventaja a sus compañeros, para no
esconderse cuando lo buscan. Si todo esto es lo que Bauza pretende de él para
mañana, a Banega no le resultará desconocido.