Mantenerse activo en la tercera edad ya no es solo una sugerencia, sino una necesidad para conservar autonomía y calidad de vida. Así lo destacan tanto la Universidad de Harvard como diversas investigaciones científicas, que apuntan al taichí como la alternativa ideal para quienes buscan ejercitarse después de los 60 años sin poner en riesgo las articulaciones ni someterse a rutinas demasiado exigentes.
Lejos de ser únicamente un arte marcial, el taichí combina movimientos suaves y controlados que lo han convertido en una verdadera “meditación en movimiento”. Su popularidad en Occidente crece a medida que se multiplican los estudios que avalan sus beneficios. Según Harvard, se trata de una disciplina capaz de mejorar el equilibrio, la movilidad funcional y la postura, además de fortalecer la musculatura profunda sin generar impacto sobre el cuerpo, lo que la vuelve especialmente indicada para personas con problemas osteoarticulares.
La evidencia científica es contundente. Una revisión publicada en Frontiers in Public Health reveló que el taichí supera a ejercicios clásicos como el aeróbico o la caminata en lo que respecta a la prevención de caídas y el aumento de la autonomía en la vejez. A esto se suman sus efectos positivos en la salud ósea, la reducción de dolores articulares y la prevención de enfermedades cardiometabólicas como hipertensión o diabetes. Incluso, un estudio de JAMA Network Open determinó que practicar taichí puede ser más eficaz que el ejercicio cardiovascular convencional para disminuir la presión arterial en personas mayores de 50 años.
Pero sus aportes no se limitan al plano físico. Investigaciones difundidas en la International Journal of Environmental Research and Public Health destacan que el taichí contribuye a mejorar el sueño, disminuir la ansiedad y reducir síntomas de depresión. Es decir, no solo fortalece el cuerpo, sino que también ofrece un impacto positivo sobre la mente, favoreciendo el bienestar integral.
Con este respaldo académico y científico, el taichí se presenta como una de las prácticas más completas y accesibles para quienes superan los 60 años. Adaptable a cualquier nivel, esta disciplina oriental combina tradición milenaria con evidencia moderna, consolidándose como una herramienta clave para mantener vitalidad y equilibrio en la etapa adulta.