Malvinas y 40 años marcados a fuego: qué piensan y sienten los excombatientes sanjuaninos
Todas las emociones, pensamientos y visiones que genera la guerra, que los que estuvieron en combate reviven a diario y comparten en este aniversario bisagra para los argentinos.
Honor. Angustia. Orgullo. Olvido. Destrucción. Tristeza. Dolor. Cuántas distintas emociones genera la guerra. Cada una de esas palabras fue elegida por un excombatiente de Malvinas sanjuanino para describir qué sentimiento tiene dentro, después de 40 años de vivir por dentro el conflicto: sobrevivieron pero ese 1982 marcó toda su existencia, para siempre.
¿Si tuviera que describir hoy con una palabra qué sentimiento le provoca la guerra, cuál sería? Honor, dice sin rodeos Andrés Gazzo. Sanjuanino por adopción participó en el conflicto en la Base Aérea Militar (BAM) Cóndor, con asiento en Pradera del Ganso, Darwin, Isla Soledad. Fue parte de la Red de Observadores de Aire (ROA) integrando el Centro de Filtraje y los puestos de Observación Aérea, que se ubicaban hasta a 17 kilómetros de distancia de la base.
También en positivo responde Daniel García. Pertenecía al personal fijo de la Armada Argentina en el barco polar ARA Paraíso que prestó servicios como buque hospital. “Siento orgullo por haber sido parte de la historia de Georgias y Malvinas”. Estuvo en el recate de 32 muertos del mar, soldados que se habían congelado en las balsas tras hundirse el Crucero General Belgrano. El recuerdo de esa terrible escena lo lleva imborrable, entre tantas cosas que no puede contar y que lo estremecen como si fuera ayer.
A Daniel Pacheco, las emociones que le quedaron son negativas. “Angustia, dolor y tristeza”, enumera. “Por los que quedaron custodiando Malvinas y dieron el todo por el todo por nuestra Argentina”. Combatió en la Fuerza Aérea, sobrevolando el Atlántico en una especie de espionaje de reconocimiento a 150 millas de la costa. Tenía 23 años cuando era copiloto de aviones cargados con bombas.
Para Dardo Gómez la sensación es un dolor a secas. Él era parte del Regimiento de Infantería 8, cumplía funciones de enlace, y tiene fresco el recuerdo del combate cruento que vivió en Monte Longdon, donde llegó a combatir cuerpo a cuerpo con los ingleses.
“El olvido a los Veteranos de Guerra de Malvinas”, dice Mario Castro. Eso es lo que siente más a 40 años de la guerra. Haber sido olvidados. Era sargento, era jefe de una fuerza antitanques y tenía a cargo tres soldados en Bahía Fox, viendo morir propios y ajenos.
Por esas mismas horas, César Ozán tenía 30 años y mucho por hacer en las Islas. Era parte de los comandos anfibios y estuvo desde el 6 de abril al 14 de junio en esas tierras gélidas, con varias misiones, viviendo riesgo extremo día y noche. “El sentimiento que me provoca la guerra o las guerras es lo peor que puede hacer el ser humano, las secuelas son feísimas, porque no es solamente la pérdida de vidas humanas sino los desastres económicos, sociales, familiares, y la desesperanza que provoca en cualquier lugar, en cualquier país que esté afectado por los conflictos bélicos. Guerra es sinónimo de destrucción, de hambruna, de tristeza y de lo más bajo que puede hacer el ser humano”, asegura hoy.
“Si tuviera que describir hoy con una palabra lo que me provoca la Guerra es medio imposible, porque por un lado sentí cierto temor, no a quedar herido ni morir sino a cómo será el futuro después de la guerra. Siempre tuve presente cumplir todo lo que debía cumplir”, trata de explicar lo que siente Eusebio “Cacho” Páez. En 1982, capacitado como mecánico de misiles y torpedos y como paracaidista, nunca estuvo armado e igual participó en rescates y en varias operaciones contra los ingleses.
Lo malo y ¿lo bueno?
¿Qué fue lo peor de la guerra? La traición chilena, dispara Gazzo. Y en otra línea, Pacheco analiza: “las bajas diarias por esta guerra”, hablando de las pérdidas de pasado y presente. Para Castro lo peor fue “no haber sido preparada mejor por los altos mandos que nos conducían”. En tanto que García remarca: “Todo lo que refiere a una guerra no es bueno”. A Páez no le parece lo peor lo que sufrió él, sino lo que les pasó a los demás: “lo que más dolió fue enterarme del hundimiento del General Belgrano”. Y Ozán filosofa: “ninguna guerra da fruto para uno u otro mando, siempre da pérdidas, de vidas”.
Como hay amarguras hay enseñanzas. A cuatro décadas de la batalla, Gazzo remarca que la lucha sirvió: “Se luchó para que las islas no quedaran bajo la soberanía del Reino Unido al cumplirse el 2 de enero de 1983 los 250 años de usurpación”, dice. García piensa parecido: “Lo positivo fue poder seguir por la vía diplomática el reclamo y la extensión de las millas marinas continental que reafirma la soberanía Argentina”.
Para Pacheco es un legado agridulce: “Me dejó muchas enseñanzas, entre ellas valorar mi Patria. Y que los gobiernos desde el ‘82 nos siguen dando la espalda. Ya pasaron 40 años. Hoy todos se acuerdan, pero el día 3 de abril de 2022 nadie más se acordará de los Veteranos. Solo nuestras familias”, se lamenta. A ese destrato también lo destaca Castro: “A mí lo que me dejó como enseñanza la guerra es, con mucho dolor, el que nos escondieran e ignoraran, cuando fuimos a pelear por nuestra Patria”.
Para Ozán, “las enseñanzas también tienen que ver con la gente con que uno estuvo en los momentos más cruciales de la vida y ahí surgió el compañerismo, la hermandad, la entrega, la vida por algo patriótico que es nuestro territorio. En esas situaciones de conflicto las jerarquías más que mantenerse como superior y subalterno creo que se achican, uno termina siendo hermano, porque uno depende del otro”.
Y Gómez ratifica: “la guerra deja enseñanzas, que no tenés que dejar nada atrás, estar con la frente bien amplia por haber cumplido con la Patria”.
El ideal de recuperarlas
“La guerra sirvió para que en el año 2016 el CLPC de la ONU extendiera los límites externos de nuestra plataforma submarina hasta las 306 MN sumando 1.700.000 km2 de plataforma submarina argentina, lo que representa el 48% de la superficie de nuestro país. Con votos de la mayoría de los países miembros, las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur, Orcadas del Sur y parte del mar de Weddel en la Antártida quedan bajo la plataforma submarina argentina. Es solo cuestión de tiempo recuperarlas y diplomáticamente”, opina Gazzo.
“La recuperación de las Islas se va a hacer con medios políticos, siempre que tengamos una buena política exterior para poderlas recuperar. Es muy duro ver que han pasado 40 años y no se pelea en la ONU esa tierra donde cayó tanta gente nuestra”, apunta Gómez. Pacheco opina parecido: “Creo que es posible recuperarlas sin llegar por la fuerza”.
Tanto esfuerzo ¿fue en vano? Ozán describe la recuperación de las Islas como una utopía: “dificulto que alguna vez las recuperemos. No solo Gran Bretaña sino otros países miran las islas por su cercanía a la Antártida y la problemática de hoy es el agua, así que van a pasar muchas generaciones para que se restituyan esos territorios y mucho más con gobiernos democráticos. Yo soy consciente de que no las vamos a recuperar. Le duela a quien le duela, pero hay que ser realistas. Igualmente el sueño está”.