Galería Laprida: la ruta de escape de las “mecheras”
Los comerciantes se avisan cualquier movimiento extraño por WhatsApp. Las delincuentes utilizan las múltiples salidas y los pasillos ocultos para esconderse. ¿Cómo operan las “mecheras”? ¿Las víctimas denuncian?
Además del pago de los impuestos propios para mantener un local abierto y la preocupación de vender los productos en medio de la crisis económica que azota a nuestro país, los comerciantes – sin importar su rubro- tienen un problema más: los atracos de punguistas y mecheras que recorren los locales del centro haciéndose pasar por clientes para después llevarse objetos sin pagar.
San Juan no está ajena a esta problemática, estos episodios suceden con una frecuencia casi rutinaria y son pocos quienes denuncian los hechos ante las autoridades. Así mismo la metodología utilizada va cambiando para despistar a los comerciantes locales, que en algunos casos, han decidido organizarse con métodos propios. Grupos de WhatsApp donde se comentan movimientos extraños, estar atentos ante el ingreso de varias personas a un local y por sobre todo a las corridas que se dan dentro de la galería.
Además, y como afirmaron varios vendedores en off the record para resguardarse de posibles represarías, la Galería Laprida se ha convertido en una ruta de escape para los punguistas y mecheras que cometen delitos en otros locales y aprovechan los pasillos ocultos, como las tres salidas que tiene para perderse en la multitud y no ser detectados. Uno de los comerciantes que más años lleva en el lugar y que ahora se encarga de cuestiones organizativas del grupo afirmó que usan esta galería para poder escaparse, porque generalmente se meten por calle Laprida cuando vienen de robar en el centro, y de ahí tienen 2 salidas para calle Libertador o para General Acha. Además afirmó que en este lugar hay algunos pasillos donde se pueden esconder porque no transita mucha gente y que es habitual verlos pasar corriendo solos, o con la policía detrás.
Ante este tipo de situaciones es que los vendedores decidieron formar un grupo de WhatsApp para mantenerse al tanto de lo que sucede, como así también estar predispuestos si ven que alguien viene con intenciones de cometer un robo. Muchos además opinan que los años como comerciantes les han dado cierto tacto a la hora de adivinar las intenciones de quien viene a comprar y quienes vienen con la idea de cometer un robo.
Según atestiguó una comerciante de ropa, en su local quisieron robarle dos veces, pero no pudieron concretarlo porque la vendedora lo impidió colocándose en la puerta y pidiéndole que entregaran los objetos robados. “Yo sé que tengo en cada percha, es un local chico y no se me pasa nada por alto, por eso cuando note esa actitud les dije que me devolvieran las prendas y que se fueran porque si no iba a llamar a la policía, además recuerdo que ahí una de ellas le dijo a su compañera “no te traigo más , mira los papelones que me haces pasar”; después cuando salen estaba un hombre esperándolas, así me pasó dos veces, por suerte me di cuenta” sostuvo manteniendo su identidad en anonimato.
El problema es que muchos de estos episodios quedan en la nada porque no hay una denuncia clara al respecto. Muchos atestiguaron que una vez que se comete el delito, y más allá si lograron llevarse algo o no, son muy pocos los que siguen con la denuncia, porque piensan que es una pérdida de tiempo cerrar el local para ir a denunciar algo que no creen volver a recuperar.
También aseguraron que los robos no solamente tienen que ver con los productos que vende el local en cuestión sino que muchas veces buscan llevarse pertenencias de los empleados como el celular y la billetera que están al alcance de todos. Ante todo lo expuesto la principal recomendación es estar atentos, porque estos hechos generalmente ocurren donde hay mucha gente y el procedimiento es tan sigiloso que uno no se entera que está siendo víctima de un robo.
Otra de las inquietudes que surgen entre las víctimas de robos es que los comerciantes buscan instalar cámaras de seguridad para lidiar contra estos flagelos, pero los precios no son para nada baratos si además se tiene en cuenta que las ventas no están en su mejor momento. Además la galería tampoco cuenta con seguridad privada porque todo significa un gasto, que como se dijo antes, no todos pueden afrontar. Quedando desprotegidos y a merced de quienes cometen los delitos día a día ante los ojos de todos.