Nacido en el seno de una familia trabajadora en el barrio Capitán Lazo, Mario Pérez se convirtió en el artista plástico por excelencia de la provincia que no sólo brilló a nivel nacional sino también en el plano internacional, exponiendo sus obras en las más prestigiosas galerías del mundo.
Tuvo una infancia como la de cualquier pequeño de clase meda y una adolescencia de travesuras en Rawson. Cuando llegó la hora de estudiar una carrera se inclinó por el consejo familiar y empezó Ingeniería. Pero poco duró su esfuerzo por encajar con las calculadoras y los análisis matemáticos, al año dejó todo e inició el Profesorado de Artes Plásticas en la Universidad Nacional de San Juan.
Así comenzó su camino profesional en las artes. Al poco andar llamó la atención de galeristas internacionales luego de ganar numerosos concursos en el país. De esta forma llegó a Nueva York y a California enamorando a todos con su innovadora perspectiva del mundo.
Mario trabajó algunos años en el Obrador Central. Sus horas en las oficinas de aquella dependencia del Estado atravesaron la etapa inicial de su obra, en donde los temas sociales se perciben en el instante. A medida que fue madurando se inclinó a lo sobrenatural siendo los duendes y las hadas grandes protagonistas en sus cuadros. Ahora, cuando ya pasaron varios años de producción, se ven en sus obras macro visiones del universo desde la cercanía de los personajes cotidianos.
“Nunca me imaginé que iba a lograr todo lo que logré. Fue como caminar en la niebla, uno no sabe lo que le espera. Tenía muy claro que quería vivir de la pintura pero no me imaginé que iba a poder concretarlo. Soy muy bendito”, sostuvo el artista en una de las entrevistas que dio a Tiempo de San Juan.
Las obras del pintor han recorrido el mundo y son elegidas por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, la conductora Mirtha Legrand y hasta el ex Beatle, Ringo Starr, además de innumerables clientes más, la mayor parte residentes en el exterior del país.
La llama del artista sigue intacta por más que lleve más de media vida dedicada a la pintura. Persiste en Mario la inquietud de buscar lo bello, lo único y extraordinario. “Cuando esa búsqueda termine, se habrá ido de mí el artista”, también dijo.