Ovejero alemán, shar pei, caniche mini toy y también los “marca ACME”. Todos los perros, sin importar su raza, ya cuentan con un lugar para aprender las reglas básicas de convivencia y también “estudiar” para ser rescatistas u ofrecer sus servicios en movidas de zooterapia. Desde hace dos meses un grupo de voluntarios, encabezados por el adiestrador Paulo González, se junta los sábados con sus canes a disfrutar de actividades que el día de mañana puede ser de gran ayuda para la sociedad sanjuanina.
La misma diversidad de origen que hay en los canes se da entre los voluntarios. Abogados, veterinarios, docentes, amas de casas, bomberos y otras actividades están representadas en esta iniciativa que, a nivel administrativo, ha comenzado los pasos para obtener la Personería Jurídica. Un espacio verde situado enfrente de la cara este de la iglesia del Barrio Aramburu –hasta obtener definitivamente la cesión temporal de una zona del Camping Municipal El Pinar- es su actual lugar de reunión. La Unidad Canina de Rescate va tomando cuerpo.
La primera etapa del adiestramiento consiste en enseñar a los perros las reglas básicas de convivencia y a interactuar con su dueño. La asociación de las palabras con la actividad que están desarrollando es uno de los primeros objetivos a superar. Después, en función de las cualidades de cada uno de los canes, se les encamina al aprendizaje de labores de rescate o para educarlos en actividades interrelacionadas con la zooterapia. En cualquiera de los dos casos, es importante que los voluntarios se armen de paciencia porque el aprendizaje conlleva meses y meses de entrenamiento para alcanzar el punto óptimo.
“Nuestra organización no tiene fines de lucro sino el espíritu rescatista y un profundo sentido humanitario”, indicó Paulo, quien cuenta en este proyecto con la participación y colaboración de “Mundo Patitas”, otra ONG que lucha por el bienestar de los animales y la ecología.