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Una vida de película

Vivir como criminal, renacer como mensajero de Dios

Mauricio Ferrando estuvo involucrado en un asesinato que causó revuelo en la provincia, allá por 1997. Cayó preso, cumplió condena por diversos delitos y hoy asegura que es otro hombre y que cambió gracias a la Palabra del Señor.

Por Luz Ochoa

Decir que la vida de Mauricio Ferrando es una película podría sonar trillado. Sin embargo, los hechos hablan por sí solos y dan cuenta de que si está vivo es de milagro dados los riesgos que él mismo creó. Es que, durante años, el protagonista estuvo sumido en la delincuencia, pero a mitad de camino se arrepintió, quien fuera criminal pidió perdón por sus pecados y "renació" como un hombre totalmente diferente, de paz y que lleva el mensaje de Dios.

“Menos matar, secuestrar y violar, hice de todo”, reconoce el entrevistado que abrió las puertas de su casa para recordar su pasado y regocijarse con su presente. Tiene 50 años y gran parte de su vida no hizo otra cosa más que ser un criminal. Apenas con 12 años aprendió a robar y, conforme el paso del tiempo, su situación empeoró.

Sus padres se separaron cuando tenía esa edad y, por necesidad económica, -según cuenta- comenzó a andar en malos pasos. Lo que inició como un peligroso juego terminó en una especie de adicción que lo llevaría a ir por más, hasta hacerlo tocar fondo. “Abandoné la escuela y agarré la calle. Empecé a tener malas juntas y a estar en los lugares equivocados”, reconoce quien nació en Las , un pequeño pueblo de Córdoba.

A ese ritmo, para cuando tenía 17 años, Ferrando ya integraba una banda delictiva dedicada a ejecutar grandes asaltos. “Si uno se robaba una farmacia, yo me quería robar un supermercado y así competíamos. El único menor era yo”, describe el hombre que se recuerda como alguien soberbio y altanero. “No respetaba a nada ni nadie, era yo y yo todo el tiempo”, agrega.

Con 24 años -el 4 de mayo de 1997- protagonizó el violento robo al Circo Australiano y el crimen de su dueño, Juan Carlos Iovanovich, conocido como el domador ‘Michel’. El hecho provocó revuelo en la provincia, ya que el asesinato ocurrió dentro de la boletería mientras había función y entre sus figuras estaba ‘Quiko’, el célebre personaje del Chavo del 8.

Para ese entonces ya era buscado por las autoridades de Córdoba y Mendoza, por lo que San Juan se convirtió en un lugar más en la lista. No obstante, al poco tiempo fue atrapado y un año más tarde fue condenado a 24 años de prisión. De repente, las causas que tenía pendientes saltaron a la luz y reunió 41 años y medio de pena.

En un traslado a la cárcel mendocina, cuenta que aprovechó la oportunidad y se fugó junto a otros presos. “Fue una semana antes del motín de la Vendimia, en el 2000. Eso ya se veía venir, había hasta granadas dentro del penal”, recuerda al mismo tiempo que detalla que debió enfrentar a los tiros a los guardias -con un arma tumbera- para cruzar las barreras de seguridad.

El sujeto que de inmediato se escapó a Paraguay admite que atravesar fronteras internacionales con el aliento en la nunca de la Policía no es sencillo. Sin embargo, asegura que todo es posible gracias a la corrupción. "La delincuencia le conviene a muchos, al sistema en general. Hay quienes roban porque hay quienes compran", expresa y sigue: "Yo me robaba máquinas cerealeras, tractores y me las compraban otros; lo mismo que los 6 ó 7 kilos de oro. No cualquiera los compraba".

Así como pasó el Río Paraná en canoa para escapar, también lo hizo con destino a Brasil y otras latitudes de Sudamérica. Eso sí, cada vez que quedaba al descubierto y no conseguía coimear a las autoridades, no tenía ningún reparo en enfrentarlas a los tiros, según relata. "En aquellas épocas, si uno metía tiros, la Policía se paraba. Eso me daba ventaja, yo no tenía nada que perder; ellos sí", sostiene.

Durante un tiempo, los atracos y la adrenalina que le generaban quedaron atrás y fueron sustituidos por su incursión en el narcotráfico. "Llegué a tener 1500 kilos de faso y armé un laboratorio de cocaína, traje gente de Bolivia para trabajar y, cada tres días hacíamos 25 kilos", rememora.

De criminal a mensajero de Dios: el pasado Ferrando

Esa generación de dinero, acorde reseña, lo llevó a tener sumas exorbitantes de dinero y a tener los lujos que le apetecían. "Tuve de las primeras Grand Cherokee que llegaron al país. Yo se lo que es tomar un Dom Pérignon (champán), pero también supe lo que es cortar una zanahoria y sacar la parte podrida para poder comer dentro del penal", dice.

Tal y como lo expone, esa necesidad de poder y de humillar a otro lo fue acorralando contra los barrotes. "Caí en la cárcel de Mendoza y ahí estuve en máxima seguridad. Por suerte, me trasladaron a San Juan por un robo al Correo y ahí las cosas empezaron a cambiar. Encontré a Dios", confiesa quien nunca planeó ser cristiano.

A partir de entonces, decidió no fugarse más y buscar un sentido a su vida. Esa razón la encontró en la biblia, cuando asegura que el diablo lo buscaba y la paz fue su sanación.

Un viaje místico

Encerrado y sin las intenciones de huir, Ferrando cuenta que escuchó el llamado de Dios y que eso lo cambió por completo. Luego de pelear con sus demonios, en las escrituras sagradas garantiza que se topó con aquello que nunca buscó, pero que sí necesitaba. Después de provocar tanto mal, señala que optó el bien.

De criminal a mensajero de Dios: un viaje místico

La guerra perdida contra el pastor

Antes de su conversión al cristianismo, Ferrando revive aquellos primeros momentos con el pastor Jonathan Vera, a quien conoció dentro del Penal y, curiosamente, le hizo la vida imposible. Recuerda que se burló de él y que le boicoteó varias reuniones. No obstante, su historia dio un giro inesperado y no sólo terminó apreciándolo, sino admirándolo y agradeciéndole su libertad.

De criminal a mensajero de Dios: la lucha con el pastor

Predicador tras las rejas

Antes de recuperar la libertad, confiesa que sus propios compañeros de pabellón fueron testigos de su gran cambio, ya que de muchas veces enfrentarse con él pasaron a escucharlo cada vez que les leía la Palabra de Dios.

De criminal a mensajero de Dios: predicador en el Penal

La libertad

En marzo de 2021 y, luego de haber tenido 11 años de salidas transitorias, Ferrando recuperó la libertad definitiva. Para ese momento, ya era una persona activa en la Iglesia y, por tanto, todo lo que hizo lo realizó en base a los preceptos religiosos. Fue por ello que cuenta que lo que tiene lo consiguió con el sudor de su frente.

De criminal a mensajero de Dios: la libertad

La redención

Dice estar arrepentido, que actuó bajo la ignorancia de Dios, que pidió perdón por los errores que cometió y que hoy trabaja para hacer el bien y para que otros chicos no terminen como él. Consejero de parejas, comenta que ora por sus hermanos y busca que los demás estén en paz como él.

De criminal a mensajero de Dios: la redención

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Mauricio junto a su esposa, en la celebración de su casamiento

Mauricio junto a su esposa, en la celebración de su casamiento

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