La mayoría los pasa de alto pero ellos son los que se encargan día a día de la “eternidad” de nuestros seres queridos. Dos panteoneros del Cementerio de Capital, te cuentan cómo es trabajar cara a cara con la muerte.
Para continuar, suscribite a Tiempo de San Juan. Si ya sos un usuario suscripto, iniciá sesión.
SUSCRIBITELa mayoría los pasa de alto pero ellos son los que se encargan día a día de la “eternidad” de nuestros seres queridos. Dos panteoneros del Cementerio de Capital, te cuentan cómo es trabajar cara a cara con la muerte.
Sergio Olmos y Oscar Arancibia llevan juntos más de 40 años trabajando en el camposanto capitalino. Dejan de lado los mitos, leyendas e historias paranormales que la gente piensa que se vive en el lugar. Su trabajo, es como cualquier otro, eso sí, requiere de un respeto y dedicación especial.
El trabajo principal del panteonero es encargarse de las sepulturas y mantención de los nichos. Muchas veces también, un día el sostén de los familiares que perdieron a un ser querido y pasan por un momento de dolor. En otras jornadas, soportar los agravios de los familiares exaltados por la situación.
“Fue bastante experimental. Cuando yo empecé había fosas comunes, las tuvimos que carpear con el pasto que había. Solo se sentía el recelo de estar ante la situación pero al final del día todo bien. Es cuestión de tiempo”, contó a Tiempo de San Juan Sergio Olmos que hace 41 años se dedica a esta profesión. Hace hincapié que al principio es chocante y que se trata de un acostumbramiento, como un trabajo cualquiera.
Oscar Arancibia, llegó a las inmediaciones del Cementerio de Capital como changarín. La curiosidad de los 14 años hizo que realizara algunos pequeños trabajos que los familiares de los fallecidos contratan. “Con el tiempo me fueron enseñando los que trabajan más años”, agregó. Al haber empezado desde chico, cree que no tomó inmediación de lo que se trataba y lo tomó como lo que es, un labor del día a día.
Pasan los años y alguno diría que se acostumbran a enfrentar el dolor de personas desconocidas pero no es así. El momento llega a la hora de hacer el trabajo de exhumación. Esto se hace por distintos motivos, a veces porque la muerte de la persona es de un caso dudoso y se le tiene que hacer una autopsia. Otro porque simplemente, con los años hay que hacer un cambio de cajón.
Se saca la “puerta” del nicho, luego el cajón. Se hace una limpieza previa del lugar y luego el cara a cara con la muerte. “A veces la gente quiere estar con nosotros para ver el cuerpo del padre, de la madre o de un hijo. Nosotros le decimos que no para que no se lleven esa imagen del familiar”, explicó Oscar.
Así mismo, los familiares deben estar al hacer este trabajo, pero los panteoneros tratan de que se encuentren a metros del lugar para cuidar los sentimientos de los que pasan por el luto. “Es un trabajo que muchas veces a nadie les gustaría hacerlo pero alguien tiene”, finalizó Sergio.
Contenido especial