Iglesia es una tierra repleta de cultura y muchas tradiciones. Sus habitantes saben que es responsabilidad suya que esas herencias se sigan perpetuando en el tiempo y ponen en marcha distintas acciones para conseguirlo. Algunos renuevan año tras año la celebración de fiestas populares o gauchescas, otros conservan y producen recetas culinarias deliciosas, y también están, como es el caso del proyecto ‘Tejiendo esperanzas’, los que ponen en valor el legado artesanal de la confección de prendas entre lanas, agujas y telares.
Cristina Brizuela es la profe que se encuentra al frente de este curso que cuenta con el respaldo de la Secretaría de Turismo, Cultura y Deporte de la Municipalidad de Iglesia y que se dicta dos días por semana en su casa de Tudcum.
“En noviembre del año pasado le presenté la inquietud al intendente Jorge Espejo con la idea de darles un oficio a las y los jóvenes de la zona. Gracias a los conocimientos que ya había adquirido en el programa ‘Mujeres en red’, pude armar un proyecto hasta con el costo del mismo. El intendente se quedó sorprendido y me dio el visto bueno para ponerlo en marcha. Así fue que en este mayo arrancamos con las clases”, comentó Cristina.
Actualmente son 10 las mujeres, desde pequeñas a más adultas, las que se empapan de conocimiento de Brizuela, quien comentó que aprendió el arte del tejido con agujas y al telar de su suegra “hace más de 40 años y ya va siendo hora de pasar la posta”.
Actualmente son 10 las mujeres, desde pequeñas a más adultas, las que se empapan de conocimiento en la casa de Cristina Brizuela
“Hemos empezado el taller con tejido a dos agujas como para que las chicas vayan ablandando las manos y aprendan a acariciar las lanas. Después empezaremos a ver lo que es el hilado de la lana de oveja y en agosto arrancaríamos con el telar”, indicó la profe, quien desea que Tudcum termine de convertirse en un polo artesanal de la Provincia.
De momento, el curso está copado por mujeres interesadas en adquirir los conocimientos, pero Cristina confía que en algún momento se sume algún varón ya que, por su experiencia en ferias de distintas partes del país, “hay muy buenos artesanos referentes en hilado y en tejidos”.
Además de convertirse en una interesante salida laboral, “la idea es rescatar la tradición de nuestros ancestros. Ellos sabían muy bien lo que es trabajar con telas muy duraderas empleando el tejido en el telar criollo, el telar plantado, el telar de doña Paula”.
“Yo les digo a las chicas que esta tradición nunca se va a terminar porque siempre va a haber un hijo para hacerle un chalequito o una señora que quiera un poncho que sabe que le va a durar toda la vida. O también alguien que necesite un pelero para su caballo”, completó Brizuela, quien anima a sus alumnas a presentarse en cuanta feria puedan para ir mostrando sus creaciones.