El curanderismo en San Juan tiene una gran referente. Doña Felipa Rojas, más conocida como “la médica de la alfalfa”, fue la máxima exponente en dicha materia y supo captar a muchas generaciones con sus trabajos. Este famoso personaje de Tudcum tiene una predecesora, quien tomó gran protagonismo en la provincia durante los primeros años del siglo XX por las grandes enfermedades de la época, pero también por su oficio de espiritista.
La mujer era conocida como “doña María”. Fue la curandera más famosa de San Juan, principalmente durante los años ’20. “Era muy sanadora”, contó el historiador Rubén Darío Guzmán. Por este motivo, fue una señora muy requerida en la época y gran parte de los sanjuaninos acudían a ella ante cualquier tipo de dolencia.
Las diversas crisis sanitarias que azotaron al país entre fines del siglo XIX y principios del XX, en la que San Juan no fue la excepción, produjo el surgimiento de las curanderas. Entre las principales epidemias se encontraban el cólera, con mayor predominio entre 1886 y 1887, y el pico de tuberculosis en 1922. En ese contexto, “doña María” hizo valer sus dones.
Cabe destacar que, por siglos, el curanderismo fue la práctica mística con mayor preponderancia en la provincia. En gran mayoría, los sanjuaninos asistieron a estas “hechiceras” por sanaciones. Guzmán afirmó que hubo poco lugar para las brujerías de mala fe y otros experimentos de similares características. Un claro ejemplo de que San Juan siempre fue conservador.
Pero “doña María” también sabía de esas magias, pero principalmente las aplicaba para sanación, según los testimonios de la época aportados por el historiador. Más de uno acudió a ella para ser curado del famoso mal de ojo y otros maleficios.
Por todo lo mencionado, el curanderismo fue la faceta que llevó a “doña María” a la popularidad en San Juan, aunque también fue conocida por sus dotes de espiritista. La mujer tenía visiones y con mucha frecuencia hablaba con espíritus y fantasmas, afirmó Guzmán. Por supuesto, era requerida para este tipo de trabajos.
No trascendieron más datos de “doña María”, ni cuándo ni dónde murió. Solamente que dejó una huella imborrable en el curanderismo sanjuanino, tomando un rol clave con las pestes que circulaban por la provincia.