San Juan es un infierno. Las temperaturas parecen no bajar y la ola de calor llegó para quedarse, marcando alerta naranja para todo el territorio, por lo que extremar los cuidados es más que importante para evitar problemas en la salud. Una forma de cuidar el cuerpo de los famosos golpes de calor es adaptando la alimentación e hidratación, para que el organismo no se resienta.
Cuando las personas se exponen a altas temperaturas sin tomar las precauciones necesarias, el organismo se estresa que, traducido de manera más simple, el cuerpo se siente cansado, cortado, sin ánimos. Además, el cuerpo libera calor principalmente a través del sudor, por lo que hay mayor riesgo de deshidratación. Tomar agua es fundamental, pero lo que comemos también influye.
La nutricionista sanjuanina Ana Paola Fernández brindó a Tiempo de San Juan una serie de recomendaciones, consejos y sugerencias para combinar de manera perfecta alimentación y el calor.
“Es importantísimo priorizar el consumo del agua, pero no hay que confundirlo con infusiones o licuados. Lo primero y principal es agua, lo demás es complemento”, señala la profesional. Se puede incorporar rodajas de frutas u hojas de algunas aromáticas, como menta, por ejemplo, pero Fernández hace hincapié en evitar la creencia que, si se consume un termo de mate, por ejemplo, se está procediendo a la hidratación adecuada.
Aclarando el consumo del agua, la profesional señala los tres hábitos más importantes a adoptar en la alimentación durante la temporada de verano.
El primero es el consumo de frutas y verduras, pero no solo a modo de almuerzo o como postre, sino también sumar estas opciones en el desayuno y como colación. Tanto frutas como verduras son ricas en vitaminas y minerales, además de ser alimentos frescos que aportan agua al organismo. Otro factor positivo es que son livianas para la digestión, haciendo que el organismo tenga que trabajar menos.
Otro hábito es la incorporación de legumbres. Es común asociarlas con los guisos y los días fríos y nublados, pero sus formas de sumarlas a la dieta básica son más que amplias y variadas. “Es un alimento olvidado y es económico, sencillo y simple. Se puede incorporar de muchas maneras, como humus, hamburguesas, en ensaladas, y muchas opciones más. Además, se puede comprar el grano en alguna dietética, o en latas lavándolas bien. Sino también vienen congeladas, lo que facilitan un montón la vida”, puntualiza la nutricionista.
El último hábito a incorporar, pero no por eso menos importante, es disminuir al extremo el consumo de sal. “La sal retiene líquidos, algo que es contraproducente para esta época del año”, señala Ana Paola.
Si bien el golpe de calor puede darse por muchos factores, desde la comida se puede aportar una gran ayuda para evitarlo ingeniero alimentos livianos y consumiendo mucha agua.
Comida chatarra y el alcohol, los enemigos del verano
Ana Paola remarca que no es cuestión de eliminar, sino de balancear o al menos evitar el consumo de alimentos ultraprocesados y cargados de grasas saturadas como cremas de leche, frituras, manteca, entre otros. Esto es porque este grupo alimenticio no favorece a la digestión, haciendo el organismo tenga que trabajar el doble, gastando más energía de la que tiene en muchos casos.
Con el alcohol sucede algo similar. No complica la digestión, pero sí puede provocar deshidratación. “No vamos a llegar a los objetivos de hidratación si estamos consumiendo alcohol. Es importante limitar el consumo, y si se puede evitar, mucho mejor”, afirma la nutricionista Fernández. Junto con las bebidas alcohólicas se encuentran también las gaseosas o los jugos que no sean naturales, hechos en casa.