Los Canales: un 'perro rabioso' con los ojos llenos de orgullo y la admiración del heredero
Antonio Canales es sinónimo de Las 40 y su hijo Emiliano se le sumó con los mismos valores y objetivos periodísticos. Acaban de ganar una vez más el premio Mercedario como ‘Mejor emisora radial local con mejor programación informativa y de opinión’
Antonio Canales y su hijo Emiliano, felices en la entrega de los premios Mercedario
El micrófono está en el centro de la escena. Antonio Canales lo domina con la tranquilidad de la experiencia. Está compartiendo con la amplia audiencia de ‘Las 40’ un análisis de un tema coyuntural. Redondea la idea, se gira y dice: “Balmaceda Bucci, vení sentate”. Se ríe y agrega: “Pensabas que vos solo ibas a hacer las preguntas”. Tras semejante emboscada de zorro viejo –mezclado con “perro rabioso” como él mismo se definió-, llegó Emiliano, el heredero, y empezó la charla ya sí para los lectores de Tiempo de San Juan.
La excusa que motivó el encuentro fue el nuevo premio Mercedario que recibió Las 40 como ‘Mejor emisora radial local con mejor programación informativa y de opinión’. Pero una vez abierta la puerta, un momento ideal (y muy ameno) para conocer las sensaciones que atraviesan a padre e hijo en el mundo radiofónico.
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Nobleza obliga, tras las merecidas felicitaciones, abordar el reconocimiento obtenido el fin de semana pasado. Fue Emiliano quién asumió primero la palabra: “Estamos muy contentos, pero no hay que creérsela. Es un mimo que la audiencia nos da por nuestro laburo y también puede tomarse como un indicativo de que vamos por buen camino. Es como que nos dicen ‘no te salgas de ese camino, no te desvíes’. Es un lindo empujón, un lindo impulso para seguir”.
Tras escuchar atentamente a su hijo, Antonio ocupó su turno: “Para mí es un orgullo muy especial, porque es muy especial ganarles a los pendejos que están entrando al periodismo. Yo respeto lo que dice Emiliano, pero yo me siento muy orgulloso y muestro mi arrogancia periodística de ganar Mercedario tras Mercedario a 20 periodistas que hacen muy buen periodismo en San Juan”.
“Yo no elijo al periodismo que leo o consumo por los medios, sino por los periodistas. Me da gusto ganarles porque soy el último mohicano. Yo tendría que estar en el cementerio de los periodistas hace rato y ando hueveando por la vida y siendo feliz”, añadió el ideólogo de la frase “El agua vale más que el oro”.
En medio de este ambiente de brindis y palmaditas, los Canales no pierden de vista la crítica puertas adentro. Saben que el que se duerme en los laureles pierde de vista el Norte. “Nosotros tenemos mucha autocrítica. Hacemos más cosas mal que bien. Pero nos gusta porque el error enseña más que la victoria. Te enseña a corregir y te enseña a vencer el ego que todos llevamos dentro, o por lo menos achicártelo”, explicó Antonio.
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Sin tiempo para otra interlocución, añadió: “Yo, por ejemplo, en donde no aflojo es el tema del ‘Agua vale más que el oro’. En el resto sí cedo, convengo, negocio. Nosotros con Las 40 podríamos ser millonarios por eso que dice Emiliano -con tanta inteligencia- de por qué la minera hace publicidad si no le venden a nadie aquí en San Juan. Bueno, todos esos medios donde publicitan las mineras es gracias a Canales. Gracias a Las 40”.
“Si no hubiera una oposición ambiental, ellos no harían publicidad. Y no somos antimineros, somos pro agua. Vos sin oro podés vivir, sin agua no podés vivir. Y donde me equivoco mucho, mucho, en el ojo que yo le pongo a los funcionarios. Ahí me equivoco y soy un tipo de ir a pedir disculpa”, completó el Canales ‘rabioso’.
Invitados a compartir qué enseñanza se han repartido entre ellos, fue Emiliano el primero en tomar el guante: “Él me enseño todo en el periodismo Imagínate que vivíamos en Buenos Aires y él salía para Radio Colón siendo el corresponsal, entonces uno se ha criado en ese ambiente, en ese ámbito. Quizás lo más importante siempre en el periodismo es el pensamiento abstracto. El poder desarrollar tu idea, eso es muy difícil de hacerlo y él también me lo enseñó en la convivencia del día a día”.
Ni medio segundo tardó Antonio en devolver gentilezas: “Emiliano me ha enseñado a contenerme porque yo soy un tipo volcánico y sabés por qué soy así: porque yo vengo de los campos de batalla. Yo vengo de las trincheras porque en aquellos tiempos vos tenías que pegar duro para llegar. Además también tenías que vencer a los Carlos Monzón del periodismo, que lo había”.
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De pronto, un cajón de lustrador de zapatos y un banquito para tal oficio, que se encuentran apostados en las dos puntas de la mesa central del estudio toman protagonismo y Antonio, sin dejarla picar, le entra de lleno a nostalgia: “Hace 30 o 40 años yo era un pibe que limpiaba zapatos justo ahí enfrente, en la esquina de la Plaza 25. ¿Quién te iba a decir que años después yo iba a tener un local, una radio, frente a esa esquina”.
“De acá es donde vengo y no me olvido” -suma mientras señala el banco lustrador-. “Yo vivía en la Villa del Carril, que era la más pobre de San Juan, y tuve que ponerme a laburar por necesidad. Y yo le agradezco tanto a la necesidad porque te hace creativo, resiliente, peleador, buscavidas”, prosiguió.
Por último, tras una charla de esas que fundan sentimientos y tallan la memoria aún más extensa -se piden las disculpas del caso-, llegó otro pedido para el longevo y rabioso periodista y su activo heredero: ¿Cómo definirías al otro con una palabra?. Emiliano, una vez más el primero y muy lacónico: “Un ejemplo, mi ejemplo”.
Antonio, con prórroga concedida tras gambetear con mucho oficio la contestación frente al micrófono de su laureada emisora, afirmó: “Con la partida de su fundador, tiene el deber de continuar con el Periodismo en Las 40”.