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Historia viva

La Bodega Langloise, una cápsula en el tiempo del San Juan del siglo XIX

Ubicada en Pocito, fue fundada en 1896 por Emilio Langloise, un inmigrante francés que sembró, de manera literal y figurada, una semilla de prosperidad en el departamento. Hoy, el edificio es una muestra de lo que fue la provincia de dos siglos atrás.

Por Ana Paula Gremoliche

La Bodega Langloise está ubicada en inmediaciones de Calle 13 y Antonino Aberastain, en Pocito. El edificio principal es imponente: una construcción de adobe, con paredes anchísimas, techos de caña y barro (que en algunos casos son dobles, para mantener la temperatura equilibrada, a 22º) y un mobiliario que remonta a casi 130 años atrás. Es una verdadera cápsula del tiempo del San Juan del siglo XIX.

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La bodega fue fundada en 1896 por un inmigrante fránces llamado Emilio Langloise. Si bien el edificio más grande es de adobe, también tiene una parte que fue construida en los 70' y es de material. En ese lugar es donde actualmente se lleva adelante la producción de vino, manejada por la familia Garcés, que adquirió el inmueble en el año 2000 tras un remate.

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El edificio principal funciona como la columna vertebral de la bodega y une los 11 galpones que la componen. Aún se pueden observar vestigios de lo que fue el funcionamiento en sus años más esplendorosos, cuando llegó a almacenar aproximadamente 6 millones de litros de vino. Se puede observar una prensa donde se molía la uva y las correspondientes canaletas mediante las cuales se trasladaba el jugo resultante. En ese lugar también están los antiguos toneles exportados desde Francia.

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En aquel tiempo, la bodega fue modelo en cuanto a la sustentabilidad energética. Es que fue la primera de San Juan en contar con una caldera, importada desde Inglaterra, que brindaba energía a toda la producción, lo cual la convirtió en autónoma.

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En la actualidad, la Bodega Langloise continúa produciendo vino, aunque en menor escala. La producción se realiza en la parte "nueva" de la construcción, que data de la década de 1970. Este 2025 no pudieron producir, debido a que la perforación de la cual sacaban agua se quedó sin recurso y tuvieron que reperforar en búsqueda de más agua.

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Si bien es una construcción fuerte que sobrevivió a los terremotos de 1944, 1977 y 2021, este último causó estragos en la estructura, sobre todo en los techos. Por eso, el sueño de Marcelo Garcés, quien se hace cargo de la bodega, es convertir la parte más antigua en un paseo cultural y en un museo que conserve su historia.

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Una historia de amor hacia Pocito

Según se relata en el sitio Destino San Juan, el químico francés Emilio Langlois llegó a Sudamérica a fines del siglo XIX atraído por la actividad minera. Tras desempeñarse en Chile, Bolivia, Perú y Argentina, eligió radicarse en San Juan por motivos de salud. Su espíritu emprendedor encontró en Pocito el lugar ideal para establecerse y volcarse de lleno a una nueva pasión: la vitivinicultura.

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La bodega, en el siglo pasado. Foto: Gentileza Destino San Juan.

La bodega, en el siglo pasado. Foto: Gentileza Destino San Juan.

Langlois adquirió 130 hectáreas en esa zona del sur sanjuanino, donde plantó uvas de las variedades malbec, criolla y syrah, esta última introducida por primera vez en la provincia por su iniciativa. En 1896 construyó una bodega que con el tiempo se convertiría en símbolo de tradición y calidad en la industria del vino local. Además de trabajar la tierra, Emilio fundó una familia numerosa junto a su esposa Antonia: tuvieron siete hijos.

De todos ellos, Francis Pablo Langlois fue quien siguió los pasos de su padre en la bodega. Se formó en París desde los 13 años y regresó a San Juan a los 19, especializado en vitivinicultura. Junto a su padre impulsó prácticas innovadoras en los viñedos, como el uso del “pie americano”, una técnica de injerto utilizada para proteger las plantas de enfermedades.

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Los toneles, en la década de 1920. Foto: Gentileza Destino San Juan.

Los toneles, en la década de 1920. Foto: Gentileza Destino San Juan.

El legado de los Langlois dejó una huella importante en la vitivinicultura sanjuanina. La introducción del syrah, por ejemplo, sentó las bases para su expansión décadas después, especialmente en los años ‘90, cuando se multiplicaron las plantaciones de ese varietal bajo el régimen de diferimientos impositivos. Según expertos del Instituto Nacional de Vitivinicultura, muchas de esas cepas provenían de las plantas originales traídas por la familia Langlois.

En el predio, Emilio también construyó su vivienda familiar junto a la bodega. La casa original fue severamente dañada por el terremoto de 1944 y debió ser demolida. En su lugar, Francis levantó el chalet que aún se conserva, como testimonio de una época marcada por el esfuerzo y el apego a la tierra pocitana.

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