La falta de respeto de los seres humanos hacia la vida de los animales, tanto silvestres como exóticos, hizo que cada vez más especímenes necesitaran ayuda para sobrevivir. En el caso de las especies autóctonas, como lo es el guanaco o el pecarí del collar en San Juan, el avance sobre sus hábitats es cada vez más agresivo, sumado a la caza, que pone en peligro sus vidas. Para los exóticos, el mayor peligro concurre en que muchas personas los secuestran para tenerlos en sus casas como animales de vitrina, lo cual es sumamente perjudicial para el desarrollo de sus vidas y suele causar daños irreparables.
¿Qué pasa cuando el ser humano es el causante de todos estos problemas? Puede existir otro ser humano que intente repararlos. Este es el caso del reconocido veterinario Aldo “Pirata” Olivares. Por puro amor hacia los seres indefensos ante la maldad humana, hace 25 años abrió la Granja Tierras Blancas, un lugar donde rehabilita a los animales que pueden volver a la naturaleza y cuida de por vida a aquellos que no sobrevivirían en un estado natural.
Cuando se enteraron la tarea que realizaba Pirata, muchas personas comenzaron a acercarse y a llevarle diferentes animales. Hay personas que recurrieron a Pirata porque tenían en cautiverio, por ejemplo, un híbrido entre el guanaco y la llama, que por su temperamento y porte no podía vivir rodeado de gente.
El boca en boca comenzó a surtir efecto y hoy ya tiene más de 600 especímenes, entre pumas, diferentes aves, jabalíes, vacas, guanacos, llamas, nutrias, monos, burros, etcétera.
La tarea que realiza el veterinario, junto a dos personas que trabajan para él, es tal, que el gobierno le pide colaboración en la recuperación de distintos animales que son rescatados del cautiverio. Tanto es así, que la mayoría de las especies que tiene actualmente la granja son aves que eran criadas en cautiverio, pero que fueron decomisadas por el Estado dado que su tenencia es ilegal.
Una rutina con mucha vocación
Mantener y cuidar a centenas de animales no es fácil. Se necesita dedicación y vocación. Pirata se pasa todas las siestas de su vida en el lugar. Según dice, es vital observar a todos los animales, porque solo así alguien puede dar cuenta de si está enfermo o no, si necesita algo o no, etcétera.
En el lugar se plantan cactus para las tortugas, frutas para los monos y diferentes plantas para otros animales. Los únicos carnívoros, los pumas, comen más de 3 kilos de carne al día cada uno.
Todo lo que hace Pirata es autogestivo, con la esperanza de algún día cada animal pueda vivir en su hábitat sin condicionamientos, sin el peligro del acecho humano. Y con las ganas de que, algún día, dejemos de ser un peligro para ellos.
Repoblar San Juan de animales autóctonos, un objetivo
Uno de los fines que tiene esta granja es repoblar el territorio de animales autóctonos. Por ejemplo, actualmente están en plena cría de ñandúes, para luego liberarlos en la naturaleza.
En este marco, el año pasado se logró la liberación de seis tortugas, una especie que en San Juan está en peligro de extinción. Esto se convierte en cierta forma, en una manera de colaborar a solucionar lo que el ser humano rompió.
Embed - Cómo es el lugar donde rehabilitan animales y les dan una segunda oportunidad para vivir