Para comenzar a orejear la baraja con algo de certeza sobre cuál será la nueva fecha de elecciones en San Juan para gobernador y vice, hará que esperar la resolución de fondo anunciada por la Corte en la cautelar del martes. Pero esa es la única certeza: que esa franja de la boleta ya impresa no tendrá valor, y que en consecuencia habrá que decidir un nuevo día para resolver quién ocupará el sillón de gobierno provincial desde el 10 de diciembre.
El otro hecho ineludible es que quien dispone de la potestad para definir la nueva convocatoria es el propio Poder Ejecutivo provincial, como ya lo hizo en la convocatoria para el 14 de mayo. Y lo hará recién cuando tenga todas las herramientas judiciales y políticas en la mano.
Empezando por las primeras. Será un recorrido imprevisible el del expediente abierto en la Corte sobre el fondo de la cuestión: si Uñac puede o no puede ser. Mientras tanto, opera la cautelar, en cuyo marco dispone de 5 días la provincia para argumentar su posición, luego será el turno de expedirse –volver a hacerlo, porque ya lo hizo indicando que no era competencia de la Corte- al Procurador, y finalmente quedará en manos de la Corte para la resolución final.
El máximo tribunal de Justicia no tiene plazos para expedirse, aparece lógico que lo haga en tiempos razonables para no afectar el proceso institucional que requiere un gobernador electo al menos un mes y medio antes de asumir, es decir a fines de octubre.
Razonable sería no más de un mes, días más o días, pero queda claro que nunca se sabe. Y cuando se sepa, comienza a operar el contenido de la resolución y la variable política.
Con el fallo final en la mano, entonces, el gobernador Uñac deberá formular un nuevo llamado a elecciones. Y ahí sí, hace su ingreso la variable política a la consideración de la oportunidad.
La primera especulación es que existe una única variable que podría influir distinto si Uñac es rechazado o avalado: las elecciones nacionales a presidente y vice, con un capítulo para diputados nacional y nada menos que senadores por la provincia.
Allí sí podría presentarse una alternativa política porque si el gobernador es sacado de la cancha definitivamente por la Corte, podría optar con toda lógica por convertirse en representante provincial en el Congreso, a la Cámara Alta.
Y allí es donde se abren las interpretaciones. Porque la última fecha para inscribirse como candidato a diputado o senador es el 24 de junio. Es decir, dentro de 44 días. ¿Estará resuelta la cuestión de fondo para ese momento? Lo razonable indicaría que debería hacerlo, ahora la realidad señala de modo indeleble no hay que dejarse llevar por lo razonable en este país.
Entonces empiezan a tallar las planificaciones estratégicas. Porque esa eventual indefinición ya quita de las manos del Ejecutivo provincial la totalidad de la potestad de fijar la fecha: si todavía no hay resolución de fondo, ¿cómo se puede convocar a nuevas elecciones? Salvo que se la fuerce con alguna definición política unilateral, podrían existir varias.
A partir del fallo de fondo se podrá seleccionar el momento oportuno. También el sentido común señala que existen dos elecciones nacionales ya convocadas, las Paso el 13 de agosto y las elecciones presidenciales del 22 de octubre. Incluso tres, un eventual ballotage presidencial en noviembre. Parece redundante señalar lo aconsejable en términos prácticos que sería convocar a la provincial postergada para gobernador en una de ellas. Por la tan mentada economía de costos políticos, aunque no sería obligación de nadie.
Si se optara por alguna de ellas, quedaría rotundamente vedado que alguna de las figuras políticas sanjuaninas encolumnadas en la categoría de gobernador compitan para ser senador: ni Orrego o Martín, ni Andino o Gramajo, ni Gioja. Excepto que alguno de ellos decida lo contrario, si se corre de la fórmula y se anota para el Congreso. Ciencia ficción. No es un dato menor.
Otro dato político relevante para esas eventuales fechas electorales es que se sumarían nuevos protagonistas a la compulsa sanjuanina. Porque si a la boleta provincial pendiente –gobernador y vice- se le suman los paños de los cargos nacionales –presidente y legisladores nacional- cada una de ellas comienza a pesar distinto a cómo lo hacía originalmente el domingo. Por caso, figuraría ya no con emblemas partidarios como ahora sino como candidato presidencial liso y llano Javier Milei, la figura irrumpiente del firmamento nacional, con sus postulantes a gobernador pegados.
Pero eso es madera futura para la política, ahora ocupa este análisis lo institucional sobre el día de las elecciones, aunque imposible disociar una cosa de la otra. Para avanzar con elecciones en agosto, el nuevo cronograma debería dispararse mínimamente en junio porque buena parte de ese cronograma ya está cumplido (boletas, etc.). Difícil que las especulaciones sobre el tiempo que le demandará a la Corte un pronunciamiento de fondo le den oxígeno a esa opción. Aunque, se insiste: en la frecuencia desbordada en la que opera la política, todo es posible.
Para imaginar una elección el mismo día de la presidencial de octubre hay que pensar también en una fecha con condiciones alteradas respecto de la original del domingo. Boletas distintas, nuevos protagonismos, la posibilidad de una fórmula nueva en el oficialismo. Demasiados factores para ser sopesados en su impacto político bajo estado de emoción violenta, pero no deja de ser un día con buenas chances que unificar comicios.
Queda interpretar si podría ocurrir la votación provincial entre ambos comicios nacionales del 13 de agosto y el 24 de octubre. La respuesta es que cómodamente sí, habría que valorar la incidencia política. Hacerlo, pongamos, en setiembre acarrearía el esfuerzo adicional de explicar por qué un nuevo turno electoral.
De hacerlo, sería una opción voluntaria: despreciar la influencia nacional. Porque si del lado del sol asoma la aparición de Milei y su impacto sobre Juntos por el Cambio, del de la sombra está el ritmo de la economía. No muy halagüeño, por cierto. Factores todos que serán puestos en una balanza de precisión al momento de emitir la decisión.