En las últimas horas comenzó a circular el rumor sobre un hecho que cambiaría la coyuntura política nacional: Alberto Fernández podría renunciar anticipadamente a su reelección. El presidente se rendiría a las evidencias, y tomaría la decisión trascendental.
Una de ellas es la reducción al extremo de su grupo político. Lo que alguna vez se soñó como “el albertismo”, con características de nuevo movimiento histórico, terminó en un grupo pequeño de funcionarios sin votos y sin proyección política (Vitobello, Béliz, Moroni, Cafiero, Guzmán, Vilma Ibarra).
Otra verdad a gritos es que no hay estudios que muestren que exista la mínima chance de que, con Alberto Fernández de candidato, el Frente de Todos triunfe en las elecciones del 2023. Más bien todos los relevamientos muestran lo contrario.
Otra señal la indicaron algunos viejos dirigentes del peronismo, que resumieron y echaron a rodar las conclusiones con respecto a la carta que los gobernadores publicaron tras el encuentro del Chaco. Sucintamente, lo que asomaría tras el texto de los mandatarios, una extensa lista de reclamos (y el presidente lo habría advertido) es el pedido del apartamiento (ya que no se valora en el texto ni un acierto), y la sola tarea en este año y medio de gestión que resta de ordenar la gestión.
No es un secreto que Alberto está muy disgustado con la alta actividad que hay en el CFI, esa especie de Jabonería de Vieytes de los gobernadores, en la que se reúnen cada vez que quieren ejercer presiones y enviar mensajes fuertes. El Presidente habría pedido que no se realicen los encuentros con tanta frecuencia, pero se siguieron sucediendo.
Según voces con peso en el PJ, Alberto podría retirarse con algunas cucardas, como haber sido el Presidente que sacó a la Argentina del default, que enfrentó la pandemia del coronavirus con relativo éxito, y que tuvo que sortear una guerra mundial de nueva generación.
A estos galardones podría sumarle el “renunciamiento histórico”, abandonando voluntariamente el poder (si bien no podría mantenerlo de ninguna manera) en pos del futuro de la patria.
Ni siquiera el Movimiento Evita, con quien Alberto cogobernó estos dos años y medio, parece sostenerlo en su intento reeleccionario.
Los dirigidos por Pérsico y Navarro parecen más concentrados en demostrar su poder de daño que en construir políticamente al lado de Alberto.
El mismo Pérsico, aún funcionario del gabinete Nacional, hará jugar a su esposa por la intendencia de La Matanza, contra los candidatos del Frente de Todos, dentro de lo que se presume puede ser un nuevo partido político.
Muchos recuerdan que en Córdoba apoyaron a Schiaretti, contra los candidatos peronistas. O cuando aspiraron de la calle los votos necesarios para que en 2017 Cristina Kirchner pueda vencer a Esteban Bullrich por la senaduría bonaerense.
Para esto contaron como frontman con Florencio Randazzo, ex ministro que aparece en la política en años impares, pasa la gorra, se postula y desaparece hasta la próxima elección.
Alberto Fernández tiene la chance, afirman desde algunos sectores del PJ, de llevar a la Argentina a un puerto más o menos deseable, con una economía en crisis, pero relativamente ordenada.
Pero esto sucedería solamente si con anticipación renuncia a su reelección, y deja que el FdT comience a construir otra opción que mostrarles a los argentinos.